Lucas Gracián Dantisco

Lucas Gracián Dantisco
GALATEO ESPAÑOL
Ediciones Atlas · 1943

Secretario de Felipe II, conocido en el ambiente literario de su tiempo por haber aprobado con su firma la publicación de diversas obras, refundió e imitó en parte un curiosísimo libro de amplio eco en Italia con el título de ‘Galateo’, de Giovanni della Casa. La versión castellana había sido precedida de otra, publicada en Venecia (1585) por el sacerdote Domingo Becerra, ex cautivo en Argel y avecindado después en Roma. Se titulaba: ‘El Tratado de Costumbres o Galatheo’, refiriéndose al ayo de un príncipe que aparece en uno de los capítulos. La adaptación de Gracián. con el título de ‘Galateo Español’ es un tratado de urbanidad y buenas maneras, con interesantes anécdotas de aquella sociedad adecuándolas al temperamento de nuestro país. La dedicatoria está fechada en 1582, y hay noticia de ediciones en 1593 (Zaragoza), 1595 (Barcelona), 1599, (Madrid), 1601 (Valencia), 1603 (Valladolid y Medina), etc. 

Conversaciones en Versalles

Detrás de la cámara
Encuentro en Versalles


Le preguntan desde la segunda fila de butacas “cómo se siente al ser indiscutible innovador del arte cinematográfico”. Y responde, visiblemente confuso, que lo que él hace es totalmente discutible y que para nada se cree innovador de nada, y menos, de algo tan difícil, complejo y serio como es la cinematografía; que lo que ha hecho en su vida ha sido aprender de los maestros, poner un proyecto en manos de un productor, que ha creído en sus posibilidades y ha aportado los fondos para llevarlo a cabo. O sea, niega en rotundo lo de  indiscutible y lo de innovador. Le avergonzaría aceptar semejante cosa. Él es y se siente uno más y muy más. 
El argumento, sano y honesto donde los haya, descoloca al interlocutor, que insiste: “Pero usted interviene en los guiones de sus películas, selecciona el casting y asiste al montaje”. El artista se queda perplejo y con generosa amabilidad intenta aclararle al entendido que cualquier director que se precie toca o retoca, escribe o reescribe los guiones que ha de traducir al idioma de la pantalla; que cualquier director que se precie tiene en su cabeza la tipología de los personajes y los busca en el casting junto con su equipo de confianza y, por último, que cualquier director que se precie asiste al montaje porque el cine, pasada la aventura del guión y salvada la financiación, tiene dos partes bien diferenciadas; una, el rodaje, que es el análisis pormenorizado del tema, la descomposición en secuencias y planos, y otra, el montaje, que es la labor minuciosa de síntesis de cuanto antes se ha ido analizando. A estas dos etapas asiste -repite- cualquier director que se precie, y no por eso se es indiscutible ni mucho menos innovador.
Durante la hora de coloquio se esfuerza en contestar a este nivel claro y rotundo, en desmitificar, sin poner solemne el gesto, lo que para él es lo más normal en su trabajo. Incluso se atreve a hablar de su inseguridad a veces, a reconocer la ayuda que recibe por parte de los que arropan su labor diaria: operadores, actores, músico, ayudantes, eléctricos, atrecistas, etc., personas sin las cuales no haría nada, de las que depende tanto y, en especial, del temor que en ocasiones le invade de no ser correspondido o de que el grupo lo considere flojo, o poco diestro en el oficio, siendo parte de su preocupación llevar la tarea muy bien ordenada desde donde resida para que el horario laboral no se pase ni un minuto porque los presupuestos están ajustados al límite.
Luego vamos a cenar a Paris, al Barrio Latino, y el coloquio, ya reducido a ocho personas, colea. Como el endiosamiento al que ha sido sometido en la sala (en ningún momento compartido por él) le resulta incómodo, puntualiza en el sentido de observar la necesidad que tiene el público de mitificar lo que no es más que el trabajo de alguien. Precisamente son esos mitificadores los que salen haciendo grandes declaraciones en las cuales parece ser que describen a una especie de ser superior venido de otra galaxia. En concreto dice que nadie más que él y su equipo de rodaje saben qué es lo que se rueda y cómo se rueda, aunque los que están en la grada o se nutren de entrevistas o de especulaciones o pagan su entrada en taquilla, recreen su propia película, es decir, la película que les hubiera gustado hacer, la cual tiene poco que ver con las tripas reales de una producción.

Hay actores que son seleccionados por su físico: sea el que sea, que puede valer para el malo, para el bueno o para el regular. Los hay con o sin frase, sencillamente figurantes o que son llamados porque hablan inglés o el idioma que convenga a la obra. Y lo peor no está en que el público se crea esto o lo otro y convierta lo que imagina en misterio. Lo peor le parece que es cuando un artista se lo cree, se echa por encima la capa de oropel y hace declaraciones donde el “yo” predominante juega un triste papel de mesa camilla, o sea, para él y los suyos, todos cortaditos por el mismo ras. Algo así como lo que decía Paco Toronjo, que tanto dijo cantando: “Aquel que dice yo soy es porque no tiene quien le diga tú eres”. 
Este Director homenajeado, del que sigue sin venir a cuento el nombre, puede dar o no lecciones en la pantalla, pero las de la modestia y la moderación que impartió en el coloquio y repitió en la cena fueron, sencillamente, magistrales. 

© Manuel Garrido Palacios

Suzanne Valadon

Sous-bois, 1914
Suzanne Valadon
(Bessines 1865 – Paris 1938)
huile sur toile, 55 x 46 cm.
Collection privée
Pinacothèque de Paris

Miguel Madeira

Miguel Madeira
OBSSESÃO
Editora Chiado
presentación:
28 agosto 2015 · 18:30 · Biblioteca Municipal · Loulé

Palabras de andar por casa/Diccionario


Diccionario de palabras de andar por casa 
(Huelva y provincia)
Manuel Garrido Palacios
        
        1ª edición 2006        2ª edición 2008     
Calima Editores. Mallorca        Universidad de Huelva 

Prólogo a la 3ª edición

Manuel Garrido Palacios es lo que se dice un humanista: etnógrafo —El cancionero de Alosno (1996)—, novelista —El Abandonario (2001)—, cuentista —Historias de un destiempo (2008)—, ensayista (lean los estupendos ensayos agavillados en su blog), realizador de cine y qué sé yo más. Y desde hace años, Correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, con la que, asidua y puntualmente, colabora. 
La elaboración de un diccionario como este solo se puede llevar a feliz término si se aman con apasionamiento las palabras; las palabras y la tierra feraz de donde brotan. Estamos ante un diccionario singular: un diccionario que recoge voces y expresiones de una región muy concreta de la geografía española: Huelva y su provincia. Para mí, abrir las páginas de este diccionario es adentrarme, hurgar, escarbar en mis propias raíces. Siempre he creído que las raíces se llevan dentro, y que vaya uno donde vaya, nunca se deja de ser lo que se es. Pese a mis tres décadas de vida en Nueva York, no he dejado jamás de sentirme profundamente andaluz. No digo que el emigrante, el exiliado, deba rechazar el influjo del país o países de asilo (lo que sería tan contraproducente como monstruoso), sino que pese a la lejanía en el tiempo y en el espacio, esa pulsión que nos lleva a reconocernos en el otro, en el hombre de nuestro propio terruño vital, en sus palabras, en sus expresiones, en su acento, en sus gestos, no debería morir nunca. Es más, en ella se oculta la clave de nuestro verdadero sentir, de nuestra identidad más genuina. Hojeando este Diccionario de palabras de andar por casa, de Garrido Palacios, pronunciando en voz bajita aquella o esta palabra —palabras luminosas, palabras con sabor a mar, palabras con olor a sierra—, he sentido que recuperaba recuerdos adormecidos de mi infancia, paraíso perdido. Aquella tierra, aquel sol, aquel mar, aquellas sierras me hablaban al oído, me cantaban por fandangos y por alegrías. Huelva y Cádiz. ¡Casi ná!. 
Otra de las razones por las que desde el principio este Diccionario de palabras para andar por casa me ilusionó tanto, tuvo y tiene mucho que ver con otro de mis caballos de batalla: el andaluz. Como dije antes, he sido siempre defensor acérrimo del habla andaluza. Por ello, cuando oigo en la Radio Televisión de Andalucía a locutores y locutoras hablando (o esforzándose en hablar) un castellano castizo me lleno de vergüenza ajena y de indignación. No es que tenga nada en contra de la pronunciación castellana (todo lo contrario), pero esa actitud camaleónica me parece una verdadera falta de responsabilidad, una aceptación tácita del complejo de inferioridad que todavía, ¡parece mentira!, acarrean muchos andaluces. Yo les aconsejaría a esos locutores y locutoras de medio pelo que tuvieran siempre a mano el Diccionario de palabras para andar por casa de Manuel Garrido Palacios para que no se olvidaran nunca de la gran riqueza léxica de nuestros pueblos, ni del habla andaluza, un habla, y lo dice nada menos que Rafael Lapesa, “de fonología y morfosintaxis revolucionarias”.

© Gerardo Piña-Rosales
Director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York.
© Fotografías de portadas: Héctor Garrido

Stanislaw Lem

Máscara
Stanislaw Lem
Trad. Juana Orzechowska
Ed. Impedimenta

“Lem no es un genio del género, sino un genio a secas”
Lucas Martín (La Opinión de Málaga)

René Girard


René Girard
La violencia y lo sagrado
Ed. Anagrama
Barcelona 1983

Simone Martini / Lippo Memmi

Simone Martini / Lippo Memmi
La Anunciación (1333)
Temple sobre tabla (265 x 305) 
Uffizi. Florencia 

Tríptico pintado para la capilla de San Ansano en la Catedral de Siena. Obra admirada del arte italiano, sugestiva por la inmaterialidad de las imágenes y por la refinada elegancia decorativa. Martini será el artista senés inspirador de una corriente artística que dominará la pintura del siglo XIV: el  Gótico Florido. Los Santos Ansano y Julita, a los lados, son de Lippo Memmi.

© BET.

Manuel Garrido Palacios

Touches blanches, Touches noires 
Éditions Le Soupirail
Francia

Fragonard

Jean-Honoré Fragonard
(Grasse 1732-Paris 1806)
The reader. La lectora (H. 1771)
National Gallery. Washington

Moïse Kisling



Moïse Kisling 
(Cracovie, 1891
Sanary-sur-Mer, 1953)

◄ Femme au pull-over rouge, 1917
La Jeune Cuisinière, 1910 

Colection privée
Pinacothèque de Paris

Severino Boecio






Severino Boecio (s. V)
De arythmética
y de música
BNM

A GUITARRA PORTUGUESA







  







A GUITARRA PORTUGUESA
Exposição · Agosto - Setembro 2015 · Casa do Sal · Castro Marim · Algarve - Portugal

E. F. Benson




E. F. Benson
La señorita Mapp
Trad. José C. Vales
Ed. Impedimenta


Crueldad exquisita, terrible pero ligera como las burbujas del champán.
(Cuadernos del Sur)


MÚSICA y MÚSICOS




La música está en el aire. El músico abre un surco, la siembra y la da al mundo. Este proceso, que por hacerse a diario parece fácil, es el germen de toda creación. Cuando veo al niño empinado ante el piano para medio rozar una tecla, digo que está aprendiendo a sembrar belleza. Cuando veo a músicos moldear esa energía invisible que ellos perciben, sonidos que para los demás no existen hasta que ellos los atrapan, digo que están sembrando belleza. Esto me sugieren las imágenes de Luis Delgado ante el teclado y David Garrido con su bajo beatleliano. El último concierto al que asistí de Luis fue en un templo. El de David, en la banda sonora de un film. La música de estos músicos sonó en ambos casos a esa siembra de la belleza. Traducida a palabras: a verso, a puro verso. 


Johannes Vermeer

Johannes Vermeer (1632-1675)
Mujer con una balanza (h. 1664)
Woman holding a balance
National Gallery of Art · Washington

Asisto a un coloquio en un club tras ver una película sobre Vermeer, pintor del que el Museo del Prado ofreció hace un tiempo la exposición «Vermeer, el interior holandés» Grato ha sido ver filmada su vida como lo fue admirar su obra de cerca para disfrutar de lo que constituyó, a mediados del siglo XVII, otro adelanto de la gran fotografía que se hace hoy para la pantalla, porque sus obras nos permiten ver esos interiores domésticos tan difíciles de iluminar para el celuloide. Junto a sus pinturas estaban las de sus contemporáneos Borch, Dou, Hooch, Maes, Metsu y Steen, artistas dotados de talento excepcional y, curiosamente, vecinos todos en ese palmo de terreno que propició el mutuo enriquecimiento de ideas. 
Sus cuadros, medianos de tamaño, todos de formato vertical, juegan con perfiles humanos, en general, de mujeres, que, según los comentarios al uso, cobran una importancia que no habían tenido en la historia del arte más que como vehiculo de conceptos alegóricos o como figuras religiosas o mitológicas. Esto, más la común textura de los materiales, el contenido simbólico y la composición geométrica, dan suficientes elementos para conformar carácter; pero destaca la luz que nutre cada escena, la fuente lumínica que da vida a los gestos, a los momentos íntimos, donde los personajes parecen sorprendidos por una cámara fotográfica que, tal como la conocemos hoy, no existía, pero que estas obras la anuncian. En sus cuadros, la luz que recibe la escena desde un ángulo podría parecer que proviene de una ventana, pero no es así. Vermeer ha pintado un cortinón opaco detrás del cual sitúa oculto un candelabro, cuya luz incide en lo que parece ventana y que es sólo una tela blanca a manera de pantalla, de donde se refleja al cuerpo de la figura que pinta. El cine mostró un día esta fórmula de luz reflejada frente a la de luz directa, la cual atenuaba arrugas, imperfecciones en los rostros y sombras no buscadas. Como colofón, un cuarteto de cuerda trajo obras de Mozart, Pachelbel y Vivaldi para hacer que la pintura de Vermeer flotara en la memoria con más intensidad merced a la magia sonora. Una vez se dijo sin decir palabra que la belleza llama a la belleza, lo bueno a lo bueno, el arte al arte.

© Manuel Garrido Palacios

RON MUECK

RON MUECK
Exposición
PARIS

Picasso

Pablo Picasso (1881-1973)

          Mujer con sombrero (1935)               Portrait de femme (1928)
     Retratos. Centre Pompidou                Naissance d’un musée
             Fund. MAPFRE . Madrid                                    Louvre Abu Dhabi / Paris 

Fractales

Héctor Garrido
Fractales
Anatomía íntima de la marisma

Calderón de la Barca en Nanjing, China

Calderón de la Barca en Nanjing, China

Establecido el Grupo Teatral Estudiantil Quijote en el Instituto Jinling de la Universidad de Nanjing, China, el 29 de mayo de 2015 se estrenó La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca.

Chen Kaixian
http://v.youku.com/v_show/id_XMTI5OTU1NTQxMg==.html?x&from=timeline&isappinstalled=0

SALVIATI

Francesco Salviati (1510-1563)
Portrait d'un luthiste
(Jacquet du Pont?)
Huile sur bois, vers 1530
Musée Jacquemart-André
Paris

MAGNELLI

MAGNELLI
Pintura (1915)
Propiedad del artista

Luis Delgado / David Garrido

 Le preguntan a Miguel Ángel (sólo cabe uno por milenio) por su técnica, su maña, para sacar en un solo bloque esculturas: una, ¿para qué nombrar ésta o aquélla? Y responde: ‘Escojo la piedra, quito lo que sobra y dejo limpia la imagen que estaba dentro’. Le preguntan a Picasso ante uno de sus cuadros cuánto tarda en culminar la obra: una, ¿para qué nombrar ésta o aquélla?. Dice: ‘Tres mil años’. Se podría seguir el rastro de tan iguales respuestas a tan distintas preguntas. O al revés. Si se les preguntara a músicos como Luis Delgado o David Garrido, juntos en el estudio que el primero tiene en Urueña, para qué hacen música, dirían: para resetear el alma y sacar el sonido que la habita. El último concierto al que asistí de Luis Delgado fue en una iglesia. El de David Garrido, en la banda sonora de un film sobre un pintor. La música de estos músicos: una, ¿para qué nombrar ésta o aquélla?, me suena a verso de Góngora, a algo así: ‘Vi venir de un colmenar, / muchos siglos de dulzura / en unos años de edad’. A veces la respuesta sale al paso sin que haya habido pregunta previa, o sin que el oído humano la haya percibido. El Arte es un todo misterioso, una síntesis de algo fuera del tiempo.

KANDINSKY

KANDINSKY
Composición (1923)
Colección M.S. - París

SEVERINI

SEVERINI
Danzarina (1913)
Colección Estorick
Londres

Monumento de las Nereidas

Monumento de las Nereidas
(aprox. 380 a. C.)
Museo Británico. Londres
Procede de Xantos, Licia, Turquía

Edificio funerario erigido por una dinastía Licia (¿la de Arbinas?) que mezcla elementos iconográficos y diseños griegos y persas. Las figuras de pie entre las columnas podrían representar a las Nereidas, ninfas del mar. 

Lendas Galegas de Tradición Oral

LENDAS GALEGAS DE TRADICIÓN ORAL
Ed. X.M. González Reboredo
Editorial Galaxia
Vigo 

EL ESCRIBA SENTADO

EL ESCRIBA SENTADO
Cuaderno de Paris
Manuel Garrido Palacios 

Si se entra al Louvre por la puerta Sully al encuentro de la cultura egipcia, lo primero que sale al paso es la sala de los escribas, cada uno en su urna en postura de profesional de la comunicación con su papiro dispuesto sobre las piernas cruzadas. Visto el conjunto de golpe se piensa que se está ante el cuadro de una agencia de prensa cristalizada en cronistas de las dinastías 19, 20 y 21, con su tintero y su sello para marcar documentos. Miles de años nos separan de la visión de lo que podría imaginarse la redacción de un viejo periódico, donde en vez del director preside la sala el dios Thot, mientras que Horus no pierde ojo como buen redactor-jefe. En el Louvre cada cual tiene sus visitas fijas como si fueran viejos familiares a los que no se les puede perder cara, además de disfrutar de todo lo demás y de lo que las salas previas ofrecen como exposiciones pasajeras. ¿Qué se saca de una sala que es casi de paso? ¿Qué podría ofrecer una fría mañana una reunión de escribas? Mucho. Uno se figura que el que está más cerca del ventanal por donde se ve la calle ha escrito esto: ‘Un gran inconveniente de la guerra social comparada con la guerra ordinaria es que las influencias de la ley natural están más o menos combatidas por la voluntad y las instituciones humanas, y no es siempre mejor el más robusto, ni el más adaptado el que tiene la suerte de subir. Al contrario, por lo regular suele sacrificarse la grandeza individual del espíritu a preferencias personales inspiradas por la posición social, la raza y la riqueza’. Un poco más allá, otro escriba podría decir en su papiro: ‘La sociedad debe estar organizada de forma que la felicidad de uno no nazca de la ruina de otros; lo justo es que cada individuo encuentre el bien propio en el de la colectividad, y viceversa, que resulte de la colectividad únicamente el del individuo’. No para ahí la cosa; el escriba que queda frente parece hacer señas para que se le lea su obra del día: ‘Llegará un tiempo en que la distancia entre el punto de partida y el de llegada se ensanchará de tal modo, que los mismos sabios del porvenir se negarían a admitir la posibilidad de un lazo entre ambos, si los escritos y los vestigios del pasado no les dieran los materiales necesarios para guiarles en su juicio’. También se puede sentir en la sala el siseo de un escriba aislado que ofrece su texto: ‘No hay mano que detenga a la Tierra en su curva, ni oración que detenga al Sol, ni calme el furor de los elementos que luchan entre sí. No hay voz que despierte del sueño de la muerte, ni ángel que liberte al prisionero, ni mano que baje de las nubes para dar pan al hambriento, ni signo celeste que dé conocimientos sobrenaturales’. Lo que es común a todos estos escribas es el estar erguidos con un orgullo de oficio expresado con el cuerpo, aparte de saberse notarios de la Historia. Los escribas tienen la postura tan fijada porque quieren decir con su lenguaje corporal que se puede escribir durante siglos guardando semejante equilibrio, o apoyados en una mesa, o sobre el muro, o en el propio lecho siempre que se escriba en libertad lo que se desee escribir. Cualquier postura será válida, menos de rodillas.

© Manuel Garrido Palacios

María J. de la Vega

María J. de la Vega
Esto forma el presente
Col. LdA/poesía
Libros del Aire  

María J. de la Vega (Madrid) es premio de novela corta 'José de Churriguera', Ayuntamiento de Leganés. Ha publicado en la antología El Poeta y su Ciudad, de Julia Barella (Madrid, 1991), en la Revista Cuadernos del Matemático y en espacios de la Red. A su primer poemario: A este lado del tiempo (Madrid, 2005) le siguen Ciudades invisibles (Madrid, 2008) y Tierra (Madrid, 2010)

(contracubierta)

¿Qué forma el paisaje que constituye cada vida en un momento determinado, por ejemplo, el presente? Mirar alrededor y preguntarse, o, simplemente, mirar para saber. Y aunque parecería que son los mismos elementos –amor y desamor, cansancio y esperanza- y es idéntico el pesar –ese tiempo que transcurre implacable para cada criatura, la frágil condición de la dicha y la dureza de la desdicha en un mundo insolidario y feroz- un escrutinio atento podría descubrir que es otra la textura, otra la trama de los hilos, otro el esfuerzo necesario para seguir andando en el ahora de cada cual. Otra la luz también , y otro el corazón secreto de las cosas.
Un día levantas la mirada y te preguntas. Esto forma el presente es sólo una respuesta.

© María J. de la Vega

Basílica Catedral de Saint-Denis

Basílica Catedral de Saint-Denis
Abadía real
Necrópolis de los reyes de Francia

Se eleva en el emplazamiento de un cementerio galo-romano que alberga la sepultura del santo, considerado primer obispo de París, muerto hacia el año 250. Lugar de peregrinación, es construida en el siglo V, y Dagoberto, en el s. VII, es su benefactor. En ella se corona rey Pipino el Breve en 754. Se convierte en una de las abadías benedictinas más poderosas de la Edad Media. A partir del s. VI es enterrada en ella gran parte de la realeza de Francia.
En el s. XII, el abad de Saint-Denis, Suger, influyente personaje político, hace de la abadía una obra maestra del primer arte gótico. Reconstruye el edificio siguiendo nuevas técnicas arquitectónicas, rosetón y bóveda sobre crucero de ojivas, inundando el interior de luz coloreada. En el s. XIII, bajo el reinado de San Luis, nuevas obras dan a la basílica su aspecto actual, aunque las guerras y la Revolución precipitan su decadencia. Restaurada en el s. XIX, en particular por Viollet-le-Duc, se alza en catedral en 1966.

F/F

Freundlich

Freundlich
Composición. 1930
Museo de Saint-Etienne
Francia