Las Hurdes


LAS  HURDES:
FINAL DEL CAMINO
Manuel Garrido Palacios

RAZÓN y FE
(Revista
hispanoamericana
de cultura)

Tomo 226
Páginas 553─569

y

EL PÁMPANO ROTO
Calima Editores
Palma de Mallorca

Un cuento contado en Doñana



Un cuento contado en Doñana

§

Manuel
Garrido Palacios 

§ 


Cuadernos de Almonte nº 61 / Portada: Seisdedos 

Aránzazu de Isusi






Aránzazu de Isusi
Cuentos de sombreros y paraguas
Ed. Cuadrivium, Girona





El cuento es “un género dotado de una vitalidad, una intensidad y un impulso indudables”, dice Ángel Zapata en el prólogo del libro de Aranzazu de Isusi, y añade que es porque el cuento ha tomado el testigo de esa voluntad de búsqueda “que inspiró siempre a la mejor literatura” y que en los últimos tiempos padece “una anemia generalizada”. El cuento que da nombre al libro (segundo de los dieciocho que trae) dice así:

“Vi por primera vez a la mujer que se dejaba los paraguas en un bar poco antes de que olvidara uno morado junto a mi abrigo. Si me fijé fue sólo porque era violeta. Como me enloquecen las mujeres violáceas -y ésta lo era mucho- recogí su paraguas morado y volví al día siguiente a la misma hora, metí el paraguas debajo de la barra y esperé. Esa noche no llovía. Las siguientes noches hice lo mismo, pero ella no apareció. El lunes llovía con ganas y decidí no ir al bar y es que, aunque fuera violeta, con esa lluvia me pareció que no era para tanto. Además, seguro que había miles de mujeres de ese color que no tenían la fea costumbre de dejarse los paraguas. Pero la casualidad hizo que la viera en la parada del autobús bajo su paraguas y, como llevaba una semana esperando, me detuve para mirarla. Estaba mojada pero sé que esto nunca les importa a este tipo de mujeres. Dudé si bajarme del coche pero al ver que una moto salpicaba sus piernas largas y violetas, me decidí y le ofrecí llevarla a su casa. La mujer que se dejaba los paraguas morados en los bares, aceptó.
Le dije que en el asiento trasero encontraría su paraguas, que lo había guardado para devolvérselo. Pero la mujer que acostumbra a dejarse los paraguas en el bar también se los deja en los coches y, cuando me quise dar cuenta, estaba demasiado lejos para gritarle que se estaba calando y que se había dejado los dos paraguas: uno en el asiento delantero y otro detrás. El hecho de verlos en mi coche me ponía extrañamente nervioso y, como llegaba la temporada de lluvias, me propuse averiguar si se los dejaba siempre. 
La esperé en el bar para observar cómo, día a día, se olvidaba el paraguas. Y día tras día la perseguí, la llevé a su casa y la miré de lejos sin poder evitar que en mi coche se quedaran sus paraguas. Ya no podía quitármela de la cabeza. Realmente era la mujer más violeta que había conocido, y desde que reconocí en un paraguas su infancia, en el plegable sus deseos, en el de flores sus fracasos y en el morado sus tonalidades violetas, mi único cometido fue evitar que se dejara los paraguas e intentar que recuperara alguno. Sin embargo, nunca lo conseguía: un día llegaba a casa con su primer amor en un paraguas rosa y al siguiente, con su maternidad en uno rojo. Y como vivir para recoger los paraguas de una mujer violeta acaba siendo insoportable, aprovechando que apareció por mi oficina cogí su paraguas y la llevé a mi casa para hacerla entrar en razón. Lloró con rabia en el sofá y me hizo comprender que ella no salía a ganarse la vida, ni a ir al cine, ni a comprar el pan sino a dejarse los paraguas. Eso le quitaba el aire y la hacía tan violeta. Quizá era lo que me gustaba de ella. Pero como no podía seguir viviendo bajo la amenaza de los paraguas que se va dejando una mujer, tomé cartas en el asunto.

Le até el paraguas al brazo y la obligué a salir por la puerta. Entonces comenzó a temblar y al verla tan vulnerable, devolví el paraguas al paragüero y la abracé muy fuerte. Traté de convencerla para que cambiara de actitud, le dije que seguro que había algo con lo que quería quedarse. Tenía la suerte de poder recuperar sus deseos, su primer amor o el paraguas rojo con su maternidad; yo los había recogido y los guardaba celosamente. Si era eso lo que le quitaba el aire, estaba dispuesto a ayudarla. Y ella que no, que le daba igual, que le gustaba verse violeta. Y como las mujeres que se dejan los paraguas son muy compulsivas además de cabezotas, la metí debajo de mi edredón, me di media vuelta y, con su imagen tranquila e infinitamente violeta, me quedé dormido.

Al despertar llovía desconsoladamente y al verme solo salí a buscarla. La casa estaba vacía pero en el paragüero de la entrada se dejó un paraguas verde y la esperanza”.
Hoy el libro habla por sí mismo de su calidad a partir de esta deliciosa historia.

© Manuel Garrido Palacios

Carlos E. Paldao (ANLE)






La Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) en Nueva York, incorpora a 
CARLOS E. PALDAO
como Miembro Correspondiente. 


“Me satisface enormemente que la Directiva de la ANLE haya decidido nombrar Correspondiente a Carlos E. Paldao […] Lo tiene más que merecido. Como Colaborador, ha estado siempre al pie del cañón: ha coeditado, con Steve Strange, el libro Antes de la fundación de Jamestown. Primeros escritos hispanounidenses; ha colaborado, como miembro del Consejo Editorial del Boletín de la ANLE, en los últimos números de esa publicación; coedita el Boletín Octavio Paz, y prepara la publicación de unas Memorias de Anderson Imbert, entre otras actividades […] Paldao está a punto de publicar el primer número de la Revista de la ANLE, de la que es director […] posee un talento organizativo y una capacidad de trabajo verdaderamente asombrosos. Me alegro, pues, muchísimo de este nombramiento: en la ANLE todos seguiremos beneficiándonos de sus vastos conocimientos y de su vital entusiasmo”.

© Gerardo Piña-Rosales. Director de la ANLE.


“La noticia me tomó totalmente de sorpresa y me quedé bastante emocionado por esta verdadera ‘rosa de invierno’ por la que estoy muy agradecido con los miembros de la Academia porque ya poder participar de sus programas, proyectos y actividades era un verdadero privilegio al que se suma ahora este nombramiento […] Nuestra Academia está hoy urgida por el esfuerzo, la disciplina y la persistencia de expandir y consolidar el futuro de la lengua y las letras hispánicas sobre las bases que, con una visión de futuro viable, real y posible, sentaron quienes la concibieron. Por eso, a todos los que aquí, hoy y ahora estamos en ella, nos compromete llevar a la práctica lo que nos dijera Don Pedro Henríquez Ureña: Amigos míos, a trabajar”.

© Carlos E. Paldao

Alejandro Herrero




Crónica del sábado 6 abril 2013
Reconocimiento al insigne arquitecto
que diseñó y dirigió la obra de construcción
del poblado minero de
MINAS DE HERRERÍAS
y rotulación de una avenida
con su nombre
Introducción al libro publicado en su centenario


En 2011 se cumple el centenario del nacimiento del arquitecto Alejandro Herrero Ayllón. Hablando de ello con familiares y amigos se nos ocurrió la idea de hacer algún sencillo acto conmemorativo, que sirviera como homenaje a su memoria y así recordar los aspectos clave de su obra y de su persona, ambas estrechamente vinculadas a la ciudad de Huelva y a sus gentes. Unos años atrás, en 2008, el profesor José Ramón Moreno, arquitecto y amigo, nos había pedido alguna información  para publicar un estudio sobre las barriadas de vivienda social que nuestro padre había proyectado para mineros, agricultores y pescadores en diversos pueblos de la provincia. En ese trabajo, titulado ‘Semblanza de un arquitecto cabal’, el profesor Moreno explica la contribución del arquitecto como tal, enmarcada en el contexto histórico de la precaria sociedad española de posguerra, y analiza aspectos personales a través de las memorias de sus proyectos. Cuando reflexionábamos para darle forma a la conmemoración de su centenario, nos pareció que la idea de realizar un homenaje tendría acogida entre quienes compartieron tiempo con él. Pensamos que la
combinación de obra y persona sería una fórmula original para traer su recuerdo al presente. Creímos que sería interesante reunir en un mismo documento aspectos de la obra del arquitecto junto a los recuerdos que de su persona hubieran pervivido en la memoria de sus coetáneos. Consideramos que el homenaje podría constar de dos partes: un seminario en Huelva sobre su arquitectura y un libro de recuerdos. Contactamos con José Ramón Moreno y le propusimos que fuera el coordinador del homenaje, lo que aceptó generosamente. Dejamos 
constancia de nuestro agradecimiento a su desinteresada dedicación a esta tarea. Se diseñaron las jornadas contando con la colaboración de profesores de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, que tuvieron reíación con su persona o con su trabajo ─Víctor Pérez Escolano, Eduardo Mosquera, Teresa Pérez Gano y Fernando Carrascal─, y con María Dolores Lazo, Jaime Montaner y Francisco Javier Vallejo. Todos ellos son ponentes de las jornadas; cada uno aborda un aspecto de la obra del arquitecto Alejandro Herrero y quedan a cargo de Carlos Navarrete los comentarios sobre su personalidad y su trayectoria vital. A todos ellos, nuestra sincera gratitud por su generosidad y entusiasmo. Al mismo tiempo, nos propusimos recabar el recuerdo que de él hubiera quedado en la memoria de quienes lo conocieron en sus diferentes facetas, bien fuera como arquitecto, como amigo, colaborador o familiar, de modo que se pusiera de relieve, con diferentes perspectivas, la singular combinación de valores personales y profesionales que caracterizaba a nuestro padre. Queremos dejar constanda de nuestro profundo agradecimiento a todos los que han enviado sus páginas de recuerdos, todos ellos tan positivos, cariñosos y entrañables. Un reconocimiento especial a Juan Manuel Seisdedos por su dibujo de la gasolinera de El Punto, hecho para la portada de este libro [y] a todos los que han hecho posible la realización de este homenaje con su desinteresada dedicación. 

© María Agustina y Alejandro Herrero Molina
Madrid y Bruselas, septiembre, 2011

Héctor Garrido / Palabrero de Doñana






Héctor Garrido
Palabrero de Doñana
(Introducción al léxico tradicional
de las Marismas del Guadalquivir)
Editorial Rueda
Madrid 2000


El autor del Palabrero, Héctor Garrido, me pasa el texto para que lo ojee (de ojo) y lo hojee (de hoja). Y lo hago con amor por una razón fundamental: porque con amor, libreta en mano, ha recorrido Héctor el espacio donde trabaja (Doñana) como técnico especializado en avifauna. Este ir y venir por el Parque Nacional de Doñana ha ensimismado de tal forma al autor que ya se puede decir que ese mundo, antes de caza carnicera de reyes y pudientes y hoy parque protegido, es parte esencial de su propia existencia. ¿Por qué el autor entra, busca y rebusca las voces que han modelado y definido lo que vive, puebla y se hace en la zona de Doñana?. Veo en ello amor por unas circunstancias de vida especiales pero sobre todo, adelantarse antes que las nuevas técnicas aplicadas a la lengua hagan imposible el historiarla.
Este libro-catálogo, que ordena científicamente, de forma sistemática, una materia concreta (voces en el habla de Doñana) tiene el mérito del trabajo en sí pero al mismo tiempo se amplía al salvar lo que fue y poco a poco desaparecerá por asfixia en la evolución natural de la lengua. Voces que se hablan todavía o que pacientemente fue recogiendo el autor para la recuperación: de aves, ganadería, mamíferos, vegetación, viviendas, caza, pesca, paisaje, convivencia de los humanos, leyendas, playa, marismas. Todo un espacio concreto y definido en el habla que tuvo poca evolución hasta la segunda mitad del siglo pasado y que poco a poco se pierde y se pierde.
Antes de seguir adelante con el reseñar de este trabajo paciente y serio de Héctor Garrido quisiera meterme dentro de la voz palabrero, que usa como sinónimo de diccionario. Palabrero tiene en el DRAE, como primera acepción, "que habla mucho" y como segunda, "Que ofrece fácilmente y sin reparo, no cumpliendo nada". Y Héctor, marchando contra corriente en su título, cambia el sentido que da la norma y busca, precisamente, lo opuesto. Palabrero, ahora, intenta ser y por intentar viene a ser, asiento de palabras usadas de y sobre personas, animales y vivencias en una zona protegida del sur de España (Doñana). Y no es excepción que tal caso ocurra: recuerden que la palabra huésped significó hasta el siglo de Oro a la persona que recibía; en el presente, al que se recibe, es decir, lo opuesto de su original significado aunque en el DRAE se utiliza, todavía, con la nueva, la antigua acepción. Confidente es el "fiel, seguro, de confianza […] persona a quien otro fía sus secretos". Pero hay una tercera acepción que poco a poco ha ido ganando: "la persona que sirve de espía". Y no se puede ser bueno y malo a la vez. En este caso específico la tercera acepción se irá imponiendo. Que vaya todo esto para apuntalar la selección de palabrero.
En ese mundo singular de Doñana, mundo aparte, Héctor nos descubre voces que tienen significación diferente a la del habla común, así: encaramarse, en sentido de "acurrucarse entre la vegetación" cuando el DRAE da, "levantar o subir una persona o cosa a lugar dificultoso de alcanzar"; empadronar en el habla de Doñana es, "podar al árbol las ramas más gruesas" cuando en el diccionario oficial es, "asentar o escribir a uno en el padrón o libro de los moradores de un pueblo".
Por tratarse de una zona de Andalucía es normal la elimina ción de la consonante final en terminación ado (influencia andaluza que ha llegado hasta la capital de España), así en Doñana, "entreverao", con la misma significación que en el diccionario. Una nota importante, que Garrido reseña, es la influencia de las dos orillas del Guadalquivir que siendo ambas andaluzas van marcando las maneras singulares de la zona de Sanlúcar de Barrameda, por un lado y por la otra la zona del Condado, con Almonte como punta extendida penetrando en Doñana.
El libro nace del contacto entre seres que poblaron y pueblan el espacio de Doñana: guardas, pineros, carboneros, pescadores, cazadores furtivos. El mérito del autor está en haber podido dialogar y encuestar a personas que vivieron o viven ese mundo de Doñana. Y son esos seres los que han dado y dan nombres singulares a todo lo que les ha rodeado o rodea: aves, mamíferos, espacio, vegetación. El saber popular marca y define las inclinaciones de la lengua que se habla y las novedades a la hora de nombrar o por mejor decir, rebautizar lo que se ve, toca o siente. Así, muchas veces, la diversidad de nombres a una sola cosa, a veces, por la influencia de las dos orillas apuntadas del río en su paso por el este de Doñana: una viéndola en la distancia; la otra, tocándola.
Hay en la colección de voces de Héctor Garrido palabras que atraen por lo que aportan. Así el adverbio trehantié, por hace tres días (anteanteayer, con h intercalada aspirada); uva palma, al fruto del palmito; sopeao, tomar la sopa fresca; yoha, como saludo en la zona. La cura medicinal tiene espacio en este libro como, piedra viborera, hecha de forma minuciosa con una parte del cuerno de ciervo; patero, cazador de patos; otoñá, por la estación de otoño tan importante en la zona de Doñana; lluvias abundantes: abundancia para los animales que pueblan el Parque; sequía, hambruna; rocío, con significación de fiestas y devoción mariana. Virgen del Rocío, viva en las romerías en la zona desde el siglo XIII.
En la introducción que hace el autor a su libro Aves de las Marismas del Odiel y su entorno y la que hace en el Palabrero de Doñana, que comentamos, me da pie para formular algunas conclusiones sobre el autor y la obra: 1) Que el trabajo que realiza Héctor Garrido Guil es fructífero porque sigue a pie juntillas su vocación; 2) Que sobrevuela en lo que recoge y dice un gozo mantenido; 3) Que con lo técnico va un hilito de creación literaria, pasión etnográfica y conocimientos científicos y 4) Que se identifica con su profesión y vive su misión recreándose en el bien que realiza. La muestra que realiza con su Palabrero es de calidad. Y ahora podrá decirse lo que a veces ocurre: talento hereditario que se ramifica en la diversidad.

Dr. Odón Betanzos
Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York

Revista de Folklore nº 373

REVISTA DE FOLKLORE nº 373
Urueña


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