Joaquín Díaz



ROMANCES DEL CID
Joaquín Díaz




La voz de Joaquín Díaz trae de los siglos pasados la flor: su poesía; y si poco necesita el hombre Joaquín para hacerlo, menos pide el artista Díaz para darlo; sólo eso, su voz, voz en tono preciso, que ni es vendaval ni aire quieto, justa para poner latido nada menos que al Romancero del Cid, voz que se adorna con los matices de un laúd medieval, un cello teclado, un oboe, la tromba marina, la zanfona, percusión lejana, su guitarra..., todo como marco donde encajar la voz que trae el verso, voz a la que España debe parte de su memoria. Ahora le debe más por este disco, nacido para crecer como modelo, fruto de toda una vida tallada en la búsqueda de la belleza, que eso es el artista: un buscador de lo que hay por aquí y que tan desapercibido pasa. Si el 'Cid es el héroe de nuestra historia antigua que representa el ideal caballeresco', los versos de sus andanzas parecían esperar a este Joaquín Díaz, referente para muchos de los que profesamos en la Etnografía, en el Folklore de a pie, en la grandeza de lo llano, en la pura Ciencia de la Tradición, para ser cantados. Por si no bastara su medio centenar de libros, su hurgar incesante en tanta raíz oculta, sus innumerables temas grabados, ahí están estos quince Romances del muy valeroso Ruy Díaz de Vivar, verso y música que disfruto mientras escribo y que me hacen pensar en que si fuera la única obra de Joaquín, sería suficiente para que su nombre quedara impreso (lo está desde hace años) en ese libro invisible del reconocimiento colectivo, que parece poco. Y resulta hermoso que, aún cargado con tan rico material de siglos, no se apalanque Joaquín en el pasado. El pasado lo hace presente con toda la fuerza de una obra magna, para colocarlo en el umbral del futuro que está ahí mismo, vigilante que aguarda a ver qué le traemos cada uno. Rodrigo Díaz de Vivar le trae su historia. Joaquín Díaz de Urueña la canta.

© Manuel Garrido Palacios.