Carmen Castilla Vázquez




Análisis de la dimensión simbólica de una devoción: 
la Virgen de Coronada en Calañas

DEMÓFILO
Revista de Cultura Tradicional
nº 12. Sevilla 1994, pp. 75-92 (frag.)





...el Odiel es el río principal que desagua en la zona hacia el este de Calañas. Nace en la sierra de Aracena, formado por varios arroyos, tiene un caudal muy escaso, pero su importancia radica en separar la cuenca minera oriental de la occidental, dentro de la cual podría localizarse Calañas, dándole a esta última una mayor relación en cuanto a contactos físicos y humanos con el resto de la comarca. Por la mina de Sotiel Coronada discurre mojando los muros del santuario de Nuestra Señora de Coronada y en sus orillas se disponen los romeros que acuden a Sotiel el día de la Virgen. Cuentan los calañeses que ‘su romería tiene mucho que ver con ese río’, y ya el escritor onubense Marchena Colombo le aplicó el calificativo de ‘río Sagrado’. Si es verdad que cualquier lugar puede desencadenar una vivencia religiosa, es evidente que algunos tienen una mayor capacidad de despertar sentimientos religiosos que otros. En este sentido, el santuario al que nos referimos goza de unas características que lo hacen merecedor de estas experiencias religiosas. El santuario, situado en un cruce de caminos y cercano a este río, goza de una significación simbólica para la comunidad, pues fue allí y no en otro sitio donde, queda demostrado, por las leyendas que se relatan, apareció la imagen. En este contexto físico es donde se desarrolla la romería. Unas coplas alusivas nos lo cuentan:

Vamos de romería / a Sotiel,
por ver la virgencita / del Odiel.
A la orilla del río, / bajo su puente,
en la arena sentada / se ve la gente,
y en las alforjas / traen huevos, salchichas,
y dulces toronjas,
Del río le traemos / verde romero,
por tejerle guirnaldas / a este lucero.
Las relaciones humano-divinas se canalizan en muchas ocasiones a través de imágenes de devoción local; devociones adquiridas como propias por una comunidad, con un área de influencia delimitada territorialmente y expresan en sus manifestaciones, un tipo de religiosidad popular particularizada en una religiosidad local. Calañas representa un claro ejemplo de devoción a una imagen local de larga tradición -Ntra. Sra. de Coronada-, venerada en su santuario de Sotiel Coronada, a 8 km. del pueblo. Con esta imagen los calañeses singularizan la generalidad de devociones marianas en una advocación de carácter local, apropiada como patrimonio sagrado de la comunidad. El carácter localista se aprecia a través de los distintos mecanismos de apropiación, legitimándose mediante la leyenda de aparición y hallazgo de la imagen en su término municipal.
La importancia de esta fiesta en el pueblo, relacionada con el motivo sagrado de la Virgen de Coronada, la reconstrucción del ritual y la actualidad del mismo, nos llevaron a preguntarnos por las funciones antropológicas del mismo. Esta fiesta se encuadra dentro de aquellas fiestas-romerías tan abundantes en todo nuestro territorio. Pienso que es importante resaltar las peculiaridades que una fiesta patronal como ésta presenta, y cómo han repercutido en la configuración de la población a la que pertenecen. Estas manifestaciones religiosas que tienen lugar en Calañas, son también utilizadas, aunque en un espacio y un tiempo diferentes, por sus emigrantes. Con ello pretenden reforzar una identidad perdida y garantizar unos orígenes, que podrían haber olvidado al salir del pueblo, ademas de contribuir a la difusión de la cultura andaluza fuera de sus fronteras. Debemos también puntualizar que cuando se trata de hablar de semejanzas y diferencias regionales o locales con respecto a las fiestas-romerías patronales, prestamos más atención a las primeras, quizás más abundantes. Sin embargo en las romerías, pese a su semejante función social respecto a la expresión de la identidad local, cada imagen -sea virgen o santo- ¬posee un carácter simbólico para cada comunidad, una conceptualización de sí misma y de las relaciones con su patrona o patrón.
El carácter simbólico de la Virgen de Coronada, patrona de Calañas, lo hemos entresacado de la convergencia de los rasgos manifestados por los informantes en sus relatos acerca del origen de la devoción y en sus propias descripciones y comentarios, sobre las celebraciones hechas en su honor. Esto implica un acercamiento a las narraciones y aún más a los rituales, de forma que sean vistos como manifestaciones producidas por los devotos o participantes en la fiesta estudiada. [...] El caso de la Virgen de Coronada, al igual que otras muchas devociones, no es una excepción respecto a la minusvaloración que se produce de lo que en cada pueblo separa a la gente entre sí, para enfatizar, en cambio, lo que les une. Sobre la Virgen de Coronada unas coplas conocidas popularmente, recogidas en la revista de las fiestas de 1966, dicen así:

Ya llegó ese día / que Calañas anhela,
día de la Virgen / de la Virgen buena
que todos la quieren / que todos veneran,
que al llegar ese día / que ansioso se espera,
todo es alegría / ya no existen penas,
y el amor a la Virgen / en el pueblo reina.
Y cuando el repique / de campana suena
todo el pueblo en masa / de viejos y nuevos,
de ricos y pobres, / casados, solteros
y los abuelillos / salen con sus galas
para ir por ella / y hasta los chiquillos
con sus canastillos / salen a su espera...

© Carmen Castilla Vázquez

Alexis Díaz-Pimienta (2 novelas)





PRISIONERO DEL AGUA
Premio de Novela Alba/Prensa Canaria
Alba Editorial. Barcelona




Alexis Díaz Pimienta (La Habana 1966) nos regala un gran fresco de su tierra sin tópicos ni maniqueísmos. “Prisionero del agua” es una historia de amor imposible [todos los amores son imposibles] y también la aventura de unos hombres que se lanzan al mar: metáfora de la crisis individual y social; un fresco hecho a pie de obra en una ciudad descrita con objetividad y belleza. Enildo Niebla huye de Cuba en una balsa por amor a Yindra Skármela. La Abuela, el otro protagonista, hace una huída circular, permutando, cambiando de casa, recorriendo la ciudad hasta volver al punto de partida: alegoría de la historia cubana más reciente. En esta espléndida novela hay que destacar la riqueza del lenguaje –fiesta del idioma-, el garbo del estilo narrativo, la fuerza de los personajes y la profunda y descarnada descripción de la vida diaria habanera. Es decir, todo. La literatura cubana de los últimos años se sobrepone a sus propios miedos. “Prisionero del agua” es una obra tan rica de matices, tan hecha a mano que, inevitablemente, quien la aborde terminará siendo prisionero de ella.






MALDITA DANZA
Alba Editorial. Barcelona




“Ser mulata, ser joven, ser cubana y vivir en España es un fastidio. Todo está bien mientras posas de ingenua, mientras dedicas todo el tiempo a enredar con tus trenzas cuanta sonrisa fácil y galanteo inútil se te atraviesan en la calle; todo está bien mientras, indefinida, te dejas arrastrar por la marea del eurocentrismo, del españolismo aséptico, del vedettismo insular y de los tópicos. Oh, los tópicos. Cuba es un trópico de tópicos. Y ahí estamos nosotras, las cimbreantes mujeres del Caribe, elevadas a la categoría inamovible de diosas del sexo y del baile: no importa que te hayas mantenido virgen hasta cumplir los veinticinco años, todo un récord en Cuba, mucho más en La Habana, y muchísimo más si tenemos en cuenta que estuve becada desde los doce años, con todo lo que significan las palabras Beca, litera, pasillo aéreo, cátedra de Educación Física, surquería de tomate, todo un campo lin- güístico que iba estrechándose hasta dejarnos acorraladas entre los sustantivos condón e himen”. Así comienza “Maldita danza”, de Alexis Díaz Pimienta, en cuyas páginas es visto el barrio de Lavapiés en Madrid a través de la mirada de una estudiante de musicología cubana y mulata. La novela muestra la vida interior de su personaje central envuelto en sus contradicciones y en lucha abierta contra los tópicos que encorsetan su vida, su forma de ser, su pensamiento. Huyendo del amor, cae en un torbellino amoroso que la arrastra por sus laberintos caprichosos y accidentados. Es una novela en la que la música, el baile y el sexo se trenzan en una ronda rítmica, marcada por un lenguaje trepidante y sensual que fuerza al lector a preguntarse si puede un baile determinar el destino de una persona. En sus páginas bailan de la mano tópicos, prejuicios, miedos, odios, amores, desamores, raza, sexo y la condición de inmigrante, todo con fondo de música clásica en un escenario en el que transcurre la vida del barrio.

E/E