Héctor Garrido / Museo Nacional Ciencias Naturales

Héctor Garrido
DE ESA AGUA NO HEMOS DE BEBER
Exposición fotográfica
Museo de Ciencias Naturales  Madrid
Preparando el milagro
de caminar sobre el agua
y el resto de los sueños
de las dolencias del alma,

vino a rajar la noche

un emisario del alba.

(Silvio Rodríguez)

AGUA, de Héctor Garrido, nos convida a deleitar nuestros ojos con un caudal de abundantes y sugerentes fotografías del potencial pictórico del agua. Nada más cierto que el razonamiento de Oscar Wilde, cuando apuntaba: "la Naturaleza imita al arte" con respecto a las posibilidades creadoras del agua. El agua es un heterogéneo baluarte para la creación que transmuta todo cuanto toca. El agua es incolora, pero su paleta contiene todos los colores del arco iris. Con sus juegos refractivos multiplica la seducción del universo. Con sus ondulaciones y destellos se deduce en una suerte arte cinético, de arte abstracto, de escritura. Una mera secuencia de agua que emerge de una fuente produce diversísimas imágenes para un ojo vigilante. Si una fotografía congela ese u otro movimiento, el resultado puede ser una obra de arte, que en cada frecuencia sería distinta. Y es que el agua es mística e inconmensurable como el dios griego Proteo, se transfigura constantemente en otros seres y formas. Escritores y poetas, también han recreado la lírica del agua; pero a propósito de esta exposición siento que Jorge Luís Borges, no erró su apuesta poética al decir:

Vi las aguas de la Tierra.
Vi los mares, lagos, fuentes y ríos que salpican de vida
y belleza los paisajes de este mundo.
Y miré a través de esas aguas,
y vi que en su seno se escondía otro mundo paralelo a éste,
poblado de figuras mutantes y evanescentes como las que transitan por los escenarios
de nuestros sueños.
Era un laberinto de oro y plata, de brillos irisados,
en perpetuo movimiento.
Y en sus turbulentas galerías,
inundadas por las lágrimas de Ariadna,
me pareció entrever la figura de Teseo
y sentí la presencia del temible Minotauro.
Y descubrí que esas aguas se carteaban con las Musas
y que, con su paleta de reverberantes colores,
recreaban el arte de la pintura.


Muchos hemos creído ver en el agua acentuadas similitudes con algunas obras de arte, o mejor dicho, con algunos estilos pictóricos. Por supuesto no con todos los estilos, porque algunos, como el realismo o el hiperrealismo, o efectos como el escorzo, persiguen más el efecto de la fotografía. En otro sentido, las probabilidades técnicas que brinda la cámara fotográfica digital consienten aproximarse, o remedar, algunas técnicas de la pintura y este referente coquetea con la expresión de Garrido, incluso sin proponérselo. El fotógrafo entona en la luz y el color y plasma fragmentos de sus sueños, desvelos y preocupaciones ecológicas y por ello elige el agua: lo más parecido a la materia que, fuera de uno mismo, conforma el mundo onírico. No queda solo ahí, es el camino de entrada, hacia una conciencia de una perspectiva medioambientalista que se pretende más profunda, menos incisiva a nuestros recursos naturales. Otro recurso utilizado por Héctor Garrido es la ubiquidad conográfica; elemento que refuerza la universal del discurso fotográfico. No podemos acertar de qué lugar se trata, de manera que el mensaje es válido para cualquier latitud.

El agua es incolora: cierto, es cuestión absolutamente admitida y científicamente probada; pero no es menos cierto que es un excelente vehículo de transmisión de la luz, y por consiguiente, del color. Sin dejar de tener en cuenta un instante el factor de oscuridad y sombra. Pero aquí debemos reparar en otro principio substancial: El agua en movimiento altera la percepción retiniana del individuo sobre la realidad creando un efecto de abstracción, que obliga a considerar aspectos no convencionales, y abre un camino a interpretaciones diversas.

Las 20 imágenes que se presentan no muestran más que otras existencias que Garrido se detiene a resaltar y no están manipuladas, que son absolutamente naturales; cabe mencionar aquí que no se ha efectuado modificación sobre ninguna de ellas. Son realidades que están ahí, que fueron captadas en el instante de registro fotográfico, y se nos brindan para el disfrute estético, aún cuando nos están alertando sobre el peligro inminente que se cierne sobre la humanidad por la propia indolencia del hombre. La significación del agua se ha puesto de manifiesto en la actualidad con las políticas ambientales a nivel mundial, como secuela de su participación de los procesos que se desarrollan en los ecosistemas. Cotidianamente el hombre contamina el agua sin advertir que este es un recurso indispensable para la vida de todos los seres vivos del planeta. Cada día arrojamos basura a los ríos, lagos, residuos humanos son depositados en los ríos como también los desechos de muchas fábricas que desembocan en el mar. El hombre ha cambiado el color traslúcido del agua a un indeterminado castaño rojizo. Con sus desechos químicos y derrames de petróleo han muerto cientos de especies y tal vez algunos de ellos se desarrollen en exceso provocando un desequilibrio ecológico. Por eso Héctor Garrido se pregunta y nos cuestiona a todos; ¿Cuándo cesará está barbarie?,



© Lic. Félix A. Hernández
Comisario exposición para Cuba