Rafael Saravia








Rafael Saravia
CARTA BLANCA
Ed. Calambur



‘La poesía de Saravia, como él mismo, se llena de sabiduría e ingenuidad, compromiso con la vida y derrame absoluto de imaginación comprometida con el lenguaje y las transgresiones de existencia necesarias para la creación de un mundo propio y emocionante’

(Jesús Hilario Tundidor)

‘En Carta blanca, su cuarto libro, Rafael Saravia sigue y ensancha el camino que expone su intemperie afectiva en busca de las señales de la conciencia. Un itinerario que se inicia en la autointerrogación, intelectual y corpórea ‘La genética nos conduce al hombre que conversaba con la  tierra [...] esa que concierne al agricultor de esperanzas’, continúa con el cuestionamiento de los vínculos amorosos ‘Sólo como presa soy consciente de ti’, y finalmente vuelca su mirada sobre el mundo, en su calidad civil ‘Los herederos del juego quieren vender piolets / a los lectores del Manifiesto por un arte revolucionario independiente / y la nieve ya no limpia los fracasos cosidos al pulóver de los / embargados’. En palabras de Víktor Gómez, ‘Lo genético es desbordado por la intensidad de la experiencia vital y la toma de conciencia frente al otro, sea amante, sea pueblo, sea un tiempo herido por sanar y resarcir’.
Rafael Saravia, fundador del Club Cultural Leteo y Ediciones Leteo, realiza una intensa labor como gestor cultural y editor, de la que se han derivado los reconocidos premios Leteo. En el ámbito literario, preparó y prologó la edición del libro homenaje a Antonio Gamoneda El  río de los amigos (Calambur, 2009), así como, junto a Jocelyn Pantoja, Barcos sobre el agua natal. Poesía hispano- americana desde el siglo XXI (2012). Ha participado en antologías y ha publicado los libros de poemas Pequeñas conversaciones (2001, 2009), Desprovisto de esencias (2008) y Llorar lo alegre (2011)

© Calambur

(pág. 61)
ANTES Y DESPUÉS DE LOS PANES

Confundir el pan con la necesidad
es como asumir el pecado con la boca abierta
ante la mano de domingo vestido de capellán e iglesia,
vestido de oficio y cárcel para el que cree en la bondad
como símbolo de los calendarios quebrados.
Convencer es estéril, decía Benjamín.
Por eso ya no quedan voces en Hyde Park,
se alquilan las licencias de los oradores,
se saldan las atalayas
y los crepúsculos se quedan, ya sólo
con los sonidos ornitológicamente asequibles.
Convencer es estéril,
confundir el pan con la necesidad también,
Por eso se nos impone el golpe,
la traqueotomía al profesor que sólo cojea,
amputación de conciencias,
castración del fecundador de libertades.
Por eso la quietud.
O tal vez... todo lo contrario.

© Rafael Saravia

Revista de Folklore nº 374









Revista de Folklore nº 374
Urueña. Valladolid


Índice:

Editorial
Joaquín Díaz (Director)

Lupu mannaru, panaro y lobizón: el hombre-lobo, un inmigrante transoceánico
Fabiola Y. Chávez Hualpa

Un viejo camino medieval que acompaña al Duero: el Real de Aragón, a su paso por Valladolid
Jesús Anta Roca

Sonidos de la tradición. Patrimonio oral de la huerta de Murcia
María Luján Ortega y Tomás García Martínez

www.funjdiaz.net

Las Hurdes


LAS  HURDES:
FINAL DEL CAMINO
Manuel Garrido Palacios

RAZÓN y FE
(Revista
hispanoamericana
de cultura)

Tomo 226
Páginas 553─569

y

EL PÁMPANO ROTO
Calima Editores
Palma de Mallorca

Un cuento contado en Doñana



Un cuento contado en Doñana

§

Manuel
Garrido Palacios 

§ 


Cuadernos de Almonte nº 61 / Portada: Seisdedos 

Aránzazu de Isusi






Aránzazu de Isusi
Cuentos de sombreros y paraguas
Ed. Cuadrivium, Girona





El cuento es “un género dotado de una vitalidad, una intensidad y un impulso indudables”, dice Ángel Zapata en el prólogo del libro de Aranzazu de Isusi, y añade que es porque el cuento ha tomado el testigo de esa voluntad de búsqueda “que inspiró siempre a la mejor literatura” y que en los últimos tiempos padece “una anemia generalizada”. El cuento que da nombre al libro (segundo de los dieciocho que trae) dice así:

“Vi por primera vez a la mujer que se dejaba los paraguas en un bar poco antes de que olvidara uno morado junto a mi abrigo. Si me fijé fue sólo porque era violeta. Como me enloquecen las mujeres violáceas -y ésta lo era mucho- recogí su paraguas morado y volví al día siguiente a la misma hora, metí el paraguas debajo de la barra y esperé. Esa noche no llovía. Las siguientes noches hice lo mismo, pero ella no apareció. El lunes llovía con ganas y decidí no ir al bar y es que, aunque fuera violeta, con esa lluvia me pareció que no era para tanto. Además, seguro que había miles de mujeres de ese color que no tenían la fea costumbre de dejarse los paraguas. Pero la casualidad hizo que la viera en la parada del autobús bajo su paraguas y, como llevaba una semana esperando, me detuve para mirarla. Estaba mojada pero sé que esto nunca les importa a este tipo de mujeres. Dudé si bajarme del coche pero al ver que una moto salpicaba sus piernas largas y violetas, me decidí y le ofrecí llevarla a su casa. La mujer que se dejaba los paraguas morados en los bares, aceptó.
Le dije que en el asiento trasero encontraría su paraguas, que lo había guardado para devolvérselo. Pero la mujer que acostumbra a dejarse los paraguas en el bar también se los deja en los coches y, cuando me quise dar cuenta, estaba demasiado lejos para gritarle que se estaba calando y que se había dejado los dos paraguas: uno en el asiento delantero y otro detrás. El hecho de verlos en mi coche me ponía extrañamente nervioso y, como llegaba la temporada de lluvias, me propuse averiguar si se los dejaba siempre. 
La esperé en el bar para observar cómo, día a día, se olvidaba el paraguas. Y día tras día la perseguí, la llevé a su casa y la miré de lejos sin poder evitar que en mi coche se quedaran sus paraguas. Ya no podía quitármela de la cabeza. Realmente era la mujer más violeta que había conocido, y desde que reconocí en un paraguas su infancia, en el plegable sus deseos, en el de flores sus fracasos y en el morado sus tonalidades violetas, mi único cometido fue evitar que se dejara los paraguas e intentar que recuperara alguno. Sin embargo, nunca lo conseguía: un día llegaba a casa con su primer amor en un paraguas rosa y al siguiente, con su maternidad en uno rojo. Y como vivir para recoger los paraguas de una mujer violeta acaba siendo insoportable, aprovechando que apareció por mi oficina cogí su paraguas y la llevé a mi casa para hacerla entrar en razón. Lloró con rabia en el sofá y me hizo comprender que ella no salía a ganarse la vida, ni a ir al cine, ni a comprar el pan sino a dejarse los paraguas. Eso le quitaba el aire y la hacía tan violeta. Quizá era lo que me gustaba de ella. Pero como no podía seguir viviendo bajo la amenaza de los paraguas que se va dejando una mujer, tomé cartas en el asunto.

Le até el paraguas al brazo y la obligué a salir por la puerta. Entonces comenzó a temblar y al verla tan vulnerable, devolví el paraguas al paragüero y la abracé muy fuerte. Traté de convencerla para que cambiara de actitud, le dije que seguro que había algo con lo que quería quedarse. Tenía la suerte de poder recuperar sus deseos, su primer amor o el paraguas rojo con su maternidad; yo los había recogido y los guardaba celosamente. Si era eso lo que le quitaba el aire, estaba dispuesto a ayudarla. Y ella que no, que le daba igual, que le gustaba verse violeta. Y como las mujeres que se dejan los paraguas son muy compulsivas además de cabezotas, la metí debajo de mi edredón, me di media vuelta y, con su imagen tranquila e infinitamente violeta, me quedé dormido.

Al despertar llovía desconsoladamente y al verme solo salí a buscarla. La casa estaba vacía pero en el paragüero de la entrada se dejó un paraguas verde y la esperanza”.
Hoy el libro habla por sí mismo de su calidad a partir de esta deliciosa historia.

© Manuel Garrido Palacios

Carlos E. Paldao (ANLE)






La Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) en Nueva York, incorpora a 
CARLOS E. PALDAO
como Miembro Correspondiente. 


“Me satisface enormemente que la Directiva de la ANLE haya decidido nombrar Correspondiente a Carlos E. Paldao […] Lo tiene más que merecido. Como Colaborador, ha estado siempre al pie del cañón: ha coeditado, con Steve Strange, el libro Antes de la fundación de Jamestown. Primeros escritos hispanounidenses; ha colaborado, como miembro del Consejo Editorial del Boletín de la ANLE, en los últimos números de esa publicación; coedita el Boletín Octavio Paz, y prepara la publicación de unas Memorias de Anderson Imbert, entre otras actividades […] Paldao está a punto de publicar el primer número de la Revista de la ANLE, de la que es director […] posee un talento organizativo y una capacidad de trabajo verdaderamente asombrosos. Me alegro, pues, muchísimo de este nombramiento: en la ANLE todos seguiremos beneficiándonos de sus vastos conocimientos y de su vital entusiasmo”.

© Gerardo Piña-Rosales. Director de la ANLE.


“La noticia me tomó totalmente de sorpresa y me quedé bastante emocionado por esta verdadera ‘rosa de invierno’ por la que estoy muy agradecido con los miembros de la Academia porque ya poder participar de sus programas, proyectos y actividades era un verdadero privilegio al que se suma ahora este nombramiento […] Nuestra Academia está hoy urgida por el esfuerzo, la disciplina y la persistencia de expandir y consolidar el futuro de la lengua y las letras hispánicas sobre las bases que, con una visión de futuro viable, real y posible, sentaron quienes la concibieron. Por eso, a todos los que aquí, hoy y ahora estamos en ella, nos compromete llevar a la práctica lo que nos dijera Don Pedro Henríquez Ureña: Amigos míos, a trabajar”.

© Carlos E. Paldao

Alejandro Herrero




Crónica del sábado 6 abril 2013
Reconocimiento al insigne arquitecto
que diseñó y dirigió la obra de construcción
del poblado minero de
MINAS DE HERRERÍAS
y rotulación de una avenida
con su nombre
Introducción al libro publicado en su centenario


En 2011 se cumple el centenario del nacimiento del arquitecto Alejandro Herrero Ayllón. Hablando de ello con familiares y amigos se nos ocurrió la idea de hacer algún sencillo acto conmemorativo, que sirviera como homenaje a su memoria y así recordar los aspectos clave de su obra y de su persona, ambas estrechamente vinculadas a la ciudad de Huelva y a sus gentes. Unos años atrás, en 2008, el profesor José Ramón Moreno, arquitecto y amigo, nos había pedido alguna información  para publicar un estudio sobre las barriadas de vivienda social que nuestro padre había proyectado para mineros, agricultores y pescadores en diversos pueblos de la provincia. En ese trabajo, titulado ‘Semblanza de un arquitecto cabal’, el profesor Moreno explica la contribución del arquitecto como tal, enmarcada en el contexto histórico de la precaria sociedad española de posguerra, y analiza aspectos personales a través de las memorias de sus proyectos. Cuando reflexionábamos para darle forma a la conmemoración de su centenario, nos pareció que la idea de realizar un homenaje tendría acogida entre quienes compartieron tiempo con él. Pensamos que la
combinación de obra y persona sería una fórmula original para traer su recuerdo al presente. Creímos que sería interesante reunir en un mismo documento aspectos de la obra del arquitecto junto a los recuerdos que de su persona hubieran pervivido en la memoria de sus coetáneos. Consideramos que el homenaje podría constar de dos partes: un seminario en Huelva sobre su arquitectura y un libro de recuerdos. Contactamos con José Ramón Moreno y le propusimos que fuera el coordinador del homenaje, lo que aceptó generosamente. Dejamos 
constancia de nuestro agradecimiento a su desinteresada dedicación a esta tarea. Se diseñaron las jornadas contando con la colaboración de profesores de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, que tuvieron reíación con su persona o con su trabajo ─Víctor Pérez Escolano, Eduardo Mosquera, Teresa Pérez Gano y Fernando Carrascal─, y con María Dolores Lazo, Jaime Montaner y Francisco Javier Vallejo. Todos ellos son ponentes de las jornadas; cada uno aborda un aspecto de la obra del arquitecto Alejandro Herrero y quedan a cargo de Carlos Navarrete los comentarios sobre su personalidad y su trayectoria vital. A todos ellos, nuestra sincera gratitud por su generosidad y entusiasmo. Al mismo tiempo, nos propusimos recabar el recuerdo que de él hubiera quedado en la memoria de quienes lo conocieron en sus diferentes facetas, bien fuera como arquitecto, como amigo, colaborador o familiar, de modo que se pusiera de relieve, con diferentes perspectivas, la singular combinación de valores personales y profesionales que caracterizaba a nuestro padre. Queremos dejar constanda de nuestro profundo agradecimiento a todos los que han enviado sus páginas de recuerdos, todos ellos tan positivos, cariñosos y entrañables. Un reconocimiento especial a Juan Manuel Seisdedos por su dibujo de la gasolinera de El Punto, hecho para la portada de este libro [y] a todos los que han hecho posible la realización de este homenaje con su desinteresada dedicación. 

© María Agustina y Alejandro Herrero Molina
Madrid y Bruselas, septiembre, 2011

Héctor Garrido / Palabrero de Doñana






Héctor Garrido
Palabrero de Doñana
(Introducción al léxico tradicional
de las Marismas del Guadalquivir)
Editorial Rueda
Madrid 2000


El autor del Palabrero, Héctor Garrido, me pasa el texto para que lo ojee (de ojo) y lo hojee (de hoja). Y lo hago con amor por una razón fundamental: porque con amor, libreta en mano, ha recorrido Héctor el espacio donde trabaja (Doñana) como técnico especializado en avifauna. Este ir y venir por el Parque Nacional de Doñana ha ensimismado de tal forma al autor que ya se puede decir que ese mundo, antes de caza carnicera de reyes y pudientes y hoy parque protegido, es parte esencial de su propia existencia. ¿Por qué el autor entra, busca y rebusca las voces que han modelado y definido lo que vive, puebla y se hace en la zona de Doñana?. Veo en ello amor por unas circunstancias de vida especiales pero sobre todo, adelantarse antes que las nuevas técnicas aplicadas a la lengua hagan imposible el historiarla.
Este libro-catálogo, que ordena científicamente, de forma sistemática, una materia concreta (voces en el habla de Doñana) tiene el mérito del trabajo en sí pero al mismo tiempo se amplía al salvar lo que fue y poco a poco desaparecerá por asfixia en la evolución natural de la lengua. Voces que se hablan todavía o que pacientemente fue recogiendo el autor para la recuperación: de aves, ganadería, mamíferos, vegetación, viviendas, caza, pesca, paisaje, convivencia de los humanos, leyendas, playa, marismas. Todo un espacio concreto y definido en el habla que tuvo poca evolución hasta la segunda mitad del siglo pasado y que poco a poco se pierde y se pierde.
Antes de seguir adelante con el reseñar de este trabajo paciente y serio de Héctor Garrido quisiera meterme dentro de la voz palabrero, que usa como sinónimo de diccionario. Palabrero tiene en el DRAE, como primera acepción, "que habla mucho" y como segunda, "Que ofrece fácilmente y sin reparo, no cumpliendo nada". Y Héctor, marchando contra corriente en su título, cambia el sentido que da la norma y busca, precisamente, lo opuesto. Palabrero, ahora, intenta ser y por intentar viene a ser, asiento de palabras usadas de y sobre personas, animales y vivencias en una zona protegida del sur de España (Doñana). Y no es excepción que tal caso ocurra: recuerden que la palabra huésped significó hasta el siglo de Oro a la persona que recibía; en el presente, al que se recibe, es decir, lo opuesto de su original significado aunque en el DRAE se utiliza, todavía, con la nueva, la antigua acepción. Confidente es el "fiel, seguro, de confianza […] persona a quien otro fía sus secretos". Pero hay una tercera acepción que poco a poco ha ido ganando: "la persona que sirve de espía". Y no se puede ser bueno y malo a la vez. En este caso específico la tercera acepción se irá imponiendo. Que vaya todo esto para apuntalar la selección de palabrero.
En ese mundo singular de Doñana, mundo aparte, Héctor nos descubre voces que tienen significación diferente a la del habla común, así: encaramarse, en sentido de "acurrucarse entre la vegetación" cuando el DRAE da, "levantar o subir una persona o cosa a lugar dificultoso de alcanzar"; empadronar en el habla de Doñana es, "podar al árbol las ramas más gruesas" cuando en el diccionario oficial es, "asentar o escribir a uno en el padrón o libro de los moradores de un pueblo".
Por tratarse de una zona de Andalucía es normal la elimina ción de la consonante final en terminación ado (influencia andaluza que ha llegado hasta la capital de España), así en Doñana, "entreverao", con la misma significación que en el diccionario. Una nota importante, que Garrido reseña, es la influencia de las dos orillas del Guadalquivir que siendo ambas andaluzas van marcando las maneras singulares de la zona de Sanlúcar de Barrameda, por un lado y por la otra la zona del Condado, con Almonte como punta extendida penetrando en Doñana.
El libro nace del contacto entre seres que poblaron y pueblan el espacio de Doñana: guardas, pineros, carboneros, pescadores, cazadores furtivos. El mérito del autor está en haber podido dialogar y encuestar a personas que vivieron o viven ese mundo de Doñana. Y son esos seres los que han dado y dan nombres singulares a todo lo que les ha rodeado o rodea: aves, mamíferos, espacio, vegetación. El saber popular marca y define las inclinaciones de la lengua que se habla y las novedades a la hora de nombrar o por mejor decir, rebautizar lo que se ve, toca o siente. Así, muchas veces, la diversidad de nombres a una sola cosa, a veces, por la influencia de las dos orillas apuntadas del río en su paso por el este de Doñana: una viéndola en la distancia; la otra, tocándola.
Hay en la colección de voces de Héctor Garrido palabras que atraen por lo que aportan. Así el adverbio trehantié, por hace tres días (anteanteayer, con h intercalada aspirada); uva palma, al fruto del palmito; sopeao, tomar la sopa fresca; yoha, como saludo en la zona. La cura medicinal tiene espacio en este libro como, piedra viborera, hecha de forma minuciosa con una parte del cuerno de ciervo; patero, cazador de patos; otoñá, por la estación de otoño tan importante en la zona de Doñana; lluvias abundantes: abundancia para los animales que pueblan el Parque; sequía, hambruna; rocío, con significación de fiestas y devoción mariana. Virgen del Rocío, viva en las romerías en la zona desde el siglo XIII.
En la introducción que hace el autor a su libro Aves de las Marismas del Odiel y su entorno y la que hace en el Palabrero de Doñana, que comentamos, me da pie para formular algunas conclusiones sobre el autor y la obra: 1) Que el trabajo que realiza Héctor Garrido Guil es fructífero porque sigue a pie juntillas su vocación; 2) Que sobrevuela en lo que recoge y dice un gozo mantenido; 3) Que con lo técnico va un hilito de creación literaria, pasión etnográfica y conocimientos científicos y 4) Que se identifica con su profesión y vive su misión recreándose en el bien que realiza. La muestra que realiza con su Palabrero es de calidad. Y ahora podrá decirse lo que a veces ocurre: talento hereditario que se ramifica en la diversidad.

Dr. Odón Betanzos
Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York

Revista de Folklore nº 373

REVISTA DE FOLKLORE nº 373
Urueña


Editorial
Joaquí­n Dí­az

Cuando Dios hace temblar la tierra. Ciencia, providencialismo y magia ante los terremotos en la cultura española (ss. XVI-XVIII)
María Gelabert Vilagrán

Boticas y boticarios en la primera mitad del siglo XIX
Miguel Ángel Vivas Pérez

Los viejos molinos de papel madrileños
Alejandro Peris Barrio

La simbología de las fiestas patronales: ejemplo de Pradoluengo
Víctor Omar Dabbagh Rollán

www.funjdiaz.net

Parpalacio nº 71













Fundación Joaquín Díaz


Urueña. Valladolid





Rodrigo Zamorano, ilustre cosmógrafo nacido en Medina de Rioseco y muerto en Sevilla, se distinguió, hacia el último cuarto del siglo XVI, por sus conocimientos sobre matemáticas y sobre navegación. Desde su cargo de instructor de pilotos en la Casa de Contratación de Sevilla desarrolló una actividad importantísima para el arte de navegar, aunque las insidias del cartógrafo Domingo de Villarroel introdujeran en el Sindicato de pilotos hispalense las dudas acerca del hecho de que un hombre que no se habí­a embarcado fuese la persona adecuada para enseñar a pilotar una nave...

Rafael Rofa, guitarrista



Rafael Rofa y
Garrido Palacios
Concierto flamenco para dos guitarras 
Academia de Señá Pura


Supe por la prensa que el maestro guitarrista había muerto. No es de extrañar que me pasara de largo la noticia en su momento. El que esto escribe salía por entonces de un achuchón traicionero de los que te ingresan en la tercera planta del Hospital y los meses fuera de juego me hicieron ignorar pérdidas como la de Rafael Rofa, al que debo más que palabras.
Vivía en la calle Trigueros en un patio de vecinos al que yo acudía cada tarde a tomar clases de guitarra. Este nunca bien valorado artista, no sólo me enseñó la gran variedad de toques flamencos, sino algo más importante: a respetar la guitarra y dar su sitio al guitarrista. No le parecía justo que éste fuera considerado simple acompañante de un cantaor, sino que en toda actuación quería que se observara que el que tocaba las seis cuerdas aportaba sus falsetas, daba sus entradas, marcaba compás, facilitaba tono, ponía aire a los cantes y no pocas veces salvaba al que cantaba de algún que otro atolladero de voz.. Con esta lucha en la cabeza me pasó que con 14 años fui a tocar a la incipiente televisión, por aquel tiempo en el Paseo de la Habana, y cuando el alguien que mandaba nombró al cantaor y ahí te quedas, yo me puse en lo aprendido en el patio de Rofa y le pregunté si no decía también el nombre del guitarrista. Aquel entendido no vio oportuna mi reivindicación y me miró como los burros miran a los aviones. En resumen, que vino otro que sabía más o mandaba más y le dijo al que sabía menos o mandaba menos que me incluyera como un ‘aparte’. Así que toqué una pieza que me había enseñado Rafalito Rofa y luego acompañé al que cantaba, con lo que me vine la mar de contento porque había puesto en pomporetas las dos enseñanzas del maestro: la de la guitarra pura y dura y la del respeto al guitarrista, oiga, que parece poco. Esto, que no pasa de anécdota, se eleva a rango de categoría porque lo de maestro aplicado a Rafael no era gratis. Maestro es el que da la norma, el que dirige los pasos del alumno mientras titubea y eso fue para mí este hombre que me esperaba sentado en su patio cada tarde. Cuando los concursos de fandangos en la Academia que cuidaba Señá Pura llegué a acompañarlo como 2ª guitarra y tocamos juntos varias noches presentados por Manuel Zamorano, locutor amable de voz opaca al que Rafael le tenía que repetir machaconamente que nombrara al guitarrista. En la puerta de la carpintería de mi abuelo, a la vuelta de La Merced, parece ser que se hacían reuniones de cante con Pepe Pinto, Marchena y otros de la vieja época, costumbre que pasó a mi patio para celebrar un algo especial. Y allí estaba siempre Rafalito Rofa, y a veces también venía el padre a tocar con el hijo y a cantar las que llamaba ‘seguidillas alemanas’, una de cuyas letras empezaba: ‘Firisforfai…’ y a partir de ahí, vaya usted a saber el idioma.
En un capítulo de Raíces incluí a Rafael en la reunión que rodamos en Alosno. A él le gustaba ir al pueblo a ‘respirar’ el toque alosnero. Hoy día es un documento porque la reunión tiene la presencia de los dos Rofa, Pepe el Patrón, Juan el de señá Pura, Perolino, Juan Díaz (todos a la guitarra) y Paco Toronjo, Paquillo el Zapatero y Antonio Abad al cante.
Rafael Rofa dio carácter al toque por Huelva –distinto al de Alosno–. Era emocionante sentirlo pelear con sus falsetas y que te llegara su compás pidiendo la ‘salía’. No era un guitarrista ‘largo’, sino ‘justo’, que es lo que se necesita para arropar el mensaje cantado y adornarlo con cuatro cosas. Hay algo que no dicen los historiadores del flamenco, quizás porque Huelva siempre fue algo tímida como ciudad, capaz de ‘descubrir mundos y disimularlo’, como le dijo Pemán al hacer una semblanza del poeta José Manuel de Lara; y es que el toque genuino de Huelva lo han tallado a tope tres guitarristas: Sabicas, Rafalito Rofa y el Niño Miguel. Emocionante era escuchar a alguno de los tres porque las cuerdas parecían pintar en el aire una vibración salobre, y se veían cabezos, y bajamares, y soles redondos hundiéndose en la ría. Toque de Huelva escueto, claro, conciso, que ha quedado ahora en manos de Miguel. Toque emocionante, como emocionante es acordarse de todas estas cosas que me han revuelto el alma al conocer la muerte del maestro.

© Manuel Garrido Palacios

Alexis Díaz-Pimienta

Versos para el
Día Mundial de la Poesía
(Amenaza de pandemia)

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas malos.
No es el fin de la historia,
es el comienzo de la histeria lingual.

(Rodolfo Fogwill)

cuando la poesía
se extienda como una pandemia
de nada servirá usar mascarillas
o vivir encerrados para no contagiarnos
el llanto contenido será un síntoma
el insomnio el hipo la tristeza
cuando la poesía se extienda como una pandemia
de nada servirán los controles prosaicos
el cierre de fronteras
el silencio decretado por ley
en todos los países
no alcanzarán las camas en los hospitales
las donaciones misantrópicas
los conciliábulos pedestres
cuando la poesía se extienda
como una pandemia
ni los políticos estarán a salvo
II (continuidad de la pandemia)

¡Ay, lengua:
aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre
nuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas..!

(Rodolfo Fogwill)

suponiendo que los poetas no servimos para nada
qué sentido tendrá que nos acosen
pero sucede
ayer en un semáforo atacaron a eliot
tres o cuatro gamberros
amenazaron con leerlo en voz alta
y la semana pasada se quejó baudelaire
de que lo manosearon en el metro
nos han llegado quejas de emily dikinson
perseguida por seres inmisericordes
que se saben sus poemas de memoria
brodsky y cernuda no se atreven a salir a la calle
a lezama le llueven anónimos
góngora ha tenido que cambiar otra vez de teléfono
eminescu holan milton verlaine heine y sor juana
amenazaron con un suicidio público
la prensa habla de “una epidemia anómala”
“la más grave de cuantas hemos padecido”
“hasta en los niños” “y se extiende por áfrica”
“toque de queda en tokio” “lo nunca visto”
mishima y senghor mandan sendos telegramas de auxilio
por una vez los periódicos
han dejado de comentar la guerra el paro
el terrorismo el cambio climático
y hablan sobre hemistiquios re-ediciones
incunables sílabas átonas y tónicas
aunque lo peor ha sido la televisión
hasta en la onu todos llevaban un libro bajo el brazo
y en sus turnos de habla
usaban citas pedantísimas de hanke
de vallejo de la ajmatova
frente al televisor atónitos
todos apretamos un poemario contra el pecho
y así seguimos
esperando que de una vez por todas
inventen la vacuna contra el poetamiento
ya lo advertimos al principio
per nadie hizo caso:
cuando la poesía se extienda
como una pandemia
ni los políticos estarán a salvo

© Alexis Díaz-Pimienta.

La música silente / Urueña


Simposio
La música silente
Los instrumentos musicales de la
Colegiata de Toro
Fundación Joaquín Díaz
Urueña · Valladolid