Luis Delgado . 4 Joyas discográficas


1 . CAPILLA MUDÉJAR DE SAN BARTOLOMÉ (Córdoba)
LOS MÚSICOS DE URUEÑA – César Carazo & Luis Delgado

2 . CANTARES DE TETUÁN
CANCIONERO SEFARDÍ DEL NORTE DE MARRUECOS
Joaquín Díaz y Cuarteto de Urueña:
Luis Delgado, César Carazo, Jaime Muños, Bill Cooley
3 . CIRCUS
LA MÚSICA EN EL CIRCO
Cuco Pérez & Luis Delgado
4 . ENJARJE
MÚSICA PARA LA TORRE MUDÉJAR DE EL SALVADOR (Teruel)
Luis Delgado

Mircea Cărtărescu


Mircea Cărtărescu
Las bellas extranjeras
(Premio Euskadi de Plata)


Trad. Marian Ochoa de Eribe / Editorial Impedimenta

Christophe Gaultier







Christophe Gaultier
El fantasma de la Ópera
Sobre la novela de Gaston Leroux



Trad. Olalla García
Editorial Impedimenta

Francisco Morales Lomas




CAUTIVO
(novela)
Francisco Morales Lomas
(Editorial Nazarí)



Un recorrido por la segunda mitad del siglo XVI por tierras de España, Italia y Argel de la mano de Miguel de Cervantes. Su huida de España, la participación en la batalla de Lepanto, su cautiverio en los ‘baños’ de Argel son vistos con una mirada amplia y vigorosa en esta novela absorbente y conmovedora en la que no sólo vemos a un Miguel enamorado de distintas mujeres, sino a un hombre que vivió una intensa vida en un mundo adverso donde la muerte estaba cercana. Segunda novela que se publica de la trilogía Imperio del sol, que sigue a su reciente Bajo el signo de los dioses.

© Ed.

Benito A. de la Morena






SOBRE DOS ARTÍCULOS
de
Benito A. de la Morena


1
¿HAY ALGUIEN AHÍ?




Benito de la Morena ha escrito un hermoso y descarnado artículo, que es una llamada de atención desesperada, aunque el tono sea mesurado, como el autor. Uno queda perplejo cuando un científico de casta –Doctor en Ciencias Físicas- avisa de la desaparición de una serie de flores, bichos, árboles, bosques, aires, aguas... como si huyeran del depredador por antonomasia: el hombre, que es posible que no sepa que después de lo dicho, lo que tiende a desaparecer es el hombre mismo, aún no se sabe por qué consecuencias derivadas de tanta muerte anterior. Terrible.
Lo que el articulo pone boca arriba son esas cartas que el hombre ha jugado hasta ahora: las de la ambición desmedida; y las que le quedarían por jugar: las de una educación ambiental, por ejemplo. Pero hasta a mí, que escribo esto fríamente, me sabe a tristeza el decirlo porque siento que este «algo» va aceleradamente camino de esa «nada» a la que un día iremos todos, y lo peor, sin apenas intentar, más allá de la palabrería, arreglar algo.
Es lógico en todo discurso levantar el ánimo en el último párrafo, aunque antes se haya echado por delante la caballería crítica. Pero ni eso hoy, no ya sólo por la verdad que trae el excelente trabajo de Benito de la Morena, sino por lo que vemos y hacemos a diario, unos, activamente, con una mano en la masa y otra en el bolsillo, otros, pasivamente, porque no decimos «basta» a nada, ni siquiera por rabia. Asustan las cifras de lo que se avecina. No inquietan: asustan. Porque lo que vamos sembrando con ambas actitudes es nuestra propia destrucción. Aún solapamos desiertos con prados verdes, pero pronto esto será una postal coloreada; un sueño para los que queden.
¿Qué podemos hacer los que sólo tenemos voz y voto –dirigido sentimental o psicológicamente a veces, pero no tan razonado como sería de desear– cada cuatro años?
Lindante con cierto campo familiar se erguían cien olivos. Un vecino, amo de vida y muerte de los árboles, trajo un día un tractor gigantesco y aquello, que había tardado un siglo en crecer, lo arrasó en una tarde. ¿Cómo pedirle que no lo hiciera porque, por dar un dato, en varios de los troncos anidaban búhos? Al presenciar esto caí en la cuenta de que el vecino y yo nada teníamos en común, ni siquiera el poder hablar sobre la vida bajo la sombra de los árboles ahora muertos. Sólo me dio el respiro para preguntarle a secas por qué lo hacía. Su respuesta fue contundente: me mostró un papel timbrado en el que se le autorizaba a hacerlo. ¿A quién dirigir la pregunta entonces?.
Benito de la Morena ahonda en ello exponiendo con una claridad de amanecida lo que ve en el futuro, cómo lo ve y qué le gustaría que se hiciera para cambiar tan dura estampa. Pero, ¿para quién lo escribe él, para el vecino o para quien le timbró el papel de la tala?
Uno, que anda con esta pesina a cuestas, que no es que sea pesimista, sino que, simplemente, no es muy optimista y piensa, ante el cuadro, que el hombre destruirá cuanto se oponga a su ambición, incluso al hombre mismo si le estorba y sin que haga falta un papel que lo disponga, cree que Benito lo escribió para todos.





2
¿GALGOS O PODENCOS?




En el curso sobre “La radiación solar: efectos en la salud y el medio ambiente”, que se imparte en la UNÍA, sede de La Rábida, el Dr. Benito A. de la Morena (Jefe de la Estación de Sondeos Atmosféricos del INTA en El Arenosillo) hace mención a George Lemaitre, físico alemán que en la segunda década del pasado siglo lanzó la idea de que “el Universo podría haberse iniciado en un determinado instante, a partir de un núcleo muy pequeño, para expandirse ininterrumpidamente desde entonces”. Fue el arranque de lo que después se conocería como Teoría del Big-Bang o de la Gran Explosión. Dice el texto: “durante los tres primeros minutos hubo un completo equilibrio termodinámico, pero cuando la pequeñísima esfera empezó a expandirse y a enfriarse con rapidez y su temperatura descendió hasta unos 100.000 millones de grados y la densidad hasta 100.000 gr/cm3, los hiperperones y mesones se desintegraron, se recombinaron las parejas de nucleones y antinucleones, todos los neutrinos y gravitones se desacoplaron de la materia propagándose libremente... cuando el Cosmos hubo crecido mil veces más, los “quarks” libres que se habían convertido en neutrones y protones se combinaron y formaron núcleos atómicos, y así se generó la mayor parte del helio y deuterio existente hoy, y todo esto ocurrió en el primer minuto de la expansión”.
El Dr. de la Morena insiste en que “se había iniciado la evolución de un Cosmos desarrollado a partir de una concentración de materia hasta llegar a la distribución actual cuyo límite no se conoce, ni hoy es tema de debate si es finito o infinito”, y de nuevo anota: ”después de los mil segundos, el 75% de la materia estaba constituido por núcleos de hidrógeno y el 25 % por núcleos de átomos de helio. Los átomos neutros aparecieron cuando la expansión prosiguió durante 300.000 años más y el tamaño del Universo vino a ser mil veces menor que el de ahora”.
Un Universo –continúa– que sigue “expandiéndose en cientos de miles de kilómetros por segundo y del que se sabe que lo pueblan miles de millones de cúmulos galácticos que podían contener cada uno más de un billón de estrellas, separadas cada una por distancias entre los trescientos y mil millones de años luz; espacio intergaláctico inmedible en el que el Sol, estrella enana de unos cuatro mil quinientos millones de años, en plena evolución, se convierte en fuente vital de un Planeta llamado Tierra, en el seno del cual se produce un ciclo ininterrumpido de vida y de muerte microbiana, que es el aliento para la aparición de la vida biológica; vida que ha evolucionado hasta las formas actuales, cuyo espécimen más desarrollado, el “homo sapiens”, ha sido capaz de generar, sólo en los últimos cincuenta años, riesgos que pueden conllevar su propia autodestrucción y la de las demás especies”.
Esta síntesis, que perfila el Dr. de la Morena como reflejo de un ayer, da paso a este hoy inserto en el milenio de la globalización en el que la ambición ha planificado “la vida del Planeta dentro de un orden sin valores con el que aún no se ha conseguido el beneficio de la mayoría”, que, por lo visto, figura como el principal objetivo. La gran lección en La Rábida es dura para comprimir aquí, donde no caben las citas en 1972, en Estocolmo, primera Cumbre Mundial de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, en 1985 en Viena, de donde sale el borrador de acuerdo para la Protección de la Capa de Ozono, y se urge en la adopción de "medidas para proteger la salud humana y el medio ambiente contra los efectos adversos que puedan resultar de las actividades humanas”, medidas inconcretas que no mencionan las sustancias que podían dañar esta capa-filtro protectora de la vida sino como “productos químicos que se deben vigilar”.
La clase del Dr. de la Morena nos deja un mensaje claro y éste, a su vez, trae a cuento la fábula de la discusión de si los que se acercaban eran galgos o podencos; en esto llegó lo más temido y acabó con el único y verdadero patrimonio posible: la vida.
Queda una vez más la sensación de que es labor de todos salvar este escenario común en el que vivimos. Y en el sentido de tomar conciencia de ello me viene a la memoria lo que un pez chico le decía al grande: “cuando sea mayor, quisiera conocer el mar”, sin caer en que él era parte de ese mar.

© Manuel Garrido Palacios

ÁLORA LA BIEN CERCADA

ÁLORA LA BIEN CERCADA
Manuel Garrido Palacios
Castilla Ed. Valladolid

PRÓLOGO

De esa joya de romance morisco y de frontera, saca Manuel Garrido Palacios título y fondo de un libro de estudio e investigación etnográficos de mucho mérito. De las antiguas canciones de gestas, detalladas y largas, sale de manera fragmentada ─siglos XIV y XV─, todo un mundo nuevo con el romancero. De ese mundo nuevo por su fragmentación, toque alado, esencialidad, pero sin derivar de las antiguas canciones de gestas, es el romance de Álora la bien cercada.
Este romance le sirve al autor para situar su trabajo y para entrar en Álora: campo y monte, río Guadalhorce, pueblo con historia viva. Pueblo en pendiente, arropado en su antigüedad, alto en el decir y en gracia tierna, en el que entra el autor para vivir su quehacer antiguo, para definir sus esencias, para airearlas, para que esas esencias hechas de vivencias no se pierdan. Camina; sube las calles; oído atento; pulsador de hechos, formas y matices. Va pasito a pasito brujuleando para captar la mina seria que en los pueblos vive. Busca a los sensibles que guardan el vivir en dichos, canciones, bailes, pregones, palabras, costumbres, tradiciones, es decir, en vida, en vida especial se entiende. Busca eso, la continuidad que en el hecho de ser vida define la esencia y molde de los pueblos.
Oye una canción en el interior de una casa. Buen principio. Le da pie para iniciar su inmersión en lo guardado. También hacía lo mismo Azorín. De la abuela que acuna al nietecito pasa a esos seres sensibles por donde las tradiciones viven y se continúan. De ahí en adelante es Garrido Palacios el que mueve loa hilos y profundiza en su empeño y quehacer. Nada más serio que el seguidor de su vocación y nada más natural y noble que el ejercicio y práctica de su vocación. Pulsa, insinúa, añade, inicia, tienta, sitúa a sus informantes para redondear o para ampliar su mundo con novedades, perlas escondidas. Y como todos son del mismo campo y de la misma mina se reúnen, se buscan; es decir, Garrido Palacios convierte su inquietud en poder aglutinante para enlazar almas del pueblo en la misma inquietud y ponerlas en disposición de recordar para dar accidentes y formas de ayer en vida viva.
Álora es pueblo sombrilla, como lo son en otras maneras el Alosno onubense y andevaleño y el Lepe costero. Hay pueblos especiales guardadores de formas y moldes en las vivencias. Historia con toques especiales que se acumulan y sensibles que la definen, la marcan y la proyectan. Sin sensibles no es posible la continuidad especial en el hecho original de vivir y actuar. Y como Garrido Palacios lo sabe saca de esta Álora alta lo que en su seno guarda. Paralelismo con la sierra onubense y aracenana. Soldados de Encinasola estuvieron en Álora hace cuatrocientos años, cuando se pacificaba el antiguo reino de Granada, y algunos se quedaron. La originalidad de Álora en esos pregones con gracia y ánima que los sensibles recuerdan. El baile y canto de los verdiales; el romance de los peregrinos que van a Roma, que Garrido Palacios recoge en sus muchas variantes. Salen con chispa inaudita y con gracia fina esos San Antonio: el noviero y el de los pájaros. Ese encanto de Navidad en Álora donde toda la riqueza espiritual y sentida de un pueblo tiene también la contrapartida, quiero decir la vivencial por diaria y humana.
El autor va perfilando su intención: deja hablar; apunta nuevas vías para el acercamiento al filón; vuelve al punto inicial para aclarar o matizar; inquieta, sugiere, complementa. Así salen los cantos del campo de esta Álora tan bien subida y tan bien cercada. Cantos de carnaval; las murgas, el hilo fino por donde el espíritu de un pueblo se desborda. Por allí está el carpintero que en su insistencia suma un punto más para esta Álora singular: la castañuela a la que al buscarle el hueco se le encuentra el son; la gracia natural de una zona malagueña vista a través del perote, de las perotadas de esta Perosía donde está Álora; las recetas medicinales de hierbas; las reuniones de las faeneras, su habla, su quehacer, su historia: liaban en la estación las naranjas que se exportaban a Inglaterra, y en el quehacer, la forma especial de vida, de decir y hasta de ser.
La mujer soldado, tan repetida en nuestra historia literaria, está viva en los varios romances donde se cuentan hechos y vida de la menor de las siete hermanas, don Marcos o don Martín; airea Garrido Palacios ese encanto de Álora que se pierde y pierde de los cantos del mecedero, con su rito especial del amor del que las jóvenes se inundan; los cantos de las viejas que airean los méritos de la joven a la que columpian; cantos en la bamba, toda esa escondida veta del principio del amor donde la poesía flota, se expande y enciende purificando el ambiente con su angustia continuadora de la reproducción humana.
Siempre he pensado que Garrido Palacios nació precisamente para escribir esto que escribe. Se preparó con títulos universitarios, pero lo básico estaba en él: trabajador en su vocación, poeta nato, narrador de mérito. Y así, sí porque en su caso vocación, formación y naturaleza son inseparables. Se acerca al zéjel árabe y lo reconoce en su función en esos cantos bellos en amor del mecedero; vive la vida de Álora en su intensidad más honda y profundidad más ancha en las festividades de Semana Santa. Canto que señala el corazón mismo: la saeta, flecha de dolor, de agonía, de religiosidad. Canto que señala varias direcciones y todas en agonía: identificar el dolor; humanidad que por el dolor divino se salva; humanización de la santidad. Voz armónica en el canto que busca el bien puntualizando el mal que se le hace al bueno y por el bueno, a la buena.
Deseo reseñar algunos rasgos esenciales que aprecio en autor y libro: investigación rigurosa, pero lo hermoso está en que aparece todo en espontaneidad; el amor con que se hace la investigación y en el que se describe lo investigado; la amplitud de los conocimientos que complementan la investigación; la gracia natural del autor en los quiebros, el valor de sus aportes para dar fe de algo que existió o casi existe y lo deja vivo para que se estudie y viva; la entrega total a una vocación y al estudio de una forma natural de ser y de vivir de los pueblos. Libro, a mi manera de ver, que amplía un ángulo de nuestro ser y quehacer que se nos perdía y pierde y busca las formas para que no se pierda. Libro de mérito en el encanto.

Dr. Odón Betanzos
(Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York)
© Foto portada: Héctor Garrido 
PEPE ROSAS Y SU PUEBLO

Paralelamente a mi libro 'Álora la bien cercada', ha salido otro de mi buen amigo José Morales dedicado al pueblo, al 'lugá', que él ha querido que sea 'una guía práctica para viajeros diferentes'. Libro necesario, por supuesto, porque Álora encierra tal cúmulo de voces por escuchar y prodigios por ver, que se hace necesario un mapa literario, esta guía, por ejemplo, si se es, como se espera, viajero diferente. Álora no es el pueblo por el que se pasa de largo; es el pueblo al que se va, en el que se para uno; pueblo con una plaza por mar en la que confluyen todos los ríos humanos que corren por sus calles. Pueblo de dichos y de gracia, de ingenio y de bondad, de sabor rancio, antiguo. Álora es pueblo que se sabe protagonista en uno de los más bellos romances que dio el Romancero Viejo en Lengua Castellana. Es, como si dijéramos, pueblo-pueblo, con su Rafaela lotera, con sus churros de mañana, con sus cafés donde se fraguan los negocios de la vida, la vida misma, con su sabor a alma y su olor a pan recién hecho. Esta es la Álora que está en par del río, cercada por el Adelantado una mañana en domingo, la que Morales disecciona para decir al viajero lo que el viajero no sabe. Y por si fuera poco, trae bellas ilustraciones del pintor Jacques Laulheret y está dedicado a 'todos los que hicieron algo por su pueblo'.
El índice nos proporciona una sabiduría de rutas, montes, tierras de Lagares, sierra, lo que pudiéramos llamar 'un a través de los tiempos', incluyendo el capítulo que engloba la relación con la iglesia: templos, Semana Santa y curas nacidos o vividos en la bien cercada Álora. Recoge luego un puñado de ritos y de tradiciones, habla del amigo común Pepe Rosas y termina con la muerte. Quiero dar noticia de la aparición del libro y repetir la última conversación que tuve con su autor, José Morales, en la que me regaló una de esas 'perotadas' finas, afiladas, sutiles como sólo del pueblo salen. Veníamos de Bobastro y bajamos del Torcal de Antequera para comer en el primer sitio a mano. Ya en la mesa me contó que uno del pueblo había querido ser sacristán, pero como era analfabeto, el cura lo había rechazado. Y por más que hizo el hombre, el cura insistía: 'Si no sabes leer ni escribir, ¿cómo quieres meterte a sacristán?'. Al fin, se consoló vendiendo cigarrillos a la puerta de la iglesia. De los cigarrillos sueltos pasó al paquete, del paquete a la caja, de la caja al puesto y así hasta que compró una casa para almacén y luego otra y otra. Una vez que era rico y tenía a su cargo cien empleados, se admiró el cura: 'Hay que ver, Fulano, lo que has conseguido siendo analfabeto. Me pregunto, si hubieras sabido leer y escribir, ¿qué hubieras sido­?. Y él contestó: 'Sacristán'.
Álora, con su gente, cumple lo que hace muchos años leí estudiando a Marcel Mauss; esto no es más que elevar la anécdota a categoría, consigna que la sentí en varias ocasiones en labios de don Julio Caro Baroja. Durante mi vida peliculera la llevé pegada como una lapa. Durante mi vida libresca la sigo llevando. Ya la consigna va conmigo, haga lo que haga. Lo que me parece maravilloso es que aún haya pueblos en los que este trabajo no sea necesario hacerlo; son sus propios habitantes los que dan la categoría hecha, sin que apenas haya rozado la trivialidad de la anécdota. Esto pasa en Álora. Esto se recoge en el libro que comento. Esto es, sin duda, el principio de la Etnografía. La que un servidor ama.
Pepe Rosas pudo ser un cuenta cuentos brillante en la gran plaza de Marrakech llamada Asamblea de los Muertos. Lo fue en vida en la de Álora, dando juego constante a las memorias con las que se cruzaba, indagando en la que pasaba por la otra acerca mientras hablaba con la que estaba en ésta. Lo que aprendía de saber popular le gustaba enviármelo porque confiaba en mi respeto por lo que era: un documento, y porque sabía que, de alguna manera, hoy o mañana me pondría a organizar el material para darle el eco merecido.
Con el correo de sello en el sobre y con mis visitas –magnetofón en ristre- al pueblo, me fue posible elaborar la edición del libro “Álora la bien cercada” y publicar varios artículos en los medios gráficos, amén de programas de radio o de televisión. Allí estaba presente Álora porque Pepe no paraba de enviarme datos nuevos, aunque lo que fuera contara con siglos de edad.
Hoy tengo la ocasión de devolver a Álora una vieja canción de Navidad que recibí en una carta en la que el buen amigo se disculpaba por la mala escritura: “Apenas veo”, decía en ella. Fue la última que recibí. Después, unas llamadas por teléfono, mi visita al pueblo para una charla y el silencio para siempre.

VILLANCICO
Estando la Virgen lavando, / lavando las camisitas,
estándolas refregando / se presentó santa Rita.
La besa y la abraza / con mucho cariño;
le dice: -María, / ¿dónde está tu niño?
-Entre usted y lo verá, / pobrecito desgraciado,
entre usted y lo verá / en un pesebre acostado.
Pobrecito niño, / rey de los cielos,
que por no tener cuna / se acuesta en el suelo.
El niño que la escuchaba,/ por halagar a su madre,
dijo: -Si no tengo cuna, / ya me hará una mi padre.

Álora puede incorporar a su patrimonio oral este documento y aplicar a la actitud de Pepe Rosas lo que José Manuel de Lara dice en uno de sus poemas: “Cuando el hombre deja su obra, no se ha ido”.

© Manuel Garrido Palacios

Timoianu / Preda · Dúo de Salzburgo

Yvonne Tímoianu, Cello
Alexander Preda, Piano

CHOPIN
Polonaise brillante for cello and piano Op.  3 in C major. 
Grand Duo concertant sur des themes de "Robert le Díable", 1833 (arr. Yvonne Timoianu).
Ballade nº 3 Op. 47 in A Hat major for piano.
Sonata Op. 65 in g minor for cello and piano.
Allegro moderato. Allcgro con brio. Largo. Finale
SCHUBERT
Der Lindenbaum
NIN
Andaluza

Luxemburgo Music Festival
www.duodesalzburg.com

Alexander Preda

CONCIERTO DE PIANO
Alexander Preda
Viaje hacia los limites de lo posible

Cuando Alexander Preda visita el Sur de Europa suele decir que llega para saludar a los amigos. Incluso a veces llama días antes anunciándose y la gente que conoce su arte al piano reserva con gozo día, hora y asiento para asistir a la cita. Preda, como el viajero medieval que llevaba las nuevas buenas a los lugares alejados -¿alejados de qué, de dónde?-, llega cargado de toda la maestría acumulada durante el camino de su carrera. Y la da generosamente ante un público que le comparte tan rica propuesta. Sus programas, sabiamente escogidos, iluminan de música este paisaje y cualquier otro que tuviera el privilegio de recibirlo y escucharlo. Después regresa a la ciudad de Mozart a seguir impartiendo clases como Catedrático de piano en el Mozarteum, la gran Universidad de la Música. Esta vez, un solo concierto sureño, un “Viaje hacia los limites de lo posible", como le gusta llamarlo, basado en las obras de Ravel: Rapsodía española (Prélude à la nuit, Malaguena, Habanera, Feria, de Gershwin: Rhapsody in Blue, y de Chopin: Sonata en si bemol menor, Op. 35. Ravel y Gershwin son obras sinfónicas: una, para orquesta grande, otra, para piano y orquesta. Y de cierre, Chopin, con esa obra cuyas cuatro partes son casi imposibles de realizar, en especial su Marcha fúnebre, una espiral sonora que se cierra en un momento dado con un acorde, que puede ser o no el final y que deja en un “hasta aquí la frontera anímica de hoy”. Piezas que forman una línea tras la cual se entra en otra dimensión hasta alcanzar el infinito. Nombra al concierto como "Los limites de lo posible" porque intenta y consigue sacar toda la grandiosidad con la que fue compuesta esa música a través de un piano sin que por ello merme el pulso artístico, la emoción de sentir cercana la belleza. Y el latido se acelera como si se tratara de un metrónomo humano que es llevado, dirigido por la música en vez de ser él quien marque los tiempos.

© Manuel Garrido Palacios 

Francisco Peralto · fpv





1402
JUSTIFICACIÓN de TIRADA



Este libro de artista fuera de comercio en edición limitada a 80 ejemplares numerados del uno al 80 (primero de los editados con motivo del cincuentenario de mi primera obra publicada), no lleva número de depósito legal, por la razón de que según los funcionarios de esa oficina, su contenido les impide facilitármelo || Esta edición, lamentablemente, adolece también de no llevar ISBN, debido a que los editores que lo administran, exigen por cada número que venden, una cantidad de euros que no puedo asumir para ese menester || Si Homero, Virgilio y Dante han llegado a nosotros sin que sus libros llevaran depósito legal ni ISBN, bien puede alcanzar este volumen cierta longevidad (si no por mi nombre, por respeto al de los autores que incluyo o cito), siempre que su propietario lo cuide mejor que oro en paño || Aprovecho para decir que sí permito la transmisión total o parcial de esta obra (salvo lo ajeno a mí), su incorporación a sistemas informáticos y su reproducción en cualquier forma y medio ya sea oral, manual, mecánico, fotográfico, químico, digital, por grabación u otros sistemas que el futuro pueda deparar, sin necesidad de comunicar, pedir permiso ni abonar derechos de ninguna clase por copyright, rogando únicamente que se cite mi nombre y el título de esta obra (fpv).

© Francisco Peralto




1403
JUSTIFICACIÓN de TIRADA



Caligrafías 1, libro de artista fuera de comercio en edición limitada a 80 ejemplares numerados del uno al 80 (segundo de oro del cincuentenario de mi primera obra publicada), no lleva número de depósito legal, para evitar que la Dalegación de Cultura en Málaga de la Junta de Andalucía, por medio del negociado de depósito legal dé lugar a su no validación, al igual que le ocurrió a mi multiedición apropiacionista. «Juan Ramón Jiménez y yo», y las dedicadas a Juan Gómez Macias, volúmenes de filosofía artística muy similar a la de este libro, en aplicación de la incongruente ley: «BOE, Ley 23/2011 de 29 de julio de depósito legal // Sábado 30 de julio de 2011. Sec. I, págs. 86716-86727» | Esta edición adolece también de no llevar ISBN, debido a que los editores que lo administran, exigen por cada número que venden, una cantidad de euros que no puedo asumir para ese menester | Si Séneca, Cicerón o Dion Casio han llegado a nosotros sin que sus libros llevaran depósito legal ni ISBN, bien puede alcanzar este volumen cierta longevidad (si no por mi nombre, por respeto al de los autores que incluyo), siempre que su propietario lo cuide como oro en paño | fpv, marzo de 2014.









© Francisco Peralto


Bartolomé de las Casas

Brevísima relación de la destrucción de las Indias
Bartolomé de las Casas

Ed. Isacio Pérez Fernández
Editorial tecnos

«Las que los tiranos inventaron, prosiguieron y han cometido, que llaman conquistas, […] de sí mismas (hechas contra aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden) son inicuas, tiránicas y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas e malditas.» 
© Ed.

Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun

Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842)
Portrait de la Comtesse Catherine Skavronskaia
Huile sur toile, 1,35 x 0,95 m
Le Musée Jacquemart-André
Paris

Sebastián de Horozco

MUEREN COMO MOSCAS
Libro de los proverbios glosados (nº 390)
Ed. de Jack Weiner. Kassel-Edition Reichenberg 1994


Murallas de Niebla. Puerta del Agua


'Quando alguno quiere esagerar mucho o engrandeçer una mortandad suele dezir: Mueren como moscas o mueren como chinches. Se escribe en la Corónica del rey don Alfonso X el Sabio, que teniendo este rey muchos días çercada a Niebla, ovo en el real de los xpianos tan grand multitud de moscas que no podían comer ni beber sin que se entrasen en las bocas y hiziesen vomitar de tal manera que se causó pestilençia. Y quería el rey por esto alçar el çerco sobre Niebla y dexarlo y irse. Y vinieron a él fray Andrés y fray Pedro, le rogaron que no alçase el çerco a cabo de tantos días teniendo ya la villa quasí ganada y que en lo de las moscas ellos le darían un buen consejo. Y era que mandase pregonar por la hueste que qualquiera que truxese un almud de moscas ellos le darían  dos torneses de plata (De Tours. Moneda equivalente a tres cuartillos de real). Y pregonando así, las gentes menudas por ganar aquel preçio tomaron tantas moscas que se hinchieron de ellas dos silos antiguos que allí avía. Y así çessó aquella plaga y pestilençia. Y el rey perseveró en el çerco hasta que ganó la villa. Y por tal mortandad de moscas como ésta se podría dezir: morían como moscas'. 

© Sebastián de Horozco

Iris Murdoch


Iris Murdoch

EL UNICORNIO
Ed. Impedimenta











Alberto Vázquez






Alberto Vázquez
(Nerva 1935-Valencia 1991)
Joven de la nueva era
116 x 80 (QUERER)




En 1968 fui a vivir a Roma y empecé a trabajar al óleo con la idea de pintar pensamientos. Aprendí a limpiar los pinceles sin dañarlos y a apoyarlos en la tela con miedo y, en la mente, la convicción de que, con los colores que se ponen en la paleta, se puede pintar todo. Escarceos figurativos; búsqueda del «cómo» hacer. La obra de Andrew Whyeth me llegó como una campanada. Era una pintura honrada y objetiva y, dentro de toda la figuración conocida hasta el momento, me pareció un punto de partida justo (aun cuando su medio era la témpera) para aprender a pintar al óleo. Lo que salió en ocho años de rellenar telas di en llamar: SURREALISMO DE SITUACION. Mozart, Buñuel y Kafka, buenos amigos.

© Alberto Vázquez

José Antonio Zambrano





José Antonio Zambrano
Lo que dejó la lluvia
Ed. Calambur




En Lo que dejó la lluvia, la reflexión sobre el tiempo se halla latente en todo el poemario. Ahora bien, no se contempla el paso del tiempo con melancolía, sino que ahora, inequívocamente, se examina el pasado en función del presente; es el presente el que importa. No hay nostalgia, y eso se agradece. No encontramos el tópico saturniano de la melancolía. 5i se mira hacia atrás no es para contemplar el pasado recreándose en él sino para evaluar el presente con el objeto de reflexionar sobre quién es el sujeto y sobre qué hacer ahora. Es eso, qué hacer ahora, lo que realmente importa.

© Ramón Pérez Parejo 

Juan Carlos Mestre






MESTRE
La poesía ha caido en desgracia
Calambur Editores




En 1992, La poesía ha caído en desgracia —escrito y premiado a contracorriente de la tendencia dominante en la poesía española— abrió rumbos insospechados en la trayectoria de Mestre. Una larga residencia en Chile le había ofrecido vivencias de una crudeza inolvidable (la dictadura, la solidaridad, la resistencia) y nuevas lecturas (Rojas, Teillier…). «He visto» dice, y lo que ha visto y escribe es un testimonio alucinado, proteico, de los paisajes recorridos: lugares concretos, territorios de la escritura, paisajes del sueño y de la imaginación que se han poblado, enlazándose con imágenes del holocausto europeo, de tortura y muerte, de desapariciones y de duelo; también de la esperanza, la férvida utopía de un pueblo sometido.

© Niall Binns