El tamborilero / Almonte





Rosendo ''El Tamborilero'




Cerca de la frontera francesa, en Santesteban, conforme se llega a Vera (a Itzea) hay un restaurante de los que no se olvidan. Su nombre es simplemente Josepha. Apenas se advierte su presencia cuando se pasa ya que es un caserío más de los que están al borde de la carretera. Su mobiliario no es lujoso, ni siquiera regular. Igual te toca sentarte en un taburete que en una silla que en un butacón. Pero su cocina es única. Vienen gentes del país vecino buscando el sitio: nada fácil dar con él. Alguien le preguntó un día a Josepha por qué no ponía un letrero en la puerta bien visible, o una señalita, por chica que fuera. Respondió que cuando se sabe donde está lo bueno, se busca, por escondido que esté. Algo así pasa con El Tamborilero, en Almonte, que es una casa medianera en una calle a trasmano; casa a la que se va y se repite porque Rosendo también conoce el secreto de los grandes maestros: él lo es. Es un ritual ir a comer allí. Primero, hay que saber que existe, cosa que se suele transmitir boca oído por los amantes de la exquisita mesa, y después, no hacer valoraciones previas por su aparente modestia, porque la gran riqueza del lugar está en el trato (te pasan a la cocina a que veas lo que se trama en sus fogones y sales de ella queriéndolo todo), en la calidad (hace la plaza cada día) y en la gracia al cocinar lo que se tercie. Es uno de esos sitios donde sobra la carta. Basta la palabra, la sugerencia de Rosendo como garantía de satisfacción. Y si al final uno tiene ganas de enterarse por la variedad de platos que ha traído a la mesa, se entera de que ha sido mero, bacalao, corvina o anchova, cada pescado con su salsa especial, sea de almendras o de pisto, sin olvidar las berenjenas rellenas, una excelente paella o un puchero de los de poner los ojos en blanco. Y es eso, que no hace falta llamar la atención sobre lo bueno. Sea en Navarra, en Huelva o en el fin del mundo, lo bueno se busca y, como en el caso de Rosendo, se encuentra.

© Manuel Garrido Palacios

Recuerdo de un viejo amigo






Recuerdo de un viejo amigo




El poder de evocación de la música sólo es comparable al de los olores, dice Phil Krönang; no hay que olvidar que el olor es el más antiguo estimulante para los sentidos, según Juan Pérez. Ambas sensaciones, música y olor, las analice quien sea, nos hacen cerrar los ojos y permanecer inmóviles mientras viajamos atrás en el tiempo hasta sabe Dios dónde. Ayer, por ejemplo, recibí un disco con la Pavana de Luys Milán (siglo XVI), obra que interpretaba magistralmente mi amigo Manuel Cabanillas, un gigante como operador de cámara, con el que recorrí Nepal, China y otras cercanías. Al sonar la música en el estudio toda la memoria común se me vino encima. No suelo hablar de esa época, pero a veces caigo en ella a golpe de neura. Mía es. Así que dejé caer los párpados y vi a Manuel con su eterna camiseta a rayas (compraba veinte iguales en los zocos) abrazado a su herramienta de trabajo: la cámara, dando forma a los planos más bellos que por entonces se hacían. A trabajo cerrado, solía tocar con la guitarra que llevábamos en los rodajes la Pavana de Luys Milán. Al llegar tiempos nuevos le ofrecieron un puesto en un partido a costa de abandonar lo de cameraman. No quiso. Sentía pasión por captar el mundo a través del objetivo, por el latido de la aventura, por la libertad de hablar, pensar y decidir sin que nadie hablara, pensara o decidiera por él. Pasados los años, lo ficharon para otro equipo, y en el mío apareció otro tipo genial del que hablaré en su día. La cosa es que en el vestíbulo de un hotel de Atenas volví a encontrar a Manuel. Él regresaba de no recuerdo dónde; yo iba a Nueva Delhi. Ya se había votado suficientemente como para tener una opinión de conjunto del pasado y, como si nuestra charla nunca se hubiera interrumpido, me dijo: 'Aquí me ves, con mi camiseta a rayas, que es con lo que me siento feliz. Sin embargo, ahí tienes a algún pamplinas que, después de mucho bandeo, toda la dicha que ha conseguido es tener un ropero con trajes adecuados a un partido, chupillas cortas para otro, chaquetas así o asao por si un tercero respira y camisas de todos los colores para que vayan a juego con lo que pudiera venir, aparte de estar nervioso como un flan porque nunca sabe qué ropa se llevará mañana. Yo, al menos, sé que me pondré la misma camiseta'. Lo encontraron muerto en su casa de Madrid. De vuelta de uno de los tantos periplos se le apagó el aliento en soledad. Cinco días tardaron en descubrir el suceso. Su alegría de vivir, su clara visión en las tareas que se le pedían, su saber estar en mitad del misterio de la vida, llenaron ayer el aire del estudio al sonar la Pavana de Luys Milán. Esta vez no la tocaba él. Pero con la música parecía decirme que sus viejas palabras en cuanto al chaqueteo político seguían vigentes. Siempre fue Manuel un visionario.

© Manuel Garrido Palacios

© Foto: Héctor Garrido

M. Garrido Palacios · libros





NUIT DE CHIENS
(roman)
Manuel Garrido Palacios

Trad. Jean Marie Flores
L'Harmattan Editorial. Paris 



LE FAISEUR DE PLUIE
(roman)
Manuel Garrido Palacios

Trad. de Isabelle Toledo
L'Harmattan Editorial. Paris 












L'ABANDONNOIR
(roman)
Manuel Garrido Palacios

Trad. de Isabelle Toledo
L'Harmattan Editorial. Paris


Jorge Riechmann




Jorge Riechmann
FUTURALGIA
(Poesía reunida 1979-2000)
Ed. Calambur




Futuralgia: dolor por la vida que podría ser, por la plenitud que cabría alcanzar. Rabia contra quienes nos amputan nuestras posibilidades mejores, en una época tenebrosa —la nuestra— donde el porvenir se halla trágicamente amenazado. Ardiente desconsuelo, sin resquicio por donde pudiera colarse la indecente denigración de lo humano. Ferocidad, ninguna. Pero sí rabia: la rabia de una futuralgia que me abrasa.


En las culturas sintoístas la gente
antes de empezar a orar
da palmas para llamar la atención de los dioses.
Yo lo hago ahora
que comienza este libro:
ahí estamos tú y yo
algo respira entrambos
el mundo puede abrirse
estamos ahí

© Jorge Riechmann

Luis Velázquez





UNA DERIVA INDESEABLE
Luis Velázquez
Libros del Aire (Poesía)
www.librosdelaire.com





(pág. 15)

MECE EL VIENTO las ramas de los árboles.
Mil veces antes lo has visto,
mil otros antes que tú, conmovidos poetas.
Mece el viento las ramas de los árboles
en la luz gris también de la tarde;
y la hoja seca sin rumbo raspa el pavimento,
lo mismo que antaño. Esta lluvia
moja un estado de ánimo antiguo,
profundamente arraigado.
Peciolado el poema, todavía,
bebe de ahí su savia,
de un lugar sin futuro, soterrado en el tiempo
que vendrá.

(pág. 33)

CUERPO DE AGUA, ondulado, te dejas llevar, eres agua,
tu oído
sólo para el agua de lluvia de noche,
tu boca
sólo para el agua del río del Amenti,
tus ojos
sólo para el agua profunda, gris del sueño.
Cuerpo de agua, ondulado, te dejas llevar, eres agua,
agua que respira.
agua libre que respira.

 © Luis Velázquez

Revista de Folklore nº 383







Revista de Folklore nº  383
Urueña. Valladolid


Sumario:

Editorial
Joaquín Díaz

Los asientos de piedra de Quero (Toledo). Singulares construcciones en piedra seca
Miguel Antonio Maldonado Felipe

Lavar la ropa, hacer el pan y matar el cochino. Usos y léxico de Reinoso de Cerrato
César Ayuso

El árbol de la vida en las celebraciones populares
Blanca Flor Herrero Morán

Algunas fiestas y tradiciones de Pareja (Guadalajara)
José Ramón López de los Mozos

Materiales verbo-icónicos en la narración oral
Juan José Matilla Álvarez

Uberto Stabile





afterhours
(poemario)
UBERTO STABILE
Presentación: 8 febrero - 8 tarde
El Garitazo
Esquina calles Villarías y Ripa
Bilbao

Marcos-Ricardo Barnatán






Marcos-Ricardo Barnatán
NAIPES MARCADOS
Libros del Aire. Col. Jardín Cerrado



LADERA ESTE

La letra impresa del poema
Señalaba impávida un abajo.
Pero la letra azul de Octavio
Tatuó segura un arriba.

2 DE ENERO DE 1980, EN VELINTONIA

Cuando la charla adquiere su mejor punto
Viene la enfermera a curarlo.

LEÍDO EN HENRI MICHAUX

Con el valor que se necesita para ser nada
Y nada más que nada.

MARTES 18 DE MARZO DE 1980

Elí, Elí, lamma azavtani.
(Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado.)

OÍDO A BORGES

Barnatán, Barnatán, quién pudiera llamarse Barnatán,
porque Borges, Borges se llama cualquiera.
MARTES 8 DE ENERO DE 1981

Feto único encefálica.
Placenta de cara anterior
Alejada del orificio cervical.
Veintidós semanas.

© M-R. B.

Luis González Palma





Luis González Palma

Fotografías












Galería Blanca Berlín
Limón, 28
Madrid

Antonio de Salas Dabrio



En 'Hojas nuevas'
Entrega de Poesía / Instituto ‘La Rábida’
Huelva . Año XXI . Nº 10
Dirige: Juan Carlos de Lara



OLVIDO

Amé una vez, y en el alma
tengo la ceniza fría.
Queda tranquila, alma, nunca,
habrá lumbre en tus cenizas.
A solas pienso: ‘¡Qué triste
he sido y soy! De la vida
solo saqué los recuerdos
de cosas vagas y nimias’.
¿Qué es ilusión? ¿Qué es encanto?
¿Qué es amargura? ¿Qué es dicha?
Ya tengo el alma cansada
de pasiones fugitivas.
Amar… ¿Qué es eso? Yo no
sé lo que amar significa.
Amé una vez –muy lejana-
y está la ceniza fría.

© Antonio de Salas Dabrio
Poema manuscrito inédito
Cuaderno primero (1946)

Antonio Orihuela





Antonio Orihuela
Esperar sentado
Poesía completa
Enclave Libros
Lecturas en Madrid






LA PÚRPURA

Otro día
para la taba que hemos recuperado de debajo del laurel,
para el fragmento de terra sigilata
que Ángela ha encontrado en el jardín,
para la extraña piedrita que ha recogido Mar entre los aromos
y que limpia es un as de época de Galieno.
Otro día…

LA MUERTE

Un niño
suspendido en las ramas de la higuera
mira un paraguas roto aún más alto.
El no sabe que es pronto para llegar allí.
Yo ya no soy
ese niño.
Inútil, como entonces,
me afano en arrancar algunas notas a la flauta
escondida
de sus ramas.
Ellas caen sobre mí
a través de un paraguas roto.
Me dicen que es tarde para el niño,
que es pronto para mí.

http://vocesdelextremopoesia.blogspot.com

Múrtiga


MÚRTIGA

Proyecciones:
CineArte. Madrid
Festival de Cine Iberoamericano y 
Universidad de Huelva

Documental sobre la arquitectura popular en pueblos del entorno del río Múrtiga (Sierra de Aracena); rodado en 16 mm. en 1978. Sonido: Juan Navalón. Montaje: Häns Kruker. Producción: COAH. Colegio de Arquitectos. Post-producción: Golden Harp. Fotografía: Magi Torruella. Asesores: Jaime Montaner y José Ramón Moreno. Director Manuel Garrido Palacios. Se tenían noticias de la existencia de una única copia, pero hacía tiempo que se había dado por perdida. Recuperada 34 años más tarde, fue digitalizada y salvada del deterioro y del olvido. MÚRTIGA recorre y estudia la arquitectura popular de localidades como Fuenteheridos, Almonaster la Real, Los Marines, Cortelazor y Alájar. A la proyección en el Festival asistió la Decana del Colegio de Arquitectos, Noemi Sanchís. 

(Prensa) En la foto: José Ramón  Moreno, Magi Torruella y Garrido Palacios

La malvasía




La malvasía en el Mediterráneo Occidental

Texto: Héctor Garrido / Mario Sáenz de Buruaga
Ilustraciones: Francisco J. Hernández
Fotografías: Sylvática, Estudio y Gestión del Medio Natural, S.L.
Consultora de Recursos Naturales. S.L. / Tomero y Romillo, S.L. / Héctor Garrido.
Diseño y Maquetación: 2ados • Vitoria-Gasteiz
Edita: U.T.E. CRN • Sylvática. Almonte

(Dibujos realizados a partir de las pieles conservadas en la Colección Científica de la Estación Biológica de Doñana (C.S.I.C.) en Sevilla, procedentes del Plan de Control de malvasía canela y sus híbridos del Ministerio de Medio Ambiente en colaboración con las Comunidades Autónomas)

Revista de Folklore / Anuario 2013







Revista de Folklore
Anuario 2013



Sumario

EL PODER DE LA IGLESIA EN LA SOCIEDAD TRADICIONAL
Modesto Martín Cebrián

REPERTORIO FITONÍMICO DE CASTILLA Y LEÓN
Mario Sanz Elorza

SANTA MARÍA TECUANULCO: ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO DE TRADICIÓN  NAHUA DEL CENTRO DE MÉXICO
David Lorente Fernández

Revista de Folklore
www.funjdiaz.net

Florencia cualquier día



FLORENCIA

1 . Dante e il suo poema. Domenico de Michelino (1417-1491) Cattedrale di Santa Maria del Fiore. 
2 . Palazzo della Signoria
3 . Pianta della Catena. Museo storico-topografico. 
4 . Cúpula de Brunelleschi. Campanile.de Giotto
5 . Leonardo da Vinci (1452-1519) Autoritratto.

No se sabe a ciencia cierta a qué se viene a Florencia, si a sentirla dentro de uno o a sentirse dentro de ella. Lo de Florencia es un amor irresuelto al que hay que tantear de continuo para ver cómo evoluciona y crece. A Florencia se viene y basta. Es cita ineludible todas las veces que se tercien en la vida. Es viaje siempre cumplido, siempre pendiente. Cuando era un muchacho vine a tocar la guitarra. La ciudad me envolvió de tal forma que, desde entonces, raro es el año sin que regrese como quien pretende recontar sueños, fantasmas o lo que apetezca contar. Y una y otra vez encuentro algo con lo que no pudo el tiempo: la belleza. Ahí está ella, sobreviviendo a guerras, a tormentas, a ciclos humanos. Ir a la Academia y toparte con el David de Miguel Ángel, entrar en la iglesia de la Santa Croce al tiempo que ensaya la coral y los muros te acogen para que escuches las voces de otro tiempo, o subir a la torre de la Signoría, o extasiarte en la Catedral o en el Baptisterio, o cruzar el Ponte Vecchio, o comprar uvas en un puesto callejero, o enriquecerte en la galería de los Uffizi para terminar frente al ocaso del día sobre el Arno, son los movimientos básicos de todos los primeros días en Florencia, para, después, a emoción calmada, penetrar en Strozzi, Rucellai, Pitti, Santa María Novella... Brunelleschi, Leonardo, Rafael… Respirar el Renacimiento. Porque Florencia es eso: volver a nacer, romper la costra del olvido, valorar. A poco que se esté en ella se puede imaginar que se estuvo allí toda la vida. El aire sabe a eso, da eso; se haga lo que se haga, se renace de alguna misteriosa forma. Hace varios meses vine buscando los perfiles que dibujó Pío Baroja en ‘El mundo es ansí', libro que en la primera página dice que ‘el arte es un mullido lecho para los que nos sentimos vagos de profesión’. Y me pareció -o quise- ver vagar por las calles florentinas al protagonista, Juanito Velasco, que 'transformado por efecto de su libre albedrío en joven artista, recogió una cantidad considerable en dinero y en papel del Estado, y se fue a liquidarlo y a recorrer el mundo': el mismo que llegó a ser un entendido en Botticelli, Donatello y el champagne. Hoy he caminado por los escenarios en los que se movió Hannibal Lecter. No voy a hablar de la película porque doctores tiene el oficio. Sólo diré que se me ha sumado en este viaje la ocasión de palpar esa textura narrativa de la obra, que abre en la sensibilidad postigos que aún permanecían cerrados, entornados, ligeramente abiertos. Textura de los versos de La vita nuova, de Dante: 

A toda alma prisionera y gentil corazón,
a cuya presencia venga el decir presente,
por que me escriban su parecer,
salud en su Señor, es decir Amor.
Ya eran casi terciadas las horas,
del tiempo en que toda estrella está luciente,
cuando aparecióseme Amor súbitamente,
cuyo aspecto recordar me causa horror.
Alegre me parecía Amor, teniendo
mi corazón en la mano, y en sus brazos una
dama, envuelta en un lienzo, dormida;
Después la despertaba, y de este corazón ardiendo
ella espantada humildemente comía,
y después irse lo vi llorando.

Esto, aparte del color tallado, la luz exacta, la interpretación magistral, la historia, el arte del tiempo que nos ha tocado vivir, cuya síntesis, en ocasiones, aunque no tantas como quisiéramos, suele darnos el cine. Así que tras los ecos de Hannibal Lecter cruzo por la Logia sumido en la niebla de medianoche y hasta he creído -o querido- ver su figura de abrigo negro desaparecer tras una esquina. Mañana regresaré a las estancias de la Casa Capponi y preguntaré por el bibliotecario. Estará ausente. Hannibal Lecter tiene que estar ausente. No puede ser de otro modo. Y una vez más ese misterio de lo imaginario se me hará más bello para que la próxima vez que vuelva traiga más sueños para convertir, más fantasmas que buscar, aunque, ya digo, nunca se sepa a ciencia cierta a qué se viene a Florencia. Será porque llama, atrae, retiene. Y aquí está ella, lujuriosa, intacta, sobreviviendo a guerras, sombras, tormentas, a ciclos humanos, a ambiciones ajenas a la belleza.

© Manuel Garrido Palacios