Manuel Francisco Reina





Las rosas de la carne
Manuel Francisco Reina
Ed. Calambur





“Rosas secas sobre mi corazón agotado / como un tintero exhausto para escribir de amores, / donde los cuervos criados con la ternura antigua / de quien creía su pecho nido de palomas, / secaron mi fuente para el amor y las lágrimas / como monstruos sedientos de pasión y de vida”.
Son versos de Manuel Francisco Reina (Jerez de la Frontera, 1974) novelista, dramaturgo y crítico, ha publicado “Razón del incendiario” “Naufragio hacia la dicha” “Del insumiso amor” “Consumación de estío” “Las islas cómplices” “El amargo ejercicio” y “La lengua de los ángeles”, obras que han merecido, entre otros premios, el Ciudad de San Fernando, el Ciudad de Irún o el Ibn Al-Jatib.
“Y qué más da si olvidé vuestros nombres, / cadáveres de rosas exquisitas, / cuerpos espléndidos que amé con fuego / de noches extenuadas con pasión de agonías. / Qué importa si de mí me olvido cuando os otorgo / natura de dioses ahogados en mi memoria, / ungidos de eternidad por mi daño / que es mi herida antigua de antes de haber nacido. / Con tanto amor exhumo vuestros restos / que inmaculados volvéis a la vida / como si el pasado fuera sólo ruina y humo; / como si vosotros me llamaseis desde el alba / y el cuerpo despertara de su ahora / sabiendo que es cadáver de sí mismo, / aroma agonizante de su estío”.
El poeta se encomienda en los previos a Juan Ramón Jiménez: “El recuerdo / florece ahora en cada rosa, / entre los besos castos, hay un beso / ardiente, inexorable”; a Luis Rosales: “Los ángeles son de rosa / viva, las rosas de carne, / y anda el sueño confundiendo / los árboles con los ángeles”; a Pilar Paz Pasamar: “De rodillas aquellos, los que ignoren / que pueden encontrarte en una rosa / o en la terrible soledad espesa”; o a Héctor Rojas: “Me gustan esas rosas ardiendo en sus tiestos. Están henchidas de una alegría y un ímpetu que recuerdan el odio”.
Manuel Francisco Reina estructura su libro en tres partes: Naturaleza de la rosa: “Porque soy un mártir de la belleza, / testigo que no escapa al deseo tan ingenuo / de dejarse herir por la fugitiva hermosura / cada vez más escasa de este mundo”; Las rosas de la carne (No os engañen las rosas): “El párpado cerrado ante el que el hombre / sucumbiese inevitablemente a su destino, / como la amada tierna al poder abrasador / de un dios del cielo”; y Exhumaciones: “Habéis dejado el tiempo de ser flores, / perdisteis la razón de la ternura / y el cálido temblor de la inocencia. / Perdisteis todo al fin, y no me importa”.
Se incorpora el poeta al fragor del verso convencido de que no hay tregua y redescubre a través de la rosa la virtud de ser consciente de que siente, late, sueña; y busca un signo de identidad con el ser amado, paso decisivo, esencial de su vivencia: “Por el suelo empedrado de los siglos / desgastaron tu nombre y tu figura, / como tea que arrastra sus rescoldos, / deshojando sus pétalos ardientes. / Del motivo fatal de tu belleza / al cansancio leve de la palabra, / la misma culpa tiene el torpe amante / y el mal poeta, ladrones de gracia. / Cuánto canto anodino por tus logros, / cuánta vana metáfora de verdes / aguzados de espina traicionera / como mantis florida y predadora. / Pero al fin tú sigues siendo igual: tú, / la misma rosa mil veces ajada, / protagonista ajena del idilio, / confesora de amor o su pañuelo, / lecho de mortajas o ramo de novias, cáliz de la sed que prende el deseo. / Porque nada cambia: decimos rosa / y florece en el aire su presencia, / inmutable espíritu fiel al fuego / como fénix del tallo florecida. / Sin más. pensamos rosa y simplemente / nos vuelve a despertar la primavera, / nos arde la pasión sobre los labios, / y olemos su perfume en nuestro lecho”.
Versos que se enredan con lo más complicadamente simple: lo que el amor pintaba y que bien podría traducirse como inocencia. El poeta sabe que encontrar la voz deseada viene a ser un milagro sólo capaz de realizarse con los versos, aunque se revuelve contra las lindes propias de la expresión y tema no llegar a lo que busca. El tiempo se comprime en el gozo mientras el placer se dilata en el dolor. Bienvenido sea este tratado de lo bello, y sea así todos los días y todas las noches porque, como decía Pessoa: “No quiero rosas mientras haya rosas. / Las quiero cuando no las pueda haber”.

© Manuel Garrido Palacios

Cátedra de la Tradición / Urueña





Patrimonio Inmaterial
Fundación Joaquín Díaz
Cátedra de Estudios sobre la Tradición
Universidad de Valladolid
Urueña




Cuando después de Tordesillas el cielo se une con la tierra y crees que no vas a caber por el camino, aparece Urueña en un risco con la humildad que da la grandeza en su combate con el tiempo. Setenta vecinos, o un ciento largo de almas, o un rosario de puertas cerradas, o postigos que ya no abren, o nevisca en pleno abril si te dan de cara el agua y el frío juntos, o la soledad al asomo del lubricán, o la magia de lo sencillo. Todo eso es, o parece Urueña, pero también es el pueblo que luce diez librerías de primor, por lo que la llaman Villa del Libro, y un Museo de la Música con presencia de mil instrumentos generadores de la belleza sonora del mundo, y un exquisito estudio de grabación bajo la batuta de Luis Delgado, y un Museo de campanas con sus conciertos, y otro de la Imprenta, y uno en formación de gramófonos, y talleres de creación, y salas de exposiciones, y puntos de aquí te veo para creativos, y restaurantes en los que se saborea de entrada la sopa castellana, sin olvidar los caldos de Toro o de la Ribera o de donde sean: caldos son. Y un motor como esencia: la Fundación Joaquín Díaz, con él al frente y a los flancos. Fundación con un corazón grande para albergar un ejemplario sobre la tradición en forma de biblioteca, museo, colecciones y fonoteca, sin dejar de lado la riqueza de documentales que dicen cómo era lo que ya no es.
Puntualmente coincidieron en Urueña los asistentes al Simposio sobre el Patrimonio Inmaterial: gentes venidas de América, Europa, Asia... con los escritores del Encuentro de Creación Literaria, y hasta hubo que adaptar horas y espacios para hacer posible que se hablara de genio e ingenio, de repentización oral, del gesto como lenguaje, de la comunicación religiosa, de los trovos, de la desarticulación del tiempo, del humor de una modernidad periférica, de la interpretación de los chistes, de libros –contra más viejos, más nuevos a veces-, de cuentos populares, de pensamiento mágico y de todo lo que abarca el saber tradicional.
A la par de esto, brotaron las expresiones cantadas de esa América que conocemos poco. Una América en la que un peruano canta, un mejicano le contesta, un chileno le hace ritmo, un colombiano el coro o un cubano le aporta la improvisación oportuna.
Un milagro humano, una obra bella, irrepetible, que surge en su momento preciso estimulada por un campo bien labrado para que madure. Un campo de cultura cuyos surcos se le deben, sin duda, a nuestro Joaquín Díaz.



EL SIMPOSIO



Maximiliano Trapero (Universidad de Las Palmas) al hablar de la literatura oral, subraya que “nunca se había puesto el acento de manera monográfica sobre un aspecto como el ingenio”, y cita el caso del repentista cubano Orlando Laguardia, que ante uno de aquellos apagones del “período especial” (año 1997) lo invitaron a un abundante refrigerio al término del Festival de la Décima en Las Tunas, y dijo: “Tal parece que mi vida / es una pesada cruz: / cuando hay comida no hay luz / y cuando hay luz no hay comida”. Añade salsa con versos de otro cubano, Juan Antonio Díaz: “La memoria, a mi entender, / es la maquinaria humana / que hace llegar a mañana / lo que fue suceso ayer. / Pudiendo violada ser, / por diabólico motivo, / la memoria es el archivo / donde el hombre con acierto / transita después de muerto / como si estuviera vivo”.
Jean-François Botrel (Universidad de Rennes) indaga sobre el lenguaje y se pregunta si el “hablar de manos era cosa de villanos”. Luego hace un “atrevido y somero intento de arqueología del gesto, buscando en lo escrito y/o lo representado y en la literatura oral, fundamentalmente narrativa, todo lo que en las prácticas del pueblo español histórico remite a la gestualidad para poder analizar la posible función expresiva de un ‘arte del cuerpo’, estudiando cómo, cuando lleva intención, contribuye a la función ingeniosa de la voz, llegando a sustituirla a veces”.
El Profesor Salinas Campos (Universidad de Chile) escribe del tiempo colonial y su desarticulación por la risa, con el recuerdo de Juan Verdejo, “roto de Chile: representación viva de la otredad de Occidente en la historia” de aquel país, cuyos rasgos de origen quizás habría que buscar en tiempos de Felipe II, cuando mandó desterrar “a Chile a los individuos que consideró incorregibles y peligrosos para el gobierno y el orden establecido en el Nuevo Mundo”, Una pincelada de sus prontos: “Por mi abuela / que somos rotos fatales: / no poder comer cazuela con ají / por culpa de don Morales”.
Tomás Lozano habla de Trovos y cañuteros en Nuevo México: “En la puerta de mi casa / tengo una mata e cirgüela, / no te chinquetes conmigo / chiquétate con tu abuela”. Luis Díaz interpreta los chistes populares. Luis Resines da todo un recital sobre el gesto en su comunicación religiosa, y Susan Campos (Autónoma de Madrid) viaja desde la Insula Barataria a la República de los Cocos con los perfiles de Sancho, Charlot y Cantinflas en una reivindicación del poder como individuos libres. Don Quijote escribe a Sancho: “sé bien criado y procura la abundancia de los mantenimientos". Charlot dirá: "Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos tener más humanidad. Más que inteligencia, bondad y dulzura". Cantinflas aludirá a ello en Su Excelencia: "Estoy de acuerdo con lo que dijo el representante de Salchichonia: con humildad de albañiles no agremiados debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, barda de la incomprensión, de la desconfianza, del odio, pero no la barda de las ideas, ¡eso no!, ¡nunca!; el día que pensemos y actuemos igual dejaremos de ser hombres para ser máquinas […] Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, no sólo impulsado por su instinto de conservación, sino por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada cada vez más digna de la especie humana, aspiración que no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia social”.
Tras hablar de todo esto en Urueña, pueblo erguido al borde del horizonte, y de mojar ideas y palabras con los sabrosos caldos castellanos, sale de la imprenta este libro, cuyo eje podríamos fijar en que el humor: Patrimonio común y una de las cosas serias que existen.

© Manuel Garrido Palacios

Kepa Murua

EL GATO NEGRO
Kepa Murua
Ed. Calambur

El Gato negro del amor es un viaje por la gama de colores que componen la imagen del amor, el desamor y la separación. Gato… negro, blanco, gris, del silencio, de fuego..., Kepa Murua (1962) presenta a los personajes (amantes, escenarios, memoria) sin retórica ni patetismo. Hay dolor, preguntas, desconcierto y sinceridad sobre uno de los grandes temas de la poesía, planteado aquí desde una perspectiva contemporánea. Kepa Murua es autor de los libros de poesía Abstemio de honores, Cavando la tierra con tus sueños, Siempre conté diez y nunca apareciste, Un lugar por nosotros, Cardiolemas, Las manos en alto, Poemas del caminante, Cantos del dios oscuro, No es nada y Poesía sola. Ha publicado también libros de ensayo. (Editorial)

LOS GATOS NEGROS (pág. 31)

Gritaré. Gritaré para deciros
que ni sois ni erais
ni nada que se os parezca
más que sombras vivientes.
Gritaré. Gritaré para sentiros
lejanos en la nostalgia
que tarde o temprano dice
perdonadme.
Gritaré. Gritaré para llamaros
como habéis hecho con otros
sin que nadie antes supiera
que os llamabais a vosotros.
Gritaré. Gritaré para calmaros
como nunca antes habéis sentido
el amor que confunde el miedo
con la silueta de los gatos negros.

© Kepa Murua

Luis Eduardo Siles




FOROS PARA LA HISTORIA
Luis Eduardo Siles




Luis Eduardo Siles (Jaén, 1958) publica el libro ‘Foros para la Historia’ en el que recopila las presentaciones que hizo a quienes participaron en su proyecto en la ciudad de Huelva, como ‘lugar de encuentro de líderes de opinión’, según lo subtitula. Lo prologa Fernando Orgambides: ‘Huelva ha estado en mi corazón siempre y así se lo hice saber a Luis aquella tarde en la que paseábamos, yo interesado en contratarle como corresponsal de El País y él ilusionado con la etapa profesional que se le presentaba’.
Después queda el autor a solas frente al retrato de cada figura. José Andrés Torres Mora: ‘En permanente estado de reflexión, es hombre entregado al pensamiento. Luego sus ideas tienen una aplicación práctica en la sociedad’; Gracia Querejeta: ‘Hace un cine engañosamente naturalista en el que los personajes vomitan ante la cámara o se cepillan afanosamente los dientes, todo envuelto en una atmósfera poética’; Carlos Abella: ‘La femoral como cebo, dice en su libro ‘José Tomás un torero de leyenda', escrito con el arte brillante de los mejores críticos taurinos’; Carmen Enríquez: ‘Desliza en sus últimas entrevistas una medida inquietud por el futuro de la Monarquía en España. Asegura que se ha levantado la veda informativa contra la Casa Real’; Eduardo Madina: ‘Durante muchos minutos viajó con una bomba lapa adosada a su coche, que finalmente explotó. Perdió una pierna, pero se le triplicaron las ganas de vivir’; Ian Gibson: ‘Sus biografías de Federico García Lorca, Salvador Dalí, Camilo José Cela o Antonio Machado son precisas en el dato, cuidadas hasta el extremo, con el añadido de una hermosa escritura’; José Ángel de la Casa: ‘A la tradición de narrar un gol ha añadido una forma optimista: España puede dar la vuelta al marcador’; José Bono: ‘Habilidad para expresarse cuando quiere a través de un laberinto, de modo que ha podido decir ‘sí’, ‘no’ o ‘todo lo contrario’, según la prisa del periodista’; Ramón Jáuregui: ‘Persona templada, es un político que ha peleado por alcanzar la luz que se esconde al final del laberinto’; José Sacristán: ‘Hay actores que se convierten en amigos que visitan nuestra casa; él pertenece a ese grupo que la gente lleva en el corazón’; José Emilio Santamaría: ‘Los entrenadores que han triunfado en el fútbol en los últimos años transmiten una imagen feroz, distante, prepotente. Algo bien distinto fue Santamaría’; Carlos Gaviria: ‘Sostiene que en Colombia la Democracia es una utopía que queda aún lejos, aunque el Gobierno la presente como una realidad’; Alfredo Relaño: ‘Autor de libros sobre fútbol, deporte que explica con humor’; Michael Robinson: ‘Alumno de Periodismo que, en lugar de estudiar en la Facultad la carrera, lo hizo en el césped del estadio del Liverpool’;Trinidad Jiménez: ‘Dulce acento entre andaluz y latino. Nació en Málaga y pasó su adolescencia en Huelva, donde su padre fue fiscal en la Audiencia Provincial’; Pedro Zerolo: ‘Así es el mundo por el que lucha: mortal y rosa, como definió un poeta la vida’; Vicente del Bosque: ‘El blanco y el negro son los colores con los que soñamos y los de las fotos de los jugadores de leyenda’; Tomás Roncero: ‘Defiende el casticismo de bufanda blanca anudada al cuello, el 'raulismo' a ultranza’; Diego Carcedo: ‘Ha entrevistado a 30 Reyes, Presidentes y Jefes de Estado y de Gobierno’; Ramón Lobo: ‘El espectáculo de la guerra en la televisión, como la noche del bombardeo sobre Irak, parece que no produce muertes, salvo para los que están allí’; José Antonio Gurriarán: ‘Sufrió un atentado que le destrozó el cuerpo, pero no le dejó un solo rasguño en el alma’; Maruja Torres: ‘En 'Mujer en guerra', su libro que yo más quiero, dice: ‘Me preguntan si el periodismo me ha impedido formar un hogar y respondo que era el hogar lo que me impedía hacer periodismo’; Rosa Regás: ‘Mi encuentro literario con Rosa fue un flechazo’; y nombres más cercanos como Eva Vaz, con su poemario ‘Metástasis’, Moreno, con su novela ‘Lo que dura la noche’, Huelva con ‘Y cien’ o el malagueño García Marín con ‘La escalera del agua’.
Lidia Jiménez pone el epílogo; ‘Umbral es el escritor favorito de Luis Eduardo, y presume de tener 118 libros del escritor madrileño. Sus otras pasiones son sus hijos y la verdad con sus consecuencias’.

© Manuel Garrido Palacios

Uberto Stabile en México















De nuevo en México DF, esta vez en plena celebración del día de muertos. El jueves próximo inauguramos EDITA, el XXI Encuentro Internacional de Editores Independientes que, por segunda vez, se celebra en la Casa Museo Leon Trostsky en Coyoacán, a escasos metros de la casa de Frida Kalho. Llegué el viernes tras un largo viaje, sobrevolando Amércia del Norte. Entramos por Terranova y la Península del Labrador, y Manhattan, justo antes de la gran tormenta de nieve, con escala en Atlanta. 17 horas más tarde llegué a Ciudad de México. En México, sin embargo, el tiempo sigue primaveral y al tratarse del largo puente por la celebración del día de muertos tuve la ocasión de ver una Ciudad de México casi desconocida, con una limpieza de aire y polución y una ausencia de tráfico nada normales. Ayer fui a ver de nuevo el Museo de Antropologia y me encontre con la actuación de un grupo de danzas de Chiapas.
Fue delicioso. Se trataba de la representación de su particular carnaval. Quedó todo grabado y compartido, incluido el aguardiente ofrecido y sus cantos, que bien pudieran ser la base de cualquier grupo de música contemporánea. Prácticamente no me he movido de Coyoacán, cada dñia más saturado de turistas y ardillas; algunas, casi hablan. Toda la ciudad es una especie de cementerio ambulante, lleno de calaveras, esqueletos, calacas, flores, pan de muertos, etc. Afortunadamente, el Día de Muertos aquí todavía le planta cara al Haloween (o como se escriba). Ahí va el programa de EDITA y el del FELINO (Festival de Literatura del Noroeste) de Tijuana, a donde llegaré el próximo lunes. Esta tarde-noche intentaré llegar a alguno de los cementerios de los alrededores de México para grabar una de las ceremonias de sincretismo más impactantes de América latina.

© Uberto Stabile

Luis Arturo Guichard







LO DEMÁS QUEDA AL AZAR
Luis Arturo Guichard
Ed. Liliputienses






EL ORDEN DE LAS COSAS



Todo
estaba repartido desde el principio
A
la jirafa, un corazón de pozo profundo
A
Ulises el divino, los nudos de su balsa
A
cada siglo, su propio cuchillo afilado
A
cada máscara, un solo personaje
Al
agua, no pasar del cuello
Al
vértigo, la inmovilidad si la desea
Al
llanto de Demócrito, la risa de Heráclito
A
los amigos, más de lo posible
A
la hija única, todas las fotografías de su madre
A
los padres de todos, que nada cambie demasiado
Al
día, la amenaza del infinito
A
las vacas de peluche, el mito de Europa
A
la tierra plana, otras cosas bellas que no existen
A
la ciudad, un círculo, una línea y buena suerte
A
los libros, que valgan al menos lo mismo
que
un minuto de realidad
Al
camello, el reino de los cielos directamente
Al
lugar en que se nace, una maleta con brújula
Al
lugar en que se muere, otra (y juro que existen)
A
la mierda, tantos años de hambre
A
Narciso, un estanque limpio
A
los caminos laterales, que se vuelvan centrales
(y
a los centrales, que se vayan de fiesta)
A
la luz, ser monopolio de un solo sentido
A
los amantes, hacer largo su viaje
A
los poetas jóvenes, tres manuales de métrica
A
los poetas mayores, ver lo que veía Rilke
A
la alegría, una manzana, un Buda y un relámpago
Al
azar, todo lo demás

© Luis Arturo Guichard

Augusto Fernández Guardiola




LAS NEUROCIENCIAS EN EL EXILIO ESPAÑOL EN MÉXICO


Augusto Fernández Guardiola
Fondo de Cultura Económica. México




Uno de los propósitos esenciales de este libro es, en palabras de! doctor Guillermo Soberón (Prólogo) destacar la importancia que revistió para nuestro país la llegada de los exiliados españoles, "pues siempre he sido un ferviente admirador de aquellos 'refugiados' que tanto aportaron al fortalecimiento de nuestra vida académica y, además, tuve relación personal con los cinco eminentes médicos de los que se habla en este volumen". Estos científicos llegaron a México en los años cuarenta, exiliados tras la guerra civil española, cuando fueron arrancados de su labores de investigación y tuvieron que pasar a ejercer puestos en el gobierno y el ejército. ¿Cómo después de esos avatares se reintegraron a la investigación científica? ¿Qué papel desempeñaron en las instituciones de México y qué alumnos formaron? Éstas son algunas de las preguntas a las que el libro pretende responder. Los cinco científicos cuyas carreras se reseñan se dedicaron al campo de las neurocienias: Dionisio Nieto, José Puche, Isaac Costero, Rafael Méndez y Ramón Álvarez-Buyila. Las neurociencias son el conjunto de disciplinas que estudian el sistema nervioso, normal o alterado, y que se integran en un concepto nuevo, pues anteriormente las diversas ramas que las conforman se estudiaban por separado. Los maestros españoles de cuya obra hablan sus páginas son, en cierto modo, precursores de las neurociencias y que sus trabajos se entrelazan generacionalmente con las de sus maestros, don Santiago Ramón y Cajal y don Pío del Río Hortega, con quienes entraron en contacto durante su estancia en la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid donde también convivieron e hicieron amistad con personajes famosos como Buñuel, Dalí, Lorca y Ochoa, entre otros. Las presentes breves notas biográficas intentan exponer el entusiasmo con que estos cinco médicos se dedicaron a la investigación y la enseñanza en México.

© Editorial

Juan Carlos Mestre





Juan Carlos Mestre
La visita de Safo y otros poemas
para despedir a Lennon
Calambur Poesía



Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) inicia este libro en el verano de 1974, a raíz del suicidio de su amigo, el poeta Gilberto Núñez Ursinos, a quien dedica Elegía en mayo. Son textos de adolescencia que formaron parte de Siete poemas escritos junto a la lluvia (1981) y que agrupados con las entregas aparecidas en Ajoblanco (1980) o la Nueva Estafeta (1981) conformaron su primer libro, La visita de Safo (1983), finalista en la Bienal de Poesía de León en 1980. Hasta ahí el viaje iniciático, al que se suman poemas de otras épocas editados en Ínsula (1986) o en publicaciones underground, en un excéntrico proceso de creación. Alejado del habitual concepto de reedición, este libro reúne poemas sin otras variantes que las tipográficas, y revisitados no desde la voluntad de mejora, sino desde el cuestionamiento de su propia e ininterrumpida búsqueda, que nace en la adolescencia del poeta, cruza su juventud y desemboca en la incorporación de textos contemporáneos, poemas en la cercanía de Keats quien, aquí, en la conversación con la melancolía de la muerte y las metamorfosis, se llama también John Winston Lennon.

© Editorial.

Parpalacio (nº 65)


 Biblioteca de la Fundación ▲  

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Publicación de la Fundación Joaquín Díaz
Urueña. Valladolid

Muchos de los comercios, fábricas o firmas comerciales que existieron en Valladolid en el período comprendido entre 1850 y 1950 pertenecen ya a la historia de la ciudad. Dicho período coincide en el tiempo con una época de innumerables cambios: guerras, invenciones, tendencias estéticas, conflictos sociales, avances y retrocesos económicos, que explican la mentalidad y el deseo de superación de una ciudad y de uno de sus sectores más importantes, el industrial y comercial... 
Las noticias que trae la presente edición de Parpalacio giran en torno a • Libro de la Cámara de Comercio • Estampería europea • Imaginatura • Arqueología musical • Visita de la ACAMFE • Presentación del CD "Cantares de Tetuán" • Taller de cuatro venezolanos • Antiguos trabajos discográficos.

© Editorial
www.funjdiaz.net

Héctor Garrido / Viaje a la luz




Viaje a la luz de Doñana
Fotografías
Héctor Garrido
Editorial Rueda

POEMA

¿Cuál es la fórmula de la luz?
A ver: haga usted cálculos, señor Profesor...
Le espero... EI Profesor calcula. El Poeta espera.
Al fin: el Profesor concluye. Y el Poeta dice:
Muy mal, muy mal, señor Profesor.
Esto no es la fórmula de la luz.
Se ha olvidado usted de estos factores:
de la inocencia,
de la libertad,
del amor,
del sueño de las vírgenes,
del vuelo de los pájaros,
de la mirada de los ciervos,
de la voz del adolescente...
Y sin estos factores, sin estos datos,
sin estos milagros
que ha olvidado usted
y que a veces ocurren en el mundo...
-rauda, rápidamente,
en un temblor misterioso de relámpago-
nada más que para que sepamos que existen...
Sin estos milagros, que no están en su fórmula,
no llegará usted nunca
a la justa definición de la luz,
"la luz.",
fíjese usted bien, señor Profesor,
"la luz es la mirada de Dios -mística u poética-
donde viven (eternamente, siempre, siempre]
la aurora, el ángel y los sueños.

© León Felipe

ANLE / Gerardo Piña-Rosales




ANLE


La noticia fue la elección por unanimidad del Dr. Gerardo Piña-Rosales como Director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española de Nueva York (ANLE), la más joven de las 22 Academias de la Lengua que existen, cuyo trabajo conjunto abarca la Gramática, el Diccionario, la Ortografía y otras obras al servicio de los más de 400 millones de personas que hablan español en el mundo. El Dr. Piña-Rosales considera que la labor de la Academia “es una aventura, un reto, un desafío [...] porque estamos en el ojo del huracán. Nuestra Academia opera en los Estados Unidos, país donde la lengua mayoritaria es el inglés, que hoy por hoy es la que más influye en el español, es decir, que la ANLE asiste, desde dentro, a la evolución -positiva o negativa, según los casos- de la lengua española. A pesar del elevado número de hispanohablantes que residen en Estados Unidos, el español se siente acosado por el inglés. Los cambios e innovaciones lingüísticas -la irrupción volcánica de neologismos- que se producen por estos pagos, los veremos pronto adoptados o rechazados tanto en España como en países de América Latina". Gerardo Piña-Rosales nació en La Línea de la Concepción (Cádiz) en 1948. Hoy es su Hijo Predilecto. Hizo estudios superiores en el Instituto Español de Tánger (Marruecos), en la Universidad de Granada y en la de Salamanca. En Nueva York (donde reside desde 1973) se graduó por el Queens College de CUNY y se doctoró en el Centro de Estudios Graduados de dicha universidad con una tesis sobre la literatura del exilio español de 1939. Desde 1981 ejerce como profesor de literatura y lengua españolas en la City University of New York (Lehman College & Graduate Center). Ha enseñado también en St. John´s University y en el Teachers College de Columbia. Es presidente del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York y de la Asociación de Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos. Ha publicado De La Celestina a Parafernalia: estudios sobre teatro español (1984); Narrativa breve de Manuel Andújar (1988); La obra narrativa de S. Serrano Poncela (1999); Acentos femeninos y marco estético del nuevo milenio (2000); 1898: entre el desencanto y la esperanza (1999); Presencia hispánica en los Estados Unidos (2003); España en las Américas (2004); Odón Betanzos Palacios o la integridad del árbol herido (2005) y Escritores españoles en los Estados Unidos (2007), aparte de diversos estudios sobre autores tan variados como Cervantes, Vallejo o Bowles. Como novelista es autor de Desde esta cámara oscura, que obtuvo el Premio Casino de Lorca en 2006. En años anteriores dirigieron la Academia el chileno Carlos McHale y el español Odón Betanzos. La ANLE -Correspondiente de la Real Academia Española- fue fundada en 1973. Con sede en Nueva York, representa a los millones de hispanohablantes que residen en los Estados Unidos.

© Manuel Garrido Palacios

Daniel Vázquez Díaz









Daniel Vázquez Díaz
Nerva 1882-Madrid 1969

(acuarelas 25x36)

1 . Estudio de la cabeza de Colón

2-3 . Estudios de cabezas de frailes

4 . Estudio de cabeza de marinero





FÁBULA

Nerva, Fuenterrabía, La Pedriza.
Y la D con la V y con la D.
Qué plenitud de España
y con Montmartre al fondo y con La Rábida.
Daniel, tú sabes que a Juan Gris
-lo descubrió Juan Larrea-
un color le llamaba Juan.
Pero a tí no fue uno el que te preguntaba.
Todos los timbres, todos sus matices
revolaban en torno de tu boina
y te confiaban calores y fulgores abolidos,
taleguillas, burieles
y frescores de aceros y de tierras
y buches de paloma amortiguados.
Los leones de Daniel y los panes del Díaz
y navegando el Vázquez las dos zedas,
los cisnes blanco y negro de este a oeste.
Y hay veces que se alcanzan y se calcan
y crean para ti
toda la fiesta,
la fábula innumerable de tus grises.

© Gerardo Diego
(De la Real Academia Española)






El torero José Cantares
(Óleo sobre lienzo)
Museo de Huelva


Alosno / Cruces de Mayo

Foto MGP.




La lucha que libra la cultura del pueblo contra el proceso de homologación y falsedad al que se le somete, la fuerzan a adaptar sus tradiciones, a que las fechas cundan como puentes para la vacación, a que muchas veces se baile, se cante o se ritualice sin apreciar su significado.
Alosno, por diversas razones, conservó lo que los pueblos venidos le aportaron, heredando tal monto cultural que es injusto reducirlo a “cuna del fandango”; ésta es su expresión de andar por casa, pero no la única. Alosno guarda ecos que igual suenan a ayer mismo que a tierra prometida. Es la suya una contracultura a la que la Cultura con mayúscula llama popular porque transmite un saber distinto al de los criterios santificados.
Ahí vemos las colás en las que se planta la Cruz junto a elementos paganos, que no están ahí casualmente, sino que ese era y es su sitio; la colá es un marco conciliador de doctrinas diferentes, ejemplo de sincretismo. La esencia de la vida fluye pujante en estos templos caseros, antaño para el amor sagrado, y los protagonistas así lo sienten, que el sentimiento siempre pudo más que la razón.
Las colás se adornan con lo mejor que se tiene: cortinas, encajes, tapices, rasos, blondas, espejos, cornucopias, grabados, galerías y paños de cortadillo, que “cuando la Cruz viene, cada una luce lo que tiene” o “quien de la fiesta sepa gozar, desde la víspera ha de empezar”; y se celebran dos veces: la Cruz Grande, o sábado después del 3, y Cruz Chica, o sábado siguiente. Los altares se cubren con tisú de plata y joyas y la Cruz puede ser labrada, policromada, tallada o de ramos. Quien entra a sacar a una moza al llano para bailar tiene que pagar “la voluntad”, dinero que se destina al coste del decorado, que “día de fiesta, algo cuesta”. Se dice “una perrilla pa la lú”, pero el significado va más allá.
El aspecto de las colás transporta a unos a un salón renacentista; a otros, a los antiguos templos del amor sagrado. En ellas todo pasa sin filtros, sacando a bailar mozos a viejas, viejos a mozas, pastor a heredera, pobres a ricas, sin que sea ley bailar bien, sino bailar sin más. Las mujeres mayores cantan sin forzar la voz; sueltan coplas como rezos, o mantras, o seguidillas en murmullo al son de las panderetas. La fiesta está hecha para lo que está y quien quiera ir que vaya, que lo que tenga que pasar no quedará sin que pase.
El llano es el espacio para bailar entre los cuatro escaños: al frente, las mujeres mayores cantan, observan, vigilan; los dos laterales son para las jóvenes con sus mejores galas, dispuestas a salir con el hombre que se lo pida, guste o no, y el otro, haciendo de frontera con la calle. Las mujeres avisan si la gente se agolpa allí: “Que corra aire por el pasillo de los hombres”; son las que defienden sus cantos antiguos de la Cruz de Mayo frente a las jóvenes, que atacan más los de moda. En ese ángulo esperan turno los hombres para bailar, ya elegida de lejos la moza; al final, ella recibe el dinero y lo deposita en el altar. “Una, dos, tres seguidillas / al pie de la Santa Cruz / y al final de la tercera / la perrilla pa la lú”.
Cuando alumbraban los quinqués, el haz de luz que salía a la calle oscura indicaba que allí había un pequeño santuario esperando: “Por esta calle me voy, / por la otra doy la vuelta, / la niña que a mí me quiera, / que tenga la puerta abierta”.
Ir de Cruces en Alosno es asistir a una fiesta derramada por todo el pueblo; se deja una colá y aún el eco no se ha perdido cuando se percibe el de otra: “Vi sentada en el escaño / a la dueña de mis sueños, / la quise sacar al llano / y vi que tenía dueño / por un anillo en su mano”.
Si a la que bien baila, poco son le basta, la que lo hace por imposición sigue dejando que su pensamiento se enrede a la espera del mozo que a ella le gustaría que asomara, que igual andará visitando otras colás, cantando canés de alejanza aquí, de anuncio allí. “Te crees que soy tuya / porque pagaste este baile, / yo tengo mi cuerpo aquí, / mi corazón en la calle. / Y así, cantando / menudillas verdades / te voy soltando”
Las mujeres mayores animarán a las nuevas al presentirlos: “¡A cantar, niñas, que viene mozo!”. Y en la noche mágica flotarán una vez más esos versos de Miguel Hernández que hablan de “muchachas y muchachos, / que no dejarán desiertos / ni las calles ni los campos”.

© Manuel Garrido Palacios

Uberto Stabile / Poesía fronteriza


Tan lejos de Dios
Uberto Stabile

Lo que haga Uberto Stabile siempre tendrá un interés añadido, una esquina de sorpresa, un qué inesperado. Todo empieza con un correo que dice escuetamente: “Casa de Cultura de Punta Umbría. Proyección y presentación de mi primer documental: Tan lejos de Dios, poesía mexicana en la frontera norte. Te espero”.
Mi respuesta es inmediata y va como pregunta: Aparte de la grata sorpresa, me interesa ese documental. Dime algo más, el formato, la duración, cómo o dónde o con quién lo has montado. Pía. Di algo más.
RESPUESTA: Te cuento. Durante septiembre de 2009 y febrero de 2010 realicé tres viajes a la frontera de México con EE.UU. con la intención de hacer un libro que diera una imagen de ese territorio tan vasto y extremo a través los ojos de los poetas. Llevaba un año leyendo a poetas y rastreando información, así que no me fue difícil llegar a los lugares de residencia. Mi primer viaje fue a Ciudad Juárez, Chihuahua, en México, y El Paso, en Texas. El segundo viaje fui a Tijuana, Ensenada, Rosarito, en México, y a San Diego, en EE.UU. El tercero llegué a Saltillo y Monterrey.
P: Y de ahí sale el libro...
R: …que tiene dos ediciones: en España, con Baile del Sol, y en México, con la UNAM, o Universidad Nacional Autónoma. que saca esta obra de 64 autores de los estados fronterizos con los EE.UU. más otros dos estados norteños, como Durango y Zacatecas.
P: Trabajo amplio, costoso.
R: El libro tiene 430 páginas y estará en la calle a finales de septiembre.
P: Vamos al documental.
R: Durante esos viajes tomé una cámara de video, que apenas sabía manejar, y grabé entrevistas y recitales más lo que los rodeaba. En total obtuve un material de unas 7 horas, de las que han quedado 46 minutos. Luego mis hijos me facilitaron herramientas para el montaje y me puse a trabajar. En una semana tenía todo listo.
P: Casi una odisea.
R: Más bien una osadía por mi parte, porque no tenía ni idea de por dónde empezar a meterle mano a todo eso, ya que en el documental entrevisto y recitan 18 de los 64 autores.
P: Estreno, reestrenos, circuitos, apoyos.
R: Después de dos intentos fallidos, el estreno lo merece Punta Umbría. En septiembre se proyectará de nuevo en Punta en el Curso de Cultura Pop de la Universidad de Huelva, y también en ese mismo mes se hará en el SILA, que es el Salón Internacional del Libro Africano de Tenerife. En octubre se podrá ver en el Salón del Libro Iberoamericano, en el Festival de Poesía de Manchester y en la Universidad de Leeds, organizado por el Instituto Cervantes. Luego, a principios del mes de noviembre, lo llevaré a Málaga y a Madrid, en días y lugares que aún quedan por determinar; y en el mismo mes se verá en todo el norte de México, en el Distrito Federal, en la Casa Museo de Trostki y en la FIL de Guadalajara.
P: Todo un arranque.
R: Y de la mano de la UNAM.
P: ¿Si te pido una sinopsis del documental?
R: Tan lejos de Dios habla de las raíces indígenas, del mestizaje, del lejano y salvaje oeste, de la migración y la frontera; habla del desierto desde el desierto, de la familia, de los abuelos, de los ancestros y de la soledad de las ciudades; habla de la música, de la revolución y de quienes creen en ella, de la colonización, de las costumbres y de la muerte pura y dura; de las maquiladoras y de las mujeres de Ciudad Juárez; habla de las mujeres de México, desde los infiernos domésticos a las trincheras públicas; habla del narcotráfico y de la corrupción que asola las ciudades; habla de armas y de amor, de una sociedad que día a día se reinventa para seguir viviendo, pero sobre todo, de una poesía llena de fuerza y vitalidad, ese viento del norte que parece haber roto definitivamente y con voz propia el aislamiento al que parecía condenado. Como si se tratara de un cuadro de Edgar Hooper, en Tan lejos de Dios, muchos poemas son escenas de un tiempo y un lugar donde los personajes parecen desfilar en un mismo escenario repleto de luces y de sombras: frontera en la que, de alguna manera, unos reflejan y otros se proyectan.
De Uberto Stabile se esperaba, hasta hoy, la buena nueva de un libro o la dirección de los Encuentros de Escritores, pero esta sorpresa ensancha, sin duda, el grado de admiración que siempre ha merecido.

© Manuel Garrido Palacios

Claude Monet






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Imágenes del jardín












Impresión, sol naciente
(1873, óleo sobre lienzo)




La casa en la que vivió Claude Monet en Giverny desde 1882 a 1926 es un lugar de encanto. Lo era antes de llegar él y su voluntad lo conservó y acrecentó. Cuando la belleza es tan evidente sólo puedes acaparar los detalles con los sentidos, gozarlo todo íntimamente sentado en un banco de madera del jardín japonés que tiene ante sí el edificio. Es como si todos los cuadros del maestro estuvieran en vivo… los lánguidos chopos, los nenúfares sobre el agua que rodea el islote sembrado de bambú, las amapolas rojas y las de color indefinido que la tierra sostiene; en suma, las mil flores, el rumor del viento entre los árboles, la suave corriente al pasar, el canto de los pájaros, el eco que no cesa. Todo es Monet y todo se ve desde cualquier ventana de la casa antes de perderse en la maraña de caminos, puentes, sensaciones y olores gratos que ofrece el jardín. Vinieron muchos pintores a experimentar nuevas técnicas cerca de Monet, y fruto de ello es la muestra que la Fundación de su nombre ha montado y que puede verse en dicho recinto. Como tantas veces ocurre, el artista deja en el pueblo donde crea su obra una estela vital para muchos años entre pinturas que hizo, pintores que vinieron a seguirle el rastro y visitantes que quieren ver lo uno y lo otro. Latido, en suma, y luz, la formidable luz del Arte con mayúscula. No en balde por aquí se dice: «Monet, la luz».

© Manuel Garrido Palacios

fotos: mgp