Isaac Antcher

Isaac Antcher
(Peresectna 1899 - París 1992)
Sous-bois avec personnage, 1929
huile sur toile, 60 x 73 cm.
Collection privée
Pinacothèque de Parls

Jacques Lonchampt

Jacques Lonchampt

LA MUSIQUE AU JOUR LE JOUR

Bouquets de fleurs 1 - 1961 - 1973
BEAUX ARTS MUSIQUE, CHANSONEUROPE
Ed. L'Harmattan
Paris


Que deviennent nos souvenirs de concerts, merveilleux, émouvants, marqués par un artiste éblouissant, par une atmosphère grandiose ou d'une intimité bienfaisante ? Des moments qui peu à peu perdent leurs couleurs, s'effacent, pour ne plus laisser qu'une impression nostalgique avant de se dissiper complètement. Alors que reste-t-il ? Un article de journal, avec ce que le critique du journal Le Monde a touché de plus irrémédiablement personnel dans cette manière de faire de la musique.




JOSÉ MANUEL DE LARA · Sonetos



3 sonetos 3




SONETO DE JOSÉ MANUEL DE LARA AL HIJO

Dentro de ti me encontrarás un día
cuando cubra tu voz mi sombra inerte.
Algo mío tendrás tras de mi muerte
al hacer aquel gesto que yo hacía.

Desde mi ausencia, entonces, yo querría
algo más de un silencio que ofrecerte.
Esta nostalgia gris que ya se vierte
hacia tu soledad, desde la mía.

Hasta ti llegaré en la madrugada,
y en todo me hallarás, no estando en nada.
Después me iré perdiendo en el olvido.

Y si el tiempo borrase hasta mi nombre
ese día sabrás, hijo, que el hombre,
cuando deja su sangre, no se ha ido.

SONETO DE MANUEL JOSÉ AL PADRE

Dentro de mí te encuentro cada día
y oigo en mi voz tu acento dulce y fuerte.
Algo tuyo me llevaré a la muerte
en ese gesto que hago todavía.

A tu lado, en silencio, yo querría
que no pasara el tiempo y retenerte.
Saber que el corazón ya no se vierte
ni en soledades ni en melancolía.

En mis ojos contemplo tu mirada
y en todo te hallo en mí, sin buscar nada,
por el río sin fin del apellido.

Y, cuando el tiempo borre nuestro nombre,
mis hijos sentirán, padre, que el hombre
puede vivir por una sangre unido.

SONETO DE MANUEL GARRIDO PALACIOS A MANUEL JOSÉ

Que ahí dentro lo encuentres cada día
y sientas en tu voz su acento fuerte
es vida que lo aleja de la muerte
a cambio de dejarnos su poesía. 

Que lata su latir como latía
allá en su Plaza Nueva, lo convierte
en ese ser humano que hoy revierte
las flores de su esencia en quién quería.

Sus ojos te darán una mirada
que talló la existencia en su semblante
y en el verso infinito que ha creado.

Y si un día topara con la nada,
que hoy goce del brillo de su cante
y del rito sin par de ser cantado.

© los autores.

Chagall

Chagall
Les Amoureux en vert (1916-17)
Huile sur carton marouflé sur toile 69,7 x 49,5 cm
Centre Pompidou, Musée national d’art moderne
Centre de création industrielle, dation en 1988
En dépót au musée national Chagall, Nice.
Exposition 
Chagall. Une vie entre guerre et paix
Musée du Luxembourg
Paris

JOSÉ LUIS BALBÍN

JOSÉ LUIS BALBÍN
nombrado
HIJO PREDILECTO DE PRAVIA (Asturias)
17 enero 2015

Mahler

Gustav Mahler

Un sábado cualquiera trajo una gloria añadida al paisaje del viejo pueblo de Punta Umbría. En honor de la belleza, tan cercana a lo divino, se congregaron en su Auditorio: Teatro del Mar de la Casa de la Cultura, los componentes de la nueva hornada de la Orquesta Joven de Andalucía, dirigida por Arturo Tamayo, curtido en el Conservatorio de Madrid, su cuna, y en las aulas de Boulez en Basel, Rowicki en Viena y Fortner, Traves y Huber en Friburg, donde se diplomó en Dirección de Orquesta en la Escuela Superior de Música. Sumemos a esto haber sido director invitado en los festivales de Salzburgo, Lucerna, Viena, Londres, Venecia, Florencia, Holanda, Paris, Berlín... aparte de estrenar obras de Cage, Xenakis, Rihm, Ohana, Bussotti, Castiglioni, Luis de Pablo, Kagel, Olavide, Manzoni, Manoury, y colaborar con Berio, Stockhausen, Messiaen, Petrassi, Nono, Lutoslawski, Feldmann, Lachenmann o Sciarrino.
Todo este lujo artístico ofreció en Punta Umbría una obra musical de excepción: la Séptima Sinfonía de Gustav Mahler, comenzada en el verano de 1904 y terminada un año después, cuyo estreno fue en Praga en 1908 bajo la dirección del compositor.
Bien dice Enrique Amodeo que esta obra, fascinante y difícil, cabalga recia entre el romanticismo y la modernidad. Su avanzada armonía, con disonancias y modulaciones abruptas, diluyen la tonalidad, y el uso del intervalo de cuarta juega tan gran papel, que es el que Schönberg reflejará después en su Sinfonía de Cámara, op. 9. Desde el elemento romántico por excelencia, la Noche, la marcha hacia la luz de la obra se produce por los constantes y sorpresivos cambios en cada movimiento: 1 Adagio-Allegro; 2 Nocturno. Moderato; 3 Scherzo. 4 Nocturno. Amoroso; y 5 Rondó. Finale. Allegro.
La Orquesta Joven de Andalucía ya ha roto lindes y ha actuado en Madrid, Barcelona, Segovia, Valencia o Murcia. En 1996, en memoria de Manuel de Falla, grabó El Amor Brujo y Noches en los jardines de España, bajo la dirección de Juan de Udaeta. Los actos realizados recibieron el Premio Español de la Música al mejor evento internacional, promovido por la SGAE y la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes.
Pero más allá de los fríos datos biográficos del conjunto -aunque necesarios- lo emocionante en este caso es la constatación de una cantera de promesas. No todas las orquestas consiguen poner en vilo a un público con toda una Séptima Sinfonía de Mahler, que, como decía Tamayo entre bambalinas: “si toda la obra de Mahler es compleja, ésta se lleva la palma”.
Emocionante, porque no es la Andalucía que estaba en el escenario la de “charanga y panderetea, cerrado y sacristía”, sino la capaz de situar en primera fila cultural a lo más granado, a su juventud, para interpretar las ideas estéticas más vanguardistas; y, además, hacerlo tan soberanamente en Punta Umbría, pueblo que brilla con luz propia en su programación cultural, en la que tanto tiene que ver el poeta Uberto Stabile.
En este tipo de sucesos se vislumbran juntas la promesa y la esperanza de que se está trabajando un horizonte para un mundo mejor, que parece poco, cuyas señas de identidad las manejan ya “muchachas y muchachos” que, al decir de Miguel Hernández, “no dejarán desiertas ni las calles ni los campos”.

© Manuel Garrido Palacios

© Imagen de Hans Schliessmann (1901)

Carmen Palanco

EL CAMINO DE LOS SAUCES
Carmen Palanco

LA BREVE HISTORIA DE UN IMPULSO

Carmen Palanco tiene la firme voluntad de volcar sobre el papel lo que siente, lo que recuerda, lo que piensa, lo que ha vivido en sí misma, lo que ha visto vivir a otros. Su irrevocable decisión de escribir conmueve porque sale al ruedo de las letras queriendo de verdad hacerlo, convencida de ello, no picoteando tres párrafos y un punto, sino con el manjar clave, la piedra de toque: la novela. Al principio le salió de la niebla de la memoria un esbozo, un temblor, un manojo de sensaciones. Luego, tras pulir el estilo y tomar nota de que el toro de la escritura estaba frente a ella en ese redondel de la vida donde todo pasa, le dio forma a lo que hoy nos ofrece: un mundo poco conocido encajado en una residencia de mayores con un camino orillado de sauces. Ya está aquí esa novela, su primera novela, el hermoso relato que viene a continuación, su estreno, su salir a la luz; páginas en las que ha plasmado el latido humano que ha sido su motor, su motivo, su qué.
Tuvo un buen maestro, Odón Betanzos. La atención generosa del poeta –un privilegio, sin duda- fue un alimento impagable para el oficio de escribir, al que se le añadió el apoyo paralelo e incondicional de Amalia Migues. Un hombre y una mujer a quienes Carmen dio cariño y de los que lo recibió multiplicado. Ella sabe la importancia que la atención de Odón y de Amalia tiene en su quehacer literario; la llama ‘mi verdadera herencia, la que ha enriquecido a la persona que soñaba con escribir’. Carmen sacaba la sustancia de las palabras calmadas que surgían cada tarde en la casa del poeta en Mazagón, o en la Fundación rocianera. Una consecuencia de ese magisterio es el tacto que aplica al tratar su propia obra. La escritora dice: ‘sé que estoy en la prehistoria de mi misma, de mi creación y que con humildad debo seguir aprendiendo por respeto a mi integridad’. No cabe estar más con los pies en el suelo. 
Ahí se fraguó la escritora Carmen Palanco, la misma que ahora estrena su ópera prima y que tanto hubiera deseado ofrecérsela a ellos dos, que ya no están. Tanto Odón como Amalia le intuyeron el fondo y la animaron a traerlo arriba: un fondo claro de ideas y de palabras que hoy dan su fruto: esta hermosa novela.
Esta es la breve historia de un impulso necesario. Lo demás viene ahora. Esta novela y las próximas, ya escritas y en capilla, son el ejemplo de una vocación cogida a tiempo, de un tomarle el pulso a la vida, de un exprimir la memoria, de un estilo tallado con el tesón a prueba de tormentas. Y, sin dudarlo un momento, de la gracia al escribir y de la capacidad adulta de aquella niña que un día le mostró a Odón unos papeles emborronados: Carmen Palanco.

Manuel Garrido Palacios
ANLE · Nueva York 2014



POEMA

Haz las cosas bien aunque no te den las gracias;
me dijo un viejo cantor del tiempo...
mejórate sin que te sentencien,
ámate sin que te lastimen...
amplía la condición limitada con la que naciste.
Construye tu obra y tendrás una oportunidad
en caso de que haya camino en las estrellas.
Somos una energía con destino incierto,
no pierdas el tiempo en esperar,
ni en preguntar aquello
que sólo tú te debes contestar
.
© Carmen Palanco

GEORGE ELIOT

GEORGE ELIOT
Las novelas tontas de ciertas damas novelistas
Trad. de Gabriela Bustelo
Ed. Impedimenta

"George Eliot
 es de las pocas autoras del XIX
 que escriben como una verdadera adulta"
                                         (Virginia Woolf)

Punzante, entretenidísima y profundamente lúcida, George Eliot parodia las tópicas novelas que dominaban los listados de ventas de su tiempo, con sus encantadoras y hermosas heroínas, y sus previsibles y azucarados finales. Sin cortapisas, sin reservas impuestas por los convencionalismos sociales y culturales de su tiempo, con un sarcasmo feroz y la agudeza intelectual que le es propia, Eliot pasa implacable factura a los desaciertos de la narrativa más ramplona de algunas afamadas escritoras de su época. En el que fuera su ensayo más célebre, cuyo tema sigue despertando polémica en nuestros días, la genial autora inglesa plantea sus tesis con un toque de ironía a partir de ejemplos representativos de los argumentos predecibles, los personajes falseados, los estilos remedados y los diálogos inverosímiles que ciertas damas novelistas pusieron al servicio de sus pretensiones moralizantes, prosaicas o, directamente, jactanciosas. George Eliot, seudónimo de Mary Anne Evans, nació en Chilvers Coton (Warwickshire), en 1819. Su padre era agente inmobiliario. Estudió en la escuela local de Nuneaton y en un internado de Coventry.
Gabriela Bustelo, escritora y traductora, pasó su infancia entre París y Washington DC, donde estudió en el Saint Patrick’s School. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera de traducción con El libro de la selva, de Rudyard Kipling, y ha traducido al español a Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Raymond Chandler o Margaret Atwood, entre otros. Para Impedimenta ha traducido Las señoritas de escasos medios.

© Ed. Impedimenta

Carmen Busmayor

HISTORIAS DE LA FATAL OCASIÓN
Carmen Busmayor
Calambur Ed.


“Nadie ama la poesía como un ruso”, dice Pasternak en Zhivago. Siempre se exagera un poco en cuestiones que se nutren de la pasión, misteriosa estancia hecha de latidos. Definir la poesía es otro cantar. Podría ser conectar con la belleza a través de cualquier sentido más allá de la palabra. Valga un silencio. Lo cierto es que el camino que venimos recorriendo para acceder a la poesía es el del verso, dicho, cantado o escrito, forma literaria que parece acaparar la intención del término, a pesar de ser tan amplio el horizonte abierto.
Así las cosas, me hago con el libro de poemas “Historias de la fatal ocasión”, de Carmen Busmayor (León 1952), premiada varias veces por su obra poética, obra en la que la autora, Doctora en Filología Hispánica, reflexiona sobre el siempre nebuloso “adiós”, esta vez, “de relevantes escritores suicidas”.
Antonio Colinas dice en el prólogo que “hay dos maneras fundamentales de abordar un libro de poemas; una, acumulándolos en un proceso que arranca de ese momento mágico del que brota el primero de los versos, ése que al parecer alguien nos dicta; luego, planteándose un tema previo, predominante”. El libro de Carmen Busmayor “se decide claramente por esta última opción eligiendo un tema ambicioso y turbador: el del suicidio y los suicidas. Pero no nos encontraremos en él con anónimos suicidas, sino con […] escritores excelentes”; es decir, el libro alude a “uno de esos grandes temas —amor, naturaleza, tiempo, más allá, muerte— que están presentes en la tradición literaria y que el poeta no puede eludir. Es la muerte el tema central de este libro”, pero más que de la muerte misma, por si no bastara, de “los instantes previos en los que, quizá, el suicida repiensa su vida y decide sobre ella”.
Con la actriz Aída Peruzzi, compañera de Salgari, Carmen Busmayor comparte el saber “de la que es amada y pierde la razón entre espumas de luces heridas / por disparos de olvido. // Mis labios son la herida informe / que suscribe el duelo antes y después del rasear de los buitres. // He buscado caminos, muchas veces / patios hábiles para la claridad del consuelo y a menudo he encontrado / tan sólo las vísceras de la desolación”.
A Antonia Pozzi, “poetessa italiana” le dice que “al caer la noche, en sigilo, ciego / en la turbiedad, no deserta. No. Desgarra, / precipita la rueca del aliento / tal si fuesen las veloces esquinas del aire / o la misma luna ebria de morfina y sueño / en la audaz insistencia de la debelación”.
De Virginia Wolf escribe que “no fue el mar quien echó raíces en sus pies, pesadas piedras / en los bolsillos de su abrigo tampoco. // Porque el mar, enorme en el desacuerdo / y la misericordia, no posa sus ojos / en la lúgubre travesía de quienes suman cansancio / con sus dedos, / con su voz, / con sus piernas entrelazadas, / con la muelle sensación / de la riqueza, / con sus pupilas / teñidas de desencanto, / con todo, / con todo”.
Para Mario de Sá-Carneiro, fundador con Fernando Pessoa de Orpheu, “atrás queda la tarde. Tendida en el cansancio. / Lisboa, el ojo circular de la amistad. / París, una parcela de orillas o el pálido temor de quien / evita su pesada certeza. La dudosa trinchera / de un cuerpo culposo. Esta hora de miseria / sin límites, de luz lastrada por doquier”.
Gabriel Ferrater dijo que se suicidaría a los 50 años y lo hizo. Busmayor escribe que “podría ser en las proximidades del tedio / o en medio del beso oscuro de la desposesión. / Anonimado en cada sombra, / sentado en la euforia / o sobre la enlutada transparencia de la luz / o mordido por el óxido de la desobediencia / derrumbado en estratos de hiel / o ungiendo su cordura sin una brizna de entusiasmo. // Sucedió. En la alegre república del aire / Como si fuese hoy mismo”.
“Gracias a la vida” forma parte del legado de Violeta Parra, con la que Busmayor dice que “no resulta fácil desembocar en la belleza / inmarcesible ante la promesa de quien mata al mensajero. / Sin la poderosa caricia de lo pleno no hacer / de la sonrisa una intensa demolición o retener una dulce música // Con demasiada frecuencia la vida es un lugar / para la asfixia, y en tales momentos un rayo de luz, / ni siquiera una nota de estrellas al completo, / salva la impotencia. Una anemia profunda pone la esperanza / en fuga y ya no es posible poner en práctica el oficio / de mirarse a una misma con complacencia / o, al menos, con una arboleda benevolente / arraigada en el valle del corazón”.
Sí; exagera Pasternak. Rozan la treintena las “Historias de la fatal ocasión” trazadas por Carmen Busmayor (Calambur 2008), obra en la que “las horas han tejido esta certeza / con paciencia de isla”. Libro pura-esencia, de los de “asomarse al brocal del pozo del abismo / para conocer que no existe abecedario / para escribir sobre el mar y las estrellas / porqué alguien decide negarse el regreso / si nunca nos volverá a regalar su cara, su voz, / el oro existente bajo su piel”.
La autora sabe que, como declara la cita de Albert Camus que encabeza su obra: “no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”. Son palabras que se suman, aunque la belleza de lo escrito por Carmen Busmayor no las necesite.

© Manuel Garrido Palacios

Juan Gelman

Juan Gelman
Buenos Aires, 1930-México, 2014

Viendo a la gente andar, ponerse el traje,
el sombrero, la piel y la sonrisa,
comer sobre los platos dulcemente,
afanarse, correr, sufrir, dolerse,
todo por un poquito de paz y de alegría,
viendo a la gente, digo, no hay derecho
a castigarle el hueso y la esperanza,
a ensuciarle los cantos,
a oscurecerle el día,
viendo, sí,
cómo la gente llora en los rincones
más oscuros del alma y sin embargo
sabe reír y sabe andar derecho,
viendo a la gente, bueno, viéndola
tener hijos y esperar y siempre
creer que van a mejorar las cosas
y viéndola pelear por sus riñones,
digo gente,
qué hermoso andar contigo
a descubrir la fuente de lo nuevo,
a arrancar la felicidad,
a traer el fruto sobre el lomo, hablar
familiarmente con el tiempo y saber
que acabaremos y de una buena vez
por ser dichosos,
qué hermoso, digo, gente, qué misterio
vivir tan castigado
y cantar y reír,
¡qué asunto raro!


OFICIO


Cuando al entrar al verso me disloco
o no cabe un adverbio y se me quiebra
toda la música, la forma mira
con su monstruoso rostro de abortado,
me duele el aire, sufro el sustantivo,
pienso qué bueno andar bajo los arboles
o ser picapedrero o ser gorrión
y preocuparse por el nido y la
gorriona y los pichones, sí,qué bueno,
quién me manda meterme, endecasílabo, 
a cantar, quién me manda
agarrarme el cerebro con las manos,
el corazón con verbos, la camisa
a dos puntas y exprimirme,
quién me manda, te digo, siendo juan,
un juan tan simple con sus pantalones,
sus amigotes, su trabajo y su
condenada costumbre de estar vivo,
quién me manda andar grávido de frases,
calzar sombrero imaginario, ir
a esperar una rima en esa esquina
como un novio puntual y desdichado,
quién me manda pelear con la gramática,
maldecirme de noche, rechinar
fieramente, negarme, renegar,
gemir, llorar, qué bueno está el gorrión
con su gorriona, sus pichones y 
su nido, su capricho de ser gris,
o ser picapedrero, óigame amigo, 
cambio sueños y música y versos
por una pica, pala y carretilla.
Con una condición:
                             déjeme un poco
e este maldito gozo de cantar.


© Juan Gelman. Del libro Violín y otras cuestiones.

Revista de Folklore 394 · Parpalacio 78

Revista de Folklore 394 y Parpalacio 78
Urueña · Valladolid

Revista de Folklore 394
Sumario:

· Editorial: Joaquín Díaz (Director)
· La mantis verde en Madrid: la magia del simbuscarle: José Manuel Fraile Gil
· Gastronomía, arte culinario y bebida en la fiesta de Moros y Cristianos: Miguel Ángel Martínez Pozo
· El protagonismo femenino en el ámbito musical histórico (I): María Soledad Cabrelles Sagrado
· El Corpus en Extremadura: José Luis Rodríguez Plasencia

Parpalacio 78

Las Crónicas de los Reyes de Castilla están plagadas de ejemplos en los que el protagonismo de las "yerbas" es significativo y letal. La época de la últimamente tan televisiva Reina Isabel, es como para sospechar de todo y de todos. Su hermano, por ejemplo, denominado "el Inocente" por el poeta Jorge Manrique que alabó la excelencia de su Corte arevalense, se ve obligado a dejar la Villa por el temor a una peste que se declara en ella, y viene a morir poco después en Cardeñosa por unas hierbas con que le adoban una trucha… Leer + ...

Manuel Garrido Palacios

L'ABANDONNOIR
roman
Traduit de l'espagnol par Isabelle Toledo et William Rozenblat

A Herrumbre, petit village perdu au milieu d'un nulle part maudit, il ne reste plus personne, sauf un vieux corps allongé sur son lit de mort qui, en attendant son enterrement, raconte, à son vieil ami Tasio qui le veille, l'histoire de son village et de ses habitants. Sans même savoir si celui-ci, unique et dernier survivant, est capable de l'entendre, le mort se lance dans un interminable soliloque d'une vitalité extraordinaire et plonge dans les abîmes d'une mémoire collective peuplée de personnages pittoresques, d'anecdotes quotidiennes, d'intrigues, de tragédie, d'amour et de haine.

LE FAISEUR DE PLUIE
roman
Traduit de l'espagnol par Isabelle Toledo et William Rozenblat
Pour raconter l'histoire d'Herrumbre, petit village perdu dans un nulle part maudit, il ne fallait pas moins d'une trilogie. Le faiseur de pluies en est le deuxième tome. Dans ce roman, Manuel Garrido Palacios mesure la vie à l'aune de l'être humain qui nous raconte, tel un choeur infatigable, la tragédie d'un conflit, jamais résolu, la tragédie d'hommes et de femmes dont l'existence, ils le savent, est condamnée à l'oubli (...) mais qui tiennent quand même à raconter leur histoire, si modeste soit-elle, pour témoigner de leur passage dans " ce quelque chose entre deux riens" qu'est la vie.
NUIT DE CHIENS
roman
Traduit de l'espagnol par Jean-Marie Flores

Le chien est le meilleur ami de l'homme mais l'homme, quelquesfois, par égoïsme ou indifférence, ne répond pas toujours à cette amitié. Il n'hésite pas à l'abandonner sur les routes ou dans un chenil dès qu'il devient encombrant. Dans ce recueil, Manuel Garrido Palacios nous offre par petites touches très fines un magnifique tableau mettant en relief la générosité désintéressée de l'animal.

© L'Harmattan

Miguel Ángel · Crocifisso

II Crocifisso di Santo Spirito
Miguel Ángel Buonarroti 
Florencia


Cuando en 1962 se hace un censo de crucifijos toscanos -estilo, historia, tipología-, a Magrit Lisner le llama la atención uno de madera guardado en la pared del Refectorio del Convento de Santo Spirito y pide que se restaure. Eliminado lo sobrante, sale a la luz una obra que la estudiosa alemana identifica como el crucifijo que Miguel Ángel había realizado -según escribieron sus biógrafos Condivi y Vasari- para Niccoló Bichiellini, prior de Santo Spirito, a cuyo hospital anexo el artista acudía para sus estudios de anatomía. En 1964, el crucifijo es expuesto -como obra juvenil de Miguel Ángel- en Roma (Palazzo delle Esposizioni) y en Florencia (Casa Buonarroti). En diciembre de 2000 vuelve a Santo Spirito. Su ubicación originaria, "sobre el medio tondo del altar mayor", anota Vasari, tras unas modificaciones estructurales en los primeros años del Seicento, ya no es apta para acoger la obra. Se elige la Capilla Barbadori. Miguel Ángel habría esculpido el crucifijo entre 1493 y 1494, a los 18 años de edad. Dice Vasari que Miguel Ángel hace la figura "al gusto del prior" quien le dio "disponibilidad de estancias". El lugar donde debía colocarse ejerce su influencia sobre las características de la obra. Condivi añade que la altura del Cristo es "poco menos que la natural (de una persona)". El crucifijo es la primera obra de Miguel Ángel para una iglesia y, probablemente, la primera de sus figuras de grandes dimensiones. Miguel Ángel esculpe el cuerpo del Cristo desnudo. Lo asombroso en el Cristo di Santo Spirito es el sentido de la superficie viva, del cuerpo modelado, casi real por su naturalidad, que Vasari describe como hecho de "carne y delicadeza..." 

© 
Ayuntamiento de Florencia. Asesoría para la Cultura