VEINTE DÍAS DE ABRIL

Sol Ruiz
VEINTE DÍAS DE ABRIL
Ed.  Anaquel. Alicante

'El caso es que una tarde se abrieron las ventanas de repente'. Así abre el último poema de su libro, que parece respirar el  aire de la Sicilia oriental, en el que a la autora se le quedaron enredados para siempre los sentidos. Libro que obtuvo el Premio Torrevieja de Poesía. El caso es que Sol Ruiz arranca el verso del propio vuelo que la lleva, el 720. Aventura en la que se sumerge sin saber dónde termina el cielo y empieza ella. Inmersa en ese insistir encadenado que es la lluvia, le crecen alas de repente para estrenar el don de lo desconocido. Milán. Sueña que el amor no le pesa a la noche, ni el buzón perdido que se lleva las cartas del insomnio. Catania. Vía Umberto, donde se presiente un secreto de azúcar, ve girar un juguete en las manos de un hada octogenaria. Y gasta la melancolía de su  bagaje en el Caffé del Duomo, cuando al pie de las hogueras ya no se esperan regresos. El caso es que Sol Ruiz, sea al describir un paisaje con niños, o los marcos mágicos de Milo o Siracusa, emplea el verbo justo, lejano a los adjetivos, para compartir no sólo ese trayecto que ella cree que hace hacia las miradas oblicuas de Taormina, sino a la rica hondura de sí misma, a la duda reina de todas las dudas, a la pregunta madre: qué hacer en mitad del misterio de la vida, se sea un amor escrito con mayúsculas en todas las paredes del silencio, se sea un relámpago que salta en las vidrieras. Y el caso es que esta tarde se han abierto las ventanas de repente al leer a Sol Ruiz. Su palabra dice que nadie está tan solo en esta locura de creer en la Poesía. Sus versos dejan ver a los navegantes cómo la nave va, camina con su sombra, su fragilidad, su miedo, por un mar de Aguaclara en el que se pueden descubrir islas de belleza como 'Veinte días de abril', que así se llama su  libro. 

© Manuel Garrido Palacios