JULIO CARO BAROJA

Julio Caro Baroja
Escritos combativos
Ediciones Libertarias / Ensayo

La vida del hombre moderno le hace adoptar, ante sus propios quehaceres, actitudes bastante pasivas. En cierta ocasión un profesor norteamericano, planteándose la cuestión de qué cosa era ser antropólogo llegó a la consecuencia de que era el hombre (o la mujer) que vivía de la Antropología. Nada más. Esto más que pasividad parece que implica parasitismo: pero si el antropólogo es el hombre que vive de la Antropología, y el historiador el que vive de la Historia y el físico de la Física, no cabe duda tampoco de que estas actividades han de modelar o moldear al que vive de ellas en universidades, institutos, escuelas, laboratorios, etc. El que "vive de... ", vive en sociedad, con maestros, condiscípulos, colegas y discípulos y al servicio de la Ciencia... Ciencia oficial, nacional y propia de una patria o de un estado, con su lengua y sus tradiciones. Muchas cargas para el parásito en cuestión y muchos modos de aceptarlas pasivamente.
A fines del siglo XIX y comienzos de éste se solían afirmar cosas como ésta: la Prehistoria es una Ciencia francesa. Después hemos oído decir que fuera de la escuela tal, del profesor tal, de la Universidad tal no había salvación. Nacionalismo científico... Mandarinismo universitario... Bien.
Si ha habido una actividad que ha impuesto al que vive de ella la pasividad máxima ésta ha sido la de historiador. Desde el analista antiquísimo pasando por el cronista de reyes y países y llegando al historiador -aux gages-, o el historiador nombrado para escribir una historia oficial, hay muchos tipos de historiadores y auxiliares de historiador que han vivido de su profesión, pero tiránicamente dirigidos en un sentido u otro. Puede agradar a muchos el servicio incluso pueden aceptar esta pasividad como un alto honor e incluso sentirse defensores denodados del Orden; de un determinado orden al menos, dirá el que no está en su línea.
Porque el orden puede estar señalado por prescripción policíaca o gubernativa o marcado por una metodología respetable aceptada por un discípulo que venera a su maestro con motivos grandes. Se puede ser un mal historiador, viviendo de escribir Historia al servicio de un poder público cualquiera más o menos tiránico. Se puede ser un mal historiador viviendo de escribir Historia dentro de los princípios metodológicos de la escuela tal… Pero tanto en el mal caso como en el bueno, el historiador “vive de” y “se subordina a...” De buena fe muchas veces... de mala en algunas otras..
Pensemos ahora en otro presupuesto. El historiador (o el antropólogo) no “vive de...” ¡Ah, entonces es un aficionado, un diletante! Solución sencilla, profesoral, académica y propia para satisfacer a la juventud estudiosa en trance de contrastar méritos y hacer oposiciones. ¿Pero piensa esta misma juventud en lo terrible que es “vivir de" en el mundo del pensamiento y sobre todo en una sociedad como la actual? "Vivir para" es otra cosa. Aún algunos "vivimos para esto", para pensar libremente, sin presiones económicas, sin coacciones sociales. En este sentido es en el que los escritos que siguen pueden considerarse combativos. Porque suponen un combate mental dentro de uno mismo, no combates para triunfar o ser vencido por otro, como los más comunes y celebrados.

© Julio Caro Baroja