POESÍA POPULAR RUMANA

POESÍA POPULAR RUMANA
(Antología)
Ed. bilingüe de Luis E. Cortés
CSIC Universidad de Salamanca

Llamamos “poesía popular” a la que sale de la voz anónima del pueblo y que contiene, además de lo que se recita o se canta en las fiestas, en las plazas o en los saraos de bullanga y cacerola, lo que se conjura, lo que se lamenta, lo que se llora, lo que se pide, lo que se admira, lo que se cree, lo que se convierte en leyenda, lo que se mitifica, lo que se adivina, lo que se ama, bien en forma de romance, o baladas, o rondas,, y más y más. La otra es la llamada poesía culta, ya pasada por el tamiz mental de las reglas. Ambas, culta y popular, se presume que sentidas en lo más hondo y expuestas a que el cedazo implacable de la selección actúe haciendo que lo que la falsa publicidad elevó a una cota insoportable, caiga al foso del olvido: su sitio. Tanto en la culta como en la popular hay poesía buena, mala, mediopensionista, ripios al peso y un híbrido que no es zorro ni lobo. Este fenómeno se da más en la poesía culta, que tanto bebe a veces de la popular; incluso hay quien estampa su firma en ella para figurar como autor. Sin embargo, en contadas ocasiones la poesía popular bebe de la culta. No lo necesita. Viene esto a cuento porque en un Congreso al que he asistido, un colega rumano ha diseccionado magistralmente un libro mío en el que abunda la poesía popular: “Alosno, palabra cantada”. Su exposición me ha redescubierto rincones del texto y me ha sugerido que, en vez de leer lo que llevaba previsto, le devolviera el detalle y hablara de los conjuros medicinales que recogí en mis notas y otros que Luis E. Cortés recopila en su Antología de la poesía popular rumana, obra editada por la Universidad de Salamanca. Los conjuros versificados se han usado en los pueblos contra lo que se temía; aunque están muy extendidos, vamos a ejemplos puntuales. Este es contra la mordedura de culebra, se dice en Teverga, Asturias: “La cervatina de Dios / y la serpiente maldita / hicieron una apuesta / de la primera que se vestía, / la primera que se calzaba, / la primera que subía a aquél alto / y la su cornetina tocaba. / La cervatina de Dios / como era bendita, / fue la primera que se vistió, / la primera que se calzó, / la primera que al alto subió / y la primera que la su cornetina tocó. / La serpiente maldita se metió / por debajo del tronco carbonco, / fue salida de raíz debajo del fresno feliz / y seca la boca como seca la estopa, / seca la babaya como seca la baya, / seca el corazón como seca el carbón”. Este otro, de Rumanía, se usa contra el aojamiento: “Huye, mal de ojo / de los ojos; / que te pille una vaca negra / y con los cuernos te desgarre, / que te empuje hasta la mar, / al desierto, a lo apartado, / para que mueras allí / como el día de ayer, / como el rocío de las flores, / como la espuma al sol. / Que la cabeza maldeojada / quede reluciente, / limpia, / libre de enfermedad. / Y aquellos ojos dañadores / y de fuego flechadores, / envueltos se vean con nubes blancas; / que nunca más vean los rostros”. El Profesor Cortés presenta la literatura culta rumana como algo reciente. Mientras otros pueblos románicos vivieron sus siglos de oro, Rumania se ralentizó en este sentido; sus manuscritos sólo alcanzan el siglo XV y los primeros impresos el XVI. A pesar de ello son depositarios de un enorme valor para la historia de la lengua. En el siglo XIX se rompe esta barrera y todo se vuelve para ir en busca del tiempo perdido. Ahí está la presencia del máximo clásico rumano, Mihai Eminescu (1850-1889) editado en castellano. Lo que si existe desde antiguo es una gran riqueza de poesía popular rumana, o literatura oral, que últimamente se ha trabajado a fondo conscientes ya de la prisa: relatos, cuentos. chistes, historietas satíricas, críticas, etc. Desde 1851 hallamos poesías populares rumanas traducidas al francés y en 1863 funcionaba en la Universidad de Turín una cátedra para la enseñanza de esta lengua. Para lo primero hemos tenido que esperar en España la presente publicación, y para lo segundo, a los años siguientes a nuestra guerra, en que se funda en Madrid un lectorado de rumano, seguido por los de Salamanca, Granada, Barcelona y La Laguna. En las fiestas populares, los músicos cantarán hermosas baladas y los pastores el canto de la doma; cuando hay que remediar una enfermedad, conseguir el amor o desear un alumbramiento feliz, siempre habrá un conjuro poético a mano.

© Manuel Garrido Palacios