CANCIONERO DEL RIO TINTO

Cancionero del Rio Tinto
Juan Delgado

Este libro pedía ser escrito desde siempre y Juan Delgado fue el poeta señalado por el paisaje para hacerlo. Río Tinto debe su nombre –según Plinio– a que “desde su fuente nace el agua amarilla, o de color de un Topazio, y por donde quiera que camina cuaja las arenas y las vuelve en piedra, abrasa la hierba de las orillas y las raíces de los árboles, y las tiñe de su color; no se cría en él ningún pez, ni sustenta cosa viva”. Y Juan Delgado añade al cuadro:

Nunca se bañó en tus aguas
una hermosa adolescente,
no te bebieron los pájaros
ni te animaron los peces,
jamás quitaste la sed
ni a mendigos ni a claveles,
tampoco quiere la luna
en tu espejo ensombrecerse.
Pero tú tienes vida, pulso, amor
de astrales misteriosas lumineces.

El poeta ha recorrido entero el río a lomos de su corazón y en cada tramo se ha dejado salpicar para convertir las gotas tintas en latidos, los latidos en palabras, las palabras en versos. Y el feliz fruto nos lo da ahora en este Cancionero como el que no da nada dándolo todo. Lo acompaña el fotógrafo Manuel Aragón, pulso sensible que va poniendo acento con sus imágenes en cada página de este esencial poemario.
Nace el Tinto para el poeta “en un parto de cósmico silencio” y tras cantarlo en su historia como el lugar donde "demonios sin luz / huyen persiguiendo soles", inicia el camino de este "río de soledumbre / hijo del sol en ascuas", con una oración que parece “pregonar la muerte siendo vida”. No hay página que no te conmueva:

Desde el Salomón venía
cargado de Historia, y todo
era sangre de una herida.

O esa otra donde describe que

…un cadáver lleva el agua
espuma del mineral;
nadie va a su entierro, nadie
llora su muerte. Quizás
las cenizas de los sueños
bajan de la mina. Van
en un ataúd de agua
buscando su libertad.
Sola, de cobre, la luna
lo ve pasar.

Exquisito el ritmo, exactas las palabras, justos los versos de Juan Delgado en este Cancionero en el que con su voz tallada de poeta canta al tren minero, a la Tierra llana, a la Cruz de Mayo, a la miel de brezo, a los cuervos, a Niebla, cuyos muros roza el río a su paso, a la soledad sonora, a los tristes molinos, a la pata del caballo. Al sol agrio que ilumina los ríos interiores:

Si me pierdo,
que me busquen
por la pasión roja de tu fuego,
por la antigua calentura de tu sangre,
por el dolor ardiente de tu cobre,
por el nudo en la voz de tu garganta,
por las sábanas negras de tu noche,
por la espina clavada de tu sed,
por la canción en luces de tu sombra,
por tu sola y gritada soledad,
por el llanto sublime de tu historia,
por la nana tiernísima de tu calor materno,
por el amor eterno y caudaloso de tus lloradas penas minerales.
Si me pierdo
buscadme en el sol torturado del Río Tinto.

© MGP.