OYENDO LO QUE ALGUNOS DICEN
(Debates con la poesía española)
Jorge Rodríguez Padrón
Ed. Calambur
“Se solicita mi palabra crítica. Quiero darla. Con todas sus consecuencias; es mi compromiso y mi responsabilidad, y sin esperar nada a cambio”. Así inicia la última parte de su hermoso libro: “Oyendo lo que algunos dicen públicamente” (Calambur/Ensayo. Madrid) Jorge Rodríguez Padrón (Las Palmas, 1943). Doctor en Fitología Románica. Catedrático de Literatura. Periodista, Profesor en la UCM, en la ULPGC (Canarias) y en Bringham Young University (Utah. EE ÜU), publicó hace décadas un poemario: “Geografía e Historia” (Mafasca, Las Palmas), decantándose desde entonces hacia el ángulo de la crítica literaria como una reflexión permanente, con especial atención a la poesía escrita en lengua española a ambos lados del Atlántico. Trabajos suyos vieron la luz en la prensa diaria y en las revistas literarias de aquí y de allá, publicando desde 1967 hasta la fecha numerosos estudios como “Domingo Rivero. poeta del cuerpo” “Octavio Paz” “Antología de poesía hispanoamericana 1915-1980” “Una aproximación a la nueva narrativa en Canarias” “Del ocio sagrado. Algunos poetas hispanoamericanos” “Lectura de la poesía canaria contemporánea” “El pájaro parado. Leyendo a E. A. Westphalen” “Primer ensayo para un diccionario de la literatura en Canarias” “La palabra dada” “El sueño proliferante” “Salvando las distancias” “Conversación en dos días de otoño” “Liverpool y otras cosas” “El barco de la luna. Clave femenina de la poesía hispanoamericana” “El discurso del cinismo” “La memoria y sus signos” “Dietario del margen”, etc. Con este nutrido equipaje de ideas, de palabras, de análisis, recoge en “Oyendo lo que algunos dicen públicamente” textos en los que se debaten “las limitaciones y carencias que han impedido el desarrollo en libertad de la poesía española” de unos años a esta parte. Una poesía que “no ha hecho más que repetir lo sabido porque teme correr el riesgo de dar la palabra, y de darse en ella con todas sus consecuencias. Ya así ha sido desde el inicio de la modernidad, parapetada tras un conservadurismo mimético, una pequeñez provinciana, y ajena a toda voz que, aún hablando en su propia lengua, oiga como otra. Poesía investida del prestigio equivocado del éxito, a lo que ha contribuido una crítica incapaz para leer de otra manera; inclinada a la comodidad que ofrece ese lenguaje que el poder considera correcto y conveniente”.
Reúnen estas páginas “lecturas diversas, reflexiones acerca de cuanto algunos poetas y críticos han declarado rescates de posiciones que pasaron inadvertidas en su momento y reclaman su vigencia, para determinar los síntomas de tal escritura demediada y en muchos casos mediocre”. Una propuesta, en fin, para “pensar en la verdad de esta poesía y no insistir en su reiterativa apariencia, en sus envejecidos criterios de valoración”. El autor inicia su obra con una introducción en la que perfila su imagen reflejada ante los demás: “Paso por ser, según me advierten, el crítico de la diferencia”. La segunda parte es el corpus donde aborda temas vistos por un crítico tallado, que mide su decir con la elegancia de un poeta; reflexiones que se nutren de las voces que analizan la obra ajena: “Leo a quienes siguen preguntándose por el estado actual de la poesía española casi con más interés que a los poetas mismos”. En esta recopilación de textos suyos, datados, habla sobre “La que hemos convenido en llamar poesía de la experiencia” “Víctor Pozanco” “El viaje de las antologías” “Pedro Perdomo” “La obra de José A. Valente” “Dalí, Buñuel, Lorca, Moreno Villa…” etc. La obra del Profesor Rodríguez Padrón parece responder en su conjunto a la revisión constante que T.S. Elliot propone en su libro “Criticar al crítico” y al breve texto que adopta como lema, escrito en su día por Erasmo de Rotterdam “Sólo pido que alguien quiera entender lo que he escrito, alguien honesto y abierto, que esté dispuesto a comprender sin prejuicios que les lleven a una falsa interpretación. Pero si tuviera que contar primero a los que carecen de capacidad y juicio, a los que nunca han estado en contacto con las bellas letras, infectados como están más bien de una doctrina limitada y confusa, y, finalmente, a los que son hostiles a cualquiera que sabe lo que ellos no saben, dispuestos como están a desfigurar todo lo que llega a su conocimiento, sólo entonces se podría estar seguro de escapar a la calumnia no escribiendo nada”.
© Manuel Garrido Palacios