Seisdedos en la UHU

SEISDEDOS EN LA UHU

8 febrero 2012. La Universidad de Huelva organza un acto de homenaje al pintor Seisdedos en la Facultad de Ciencias del Trabajo. Intervienen Manuel José de Lara Ródenas y José María Morillas. He aquí el texto con el que el artista responde. Se proyecta al final el documental: 'Retrato de Seisdedos'.
“Antes que otra cosa, es lo primero expresar mi gratitud a la Universidad de Huelva, a su rector y a cuantas personas han colaborado en este acto. También a mi amigo Manuel Garrido Palacios y su hijo David por este estupendo regalo que ha sido para mí la realización del documental que se proyecta hoy. Igualmente doy las gracias a todos los que habéis empleado parte de vuestro tiempo en asistir a este acto.
Los artistas si no tenemos vanidad, más o menos controlada, no somos artistas; y creo que ello se debe a la necesidad, no gratuita, de atraer la atención de los demás, hacia nuestro trabajo. Y digo que no es una necesidad gratuita porque, como decía el crítico Eduardo Cirlot en uno de sus ensayos, la obra de arte no está completa sin la mirada del espectador. Cuando el espectador es un allegado; porque ese allegado entiende muchos porqués, y razones que a otros pueden escaparse. Cuando es una persona desconocida quién se interesa por la obra, sientes que has conectado a distancia con alguien que reconoce ese lenguaje críptico que es el arte de cada uno, y que esa obra ha provocado una respuesta. Muchas veces la emoción que una persona experimenta ante un cuadro, por ejemplo, no tiene las mismas motivaciones que tuvo el artista para realizarlo. Se produce algo nuevo. Aunque de forma intangible, se ha vuelto a crear algo, y la palabra recrear o recrearse cobra todo su sentido, porque la obra se completa con las proyecciones íntimas de ese contemplador.
A los que estáis aquí por amistad, por familiaridad, porque os pueda interesar el arte, o por las razones que sean, me gustaría corresponderos con unas claves que justificaran el sentido de mi trabajo de tantos años y su posible coherencia . La verdad es que mi trabajo puede tener sentido, pero no demasiada coherencia. Desde la época de aprendizaje con mis maestros Pedro Gómez, Antonio León Ortega y Manolo Moreno Díaz, fui adquiriendo ese lenguaje plástico que se hizo carne junto a mi forma adolescente de sentir la vida, junto a mis creencias y a mis ilusiones jóvenes de entonces. Y siempre continuó así. Nunca pude ni quise separar el arte de la conciencia, ni la razón de los sentidos, por eso mi obra, no demasiado prolija, puede a veces carecer de orden y de coherencia, tal como corresponde a mi forma de ser. He tenido etapas de mucha actividad y largos periodos de inacción. Etapas de tremendos deseos de ser; etapas de credulidad y de ideales (alguien dijo una vez que un ideal es una emoción inflamada en torno a una idea); si eso es así confío, al menos, en no perder las ideas aunque pierda la flama. También hubo momentos místicos, que no religiosos, (nunca la divinidad me concedió esa gracia). Etapas de perplejidad; de amor, de desamor… como casi todo el mundo…, pero estas vivencias, entre la gente que nos dedicamos al arte, suelen impregnar el hacer y convertirse en material creativo, de tal forma que uno va dejando en el trabajo su biografía emocional.
Como se verá en las imágenes que se proyectarán tras esta breve intervención, en las que se intenta resumir mi evolución profesional, hay un empezar figurativo, impresionista y romántico de mi etapa casi adolescente, que coincide con la asistencia al estudio de Pedro Gómez y Antonio León, en la calle San Cristóbal. Aquel taller acogedor, donde el tiempo no estaba acosado y el trabajo era calmoso.
Pronto se percibe la influencia de Manolo Moreno, y a través de él la de Vazquez Díaz y Pepe Caballero. Surgen toques surrealistas y expresionistas, y también una apertura hacia la abstracción. Por aquella época el joven que uno era vivía con los ojos abiertos buscando ventanas por las que divisar paisajes diferentes. Empiezan a publicarse en España los primeros libros con el arte de vanguardia, y llegan otros de museos y colecciones extranjeras. A los dieciocho o diecinueve años hago mis primeras salidas huyendo de la todavía asfixiante atmósfera cultural de aquella Huelva. Aunque mi amigo Domingo Prieto, de haber estado por allí, me hubiese dicho que me iba para coger barniz y dejar de pintar tanto barco escoñao. También hubiese tenido razón. Entonces no era fácil viajar. Estaban muy lejos las becas Erasmus y los viajes de bajo coste. Pero aquella mano que me servía para pintar también era buena para hacer auto-stop cuando era necesario y para darme algún dinerillo haciendo retratos. Y mereció la pena, porque aquellas estancias en Barcelona, en Madrid, en Holanda o en Bruselas fueron un buen aporte tanto técnico como humano para aquel joven, alocado, según el ojo conservador de algunos paisanos conspicuos. Incluso merecí un soneto de un conocido poeta reclamándome al redil y suponiendo las razones abyectas de mi partida. Si llego a hacerle caso no podría acariciar tantos recuerdos estupendos. Aunque como hoy es día de agradecimientos, le agradezco su buena intención.
Algo muy especial fue el grupo Santa fe. ¡Cuánto me aportaron los compañeros del grupo¡ ¡Cuantas páginas llenas de poesía, de música, de historia y de amistad¡ Gracias a los tres Manolos: Manolo Pizán, Manolo Crespo, y Manolo Garrido Palacios, a Victor Marquez Reviriego, a José Luis Gómez, a Paco Perez, y gracias a Paca y a Boni, mis padres, que también me enseñaron lo suyo, y estuvieron a punto de que la policía les cerrara el bar a causa de nuestras reuniones.
Una etapa bastante afortunada fue el año de trabajo con Jesús Mojarro. Una segunda exposición en Madrid con esta nueva forma de hacer, y las posteriores que hice solo, una vez disuelta, amistosamente, la sociedad.
Después de aquello, algunas regresiones y saltos hasta las últimas exposiciones con una mas clara definición abstracta. Actualmente estoy dando los sorbos finales a esta última faceta. Lourdes, mi musa compañera y yo hemos convertido nuestro molino-panadería de Trigueros en “Centro de Arte Harina de Otro Costal”, haciendo alusión al enclave. Está dedicado a la formación, a exposiciones y a hurgar en todo lo que tenga que ver con el arte.¿Qué haré a continuación si el tiempo lo permite?, y no me refiero al tiempo atmosférico, sino al que se desliza por la piel oxidándonos discreta y traidoramente. Creo que volveré a trabajar en tres dimensiones. Ese camino aún no lo he agotado y ahora me apetece retomarlo con otra capacidad de reflexión y mejores medios.
¿Es bueno lo que he hecho? ¿Es malo? A veces pienso que no es para tanto. Y otras lo encuentro bueno y descubro de vez en cuando, entre mis brochazos, cosas no previstas; hallazgos que ponen los materiales por su cuenta cuando te llevas bien con ellos. En cualquier caso a mí me sirve todo esto y se que hay gente que lo valora. Mi gratitud a esa gente y a los caminos que otros artistas han abierto y que me han permitido jugar con mis vísceras hasta la impudicia. Y mi gratitud, de nuevo, a la Universidad de Huelva por acogerme esta tarde, Por ser generadora de pensamiento en esta ciudad, y por ocupar el espacio de lo que fue un cuartel. No está mal levantar un templo a la razón donde antes hubo otro a la obediencia”.

© Juan Manuel Seisdedos

https://www.youtube.com/watch?v=_PqaFWbJWlM