SARA ÁGUEDA
ARPISTA
La biografía del músico tiene varias
partidas de nacimiento. Una es la que refleja el día, mes, año o siglo de su
salida a este mundo. Otra es la de su primer concierto: un ritual de tal dimensión, que hará que cada uno
de los siguientes sea ya y por siempre el primero.
Su crecimiento artístico tendrá que ver con ese encuentro con una grada que aplaudirá con más o menos entusiasmo, quizás ajena a que lo que el artista ofrece es el fruto de unir un privilegio que le ha dado la vida, misterio no fácil de compartir desde la butaca, con un duro y desconocido trabajo de estudio.
El artista convierte entonces el auditorio en un espacio mágico, su perfil se enriquece, pide brillo, las luces de fuera se matizan, las interiores alcanzan su plenitud y surge el milagro de la expresión, en el caso de Sara Águeda, con el arpa, instrumento con el que consigue el rango de recrear las obras que toca.
El autor crea; el intérprete recrea, aporta un nuevo ángulo desde sus propias sensaciones, tal como hace, magistralmente, Sara Águeda, porque el arte es sensación o es otra cosa.
Su crecimiento artístico tendrá que ver con ese encuentro con una grada que aplaudirá con más o menos entusiasmo, quizás ajena a que lo que el artista ofrece es el fruto de unir un privilegio que le ha dado la vida, misterio no fácil de compartir desde la butaca, con un duro y desconocido trabajo de estudio.
El artista convierte entonces el auditorio en un espacio mágico, su perfil se enriquece, pide brillo, las luces de fuera se matizan, las interiores alcanzan su plenitud y surge el milagro de la expresión, en el caso de Sara Águeda, con el arpa, instrumento con el que consigue el rango de recrear las obras que toca.
El autor crea; el intérprete recrea, aporta un nuevo ángulo desde sus propias sensaciones, tal como hace, magistralmente, Sara Águeda, porque el arte es sensación o es otra cosa.
© M. Garrido Palacios
Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York
Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York