Guadalupe Grande
Ed. Calambur
ENTREVISTA
PREGUNTA: Entre las obras de Guadalupe Grande (Premio Rafael Alberti 1995) está Hotel para erizos, libro tentador para ser reproducido aquí entero, aunque lo propio sea dejar que cada lector se sumerja a solas en sus versos, plenos de preguntas -¿qué otro afán cabe en el ser humano sino preguntarse por todo?-, cuyas respuestas…
RESPUESTA: …mis respuestas no van más allá de rozar las preguntas. Yo no soy la única autora del libro: la experiencia vital que me han dado los que me rodean, la reflexión y la mirada de ciertas personas depositada sobre estos textos, son tan responsables como yo.
P: El libro guarda otro libro dentro: Mapas de acera.
R: Es un poema en torno a la mirada infantil; una partitura, una cadencia íntima.
P: Para tu personaje Jeroen van Aken, “la eternidad era su insensato lazarillo”.
R: La poesía dice lo que puede decir en un territorio que no es el del razonamiento intelectual, sino poético. La eternidad alude a un tiempo sin tiempo que sobrevolaba aquella época, no más insensato que el tiempo sin porvenir que tal vez sobrevuele ésta.
P: ¿Daría igual que fuéramos eternos?
R: Creo que sí. A la eternidad no le importa nuestra angustia por estar un paso más allá de nuestras posibilidades.
P: “Memoria de elefante, sed de camello, ojo de lince”. ¿Es buen equipaje para viajar por la Poesía?
R: Cualquier equipaje vale. Es una de las enseñanzas de la modernidad, donde no hay sistema estético preestablecido. Caben el sentido lúdico y trágico de Carlos Edmundo de Ory, la pesadumbre de minero de la luz de Gamoneda, la fabulación trasgresora de Pérez Estrada, la referencialidad alucinada de José Hierro o el conjuro telúrico de Olga Orozco.
P: Desde el verso se puede llegar…
R: …al lugar que no existe y tiene necesidad de existir. Según Vitier, un buen verso es una calidad súbita del mundo. Desde un verso se puede emprender el viaje más fascinante, por más que los inquisidores de la conciencia pretendan otra cosa. La poesía es el viaje más democrático. Luis Rosales, en Cervantes y la libertad, habla de “lo necesario inexistente”: es ése lugar el que genera la poesía.
P: Otro bagaje: “Lo que cabe en una mano”.
R: Cabe lo pequeño, pero imprescindible: una llave sin puerta, un lápiz para subrayar, un pañuelo para despedir; cuanto pueda dejar huella.
P: “De nada sirve saber lo que no sirve”.
R: Es la condena de Casandra, saber cosas que no serán escuchadas, aparentemente inútiles en ese momento. Al poeta sólo le queda confiar en la complicidad del azar y que algún mirlo picotee las semillas para que en otro lugar crezca algo similar a una planta.
P: Hay sonidos indescifrables, como el maullido de un gato.
R: El maullido de un gato es interpretable, pero no descifrable hasta sus límites. La pérdida del misterio de que las cosas sean otras, distintas entre sí, y no la misma, sería una catástrofe. El misterio de un maullido que insiste en la noche dialoga con nuestro deseo por entender el misterio que respira en la vida de las cosas.
P: “El universo es un trozo de pan de ayer”.
R: ¿Qué sería de nosotros sin los antepasados? Si la vida se cifra en lo que cabe en una mano, a veces en la mano sólo hay un trozo de pan de ayer, pero en el que se cumple el universo de ese día. Ésa fue la enseñanza que me legó mi bisabuela a través de mi madre. Me gusta pensar que aquel pan de ayer sigue nutriendo las posibilidades de la existencia, y que el universo empezó con un trozo de pan de ayer, es decir, desde la memoria de algo que nutre en la oscuridad.
P; “Tengo una vaga conciencia de cuanto quiero decir”.
R: Celán escribió: "lo último que nos queda a los dos: algo de lenguaje, algo de destino". Somos palabra; lo que nos quede por hacer comienza con la voluntad de que el lenguaje sea cómplice en la creación de un destino mejor.
P: No más preguntas para una respuesta.
R: Un privilegio de la poesía es que no necesita respuestas para cumplir su sentido; las respuestas cierran el proceso de indagación que es la poesía; las sentencias rotundas sólo adquieren sentido en el lenguaje poético si abren una fisura en su lógica para propiciar otra lógica.
P: Cierra la charla con unos versos.
R: Uno de Luis Rosales: “Vivir es ver volver”; otro de Antonio Gamoneda: “Ayer y hoy son ya un mismo día en tu corazón”.
© M. Garrido Palacios / Guadalupe Grande
© M. Garrido Palacios / Guadalupe Grande