FLORESTA DE POETAS [y 3 más]
Sel. de Francisco Asensio
Año
de 1790
1
. Había leído uno un mal soneto a otro, y poniéndole mala cara, se desazonó el
autor y dijo: Bien podía usted tener más modo, que si mucho me enfada, le
romperé la cabeza. Y el otro respondió: Con gran facilidad lo puede hacer sin
tener que sacar la espada; basta con que vuelva a leer su soneto.
2
. Guardaba mucho un marido a su mujer, y lo más del tiempo se estaba en casa
paseando por la sala; y hablándose sobre el asunto en una conversación, la
señora, que sobre ser chistosa hacía algunos versos, dijo con gracia:
Siempre se halla
mi marido
(es mucho lo que
me guarda)
a modo de
bovedilla
atravesado en la
sala.
3
. De otro marido, que sobre no salir de casa, era de fuerte condición, y andaba
continuamente gritando, dijo uno:
Marido que da en
gritar,
que no sale, que
se enoja,
es un marido
congoja
que no deja
respirar.
4
. A la boda de dos grandes señores, que gastaron mucho y tenían poco, dijo un
poeta:
Estos señores
cumplieron
en todo aquello
que habían;
hicieron lo que
debían
mas debían lo que
hicieron.
5
. Leyó un poeta unas malas coplas que había compuesto y preguntando uno si Adán
había hecho coplas en el estado de la inocencia, respondió otro que sí, pero no
como aquellas porque de una legua se conocía que eran hechas después del pecado
original.
6
. Quejábase un criado de un poeta a su amo de que otro le había dado una
bofetada, y le dijo:
Cuando el bofetón
te dio
tan cruel y tan
macizo
¿te hizo cara? Y
el criado dijo:
No, señor, me la
deshizo.
7
. Un mal poeta acertó a hacer una comedia de un Santo mucho mejor de lo que de
él se podía esperar; y como en dicha obra se fuesen cantando los milagros de
aquel Santo, dijo un oyente: Pues uno se le olvida y no de los menores.
Preguntando cuál fuese, respondió: Ser buena esta comedia.
[y 3 más]
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8 . Un presunto poeta soltó ayer a esta hora que no iba a escribir más (léase: no nos iba a
flagelar más) porque como de aquí a cien años no se recordaría ni el Quijote,
él se adelantaba a no gastar neuronas. Lo felicité, aunque lo hice, en verdad,
a toda la Humanidad por la suerte que nos deparaba su decisión. Ya no nos
amenazaría más con el anuncio de sacar otro libro, sino que guardaría sus
paridas en la mente sin plasmarlas en el folio, ni las dispararía sin compasión
en los recitales soporíferos que martirizan al personal.
9 . Hay otro poeta suelto que, si te ve venir, deja a la familia abandonada en plena calle, te empuja a un bar, te acorrala en el mostrador y te lee un mazo de cuartillas impunemente. Uno podría pedir socorro, pero ni eso te permite porque a cada poco te pregunta si has captado el mensaje de sus versos. Si le suena el móvil contesta con la mano que sostiene el papel mientras con la otra te agarra, y si es la familia que lo espera la que llama, entremete en el poema la respuesta en color y entre corchetes:
9 . Hay otro poeta suelto que, si te ve venir, deja a la familia abandonada en plena calle, te empuja a un bar, te acorrala en el mostrador y te lee un mazo de cuartillas impunemente. Uno podría pedir socorro, pero ni eso te permite porque a cada poco te pregunta si has captado el mensaje de sus versos. Si le suena el móvil contesta con la mano que sostiene el papel mientras con la otra te agarra, y si es la familia que lo espera la que llama, entremete en el poema la respuesta en color y entre corchetes:
El rojo sol de por
la tarde...
[ahora iré; vete comprando; no tardo]
crea los rayos...
[es que un señor está interesado en mis
obras]
que se cuelan en
el agua...
[te digo que esperes dos minutos]
para que venga la
luz…
El recitado acaban siendo un galimatías mientras su cabeza echa humo.
10 . Otro poeta gusta de llamar a mediodía y preguntarte si estás comiendo. Pues
sí. Insiste: Sólo es un instante. Si le respondes: Es que se me enfría el
guiso, no te escucha, te suelta sus versos y te indaga sin darte respiro: ¿Qué
te parecen? Me los van a subvencionar.
Y
te quedas mudo con el tenedor en una mano y el auricular en la otra.
© Manuel Garrido Palacios