Lazarillo en Armação de Pera
En Armação de Pera, pleno Algarve, se ha desarrollado un curso sobre la novela picaresca española con sesiones dedicadas a «La vida de Lazarillo de Tormes: y de sus fortunas y adversidades». En cada una se ha medido la obra a lo largo y a lo ancho tocando lo social, lo literario o lo folklórico, o sea, desde sabrosos ángulos, siendo la estrella el tema común con el que han cerrado todos los oradores: la identidad del autor, que es el enigma que acompaña a la obra desde su nacimiento en el siglo XVI, uno de los secretos de la literatura en castellano, dato guardado en el aire, sin cajas fuertes, ni sótanos blindados ni otro esfuerzo que el de no declararlo. Se han barajado nombres, pero no «el nombre». Las voces han gastado su tiempo en recorrer caminos que pudieran conducir a desentrañar la duda, y se han amasado valiosos estudios a ver si arrojaban una luz en el túnel de silencio, como el de Häns Krüggert, escritor sorprendido, a la par que el resto, de que ignoremos la autoría de una obra que en sus albores contó con tres ediciones simultáneas, ya que aparece en 1554 en Burgos, Amberes y Alcalá.
Armação de Pera es un sitio calmoso que no necesita la publicidad que pudiera aportarle el curso. Le es suficiente el boca-oído. En general, no tiene el Algarve ningún figurón que cante cifras de visitantes al ojo por ciento, ni que le ponga apellidos recurrentes como Algarve-la-espuma, o Algarve-las-olas, o monerías por el estilo plagiadas de textos para ni se sabe qué. Algarve es Algarve de una punta a otra, sin tanta música celestial, lugar del sur de Europa al que acude gente del mundo entero porque el sitio solo se vale, sin voceros salvadores que vivan a costa del contribuyente. Tiene unos acantilados de margas terciarias, un paseo colgante desde donde cada puesta de sol –la luz– es, como en todo este sur de sures, maravillosa, y una exquisita cocina, que no se suele alabar, entre otras razones, porque no hace falta. Es buena de entrada a salida. Así de natural. Ya decía Ortega que no había que explicar lo obvio. Sin curso o con él, cualquier plato a la algarvía tiene rango para merecer el viaje y ocupar mesa en una de las cien tabernas que se asoman al mar para lo que Rosendo de Almonte llamaría: una degustación.
Armação de Pera es ideal para dedicar unas jornadas a teorizar sobre el autor de Lazarillo y marcharse tal cual se llegó: sin saberlo. Lo curioso es que para hablar de quien tanta hambre y frío pasó se goce de tan buena mesa y cama.
© Manuel Garrido Palacios.