Carlos Alcorta
Ed. Calambur
“No es una recompensa estar aquí, / estremecido como cuando uno se aproxima / a lo inasible misteriosamente, / no es un golpe de suerte / o una iniciativa espontánea / de sustancias afines, es afán, / decisión propia, libre, un derecho / ganado a pulso en cada duro intento / de aferrarse a la vida, igual que un toldo / desgarrado se frunce al puntal cuando sopla / brusca una ventolera balanceando / objetos tal si fueran serpentinas. / Era temprano. / No pensábamos, sólo sentíamos. / Es un sí virginal de la mañana / de agosto que despierta / ofreciendo en cascada refulgencia / para los ojos y un olor a nísperos / y manzanas que alegremente llena / los pulmones de un aire por fin nuestro. / Colmado el apetito del vivir / en este instante de marfil y lava / que es presente y futuro al mismo tiempo, / corona del espíritu, un no a la desconfianza, / levantamos inaccesibles muros, / ahora que sabemos quienes somos, / contra los ambulantes fingimientos del yo / negados por la luz y la palabra”.
Carlos Alcorta (Torrelavega, 1959) ha publicado los libros de poesía Lusitania (1988), Condiciones de Vida (1992), Cuestiones Personales (1997), Compás de Espera (2001), Trama (2003), Corriente Subterránea (2003) y Sutura (2007) y las plaquettes Doureios Hippos (1986), Un Lugar en la Memoria (1988), Pormenor (200$), A la intemperie (2007) y Ritual de la luz (2008). Codirigió la colección de poesía Scriptvm (1985-1991), la revista de literatura Ultramar (1997-2007) y las colecciones de cuadernos poéticos El Astillero y Travesías.
A tan amplio bagaje, Carlos Alcorta suma ahora Sol de Resurrección, al decir de los críticos: “atento a la indagación sobre el propio devenir de la conciencia, texto en el que parece reconciliarse con las cosas y la naturaleza que las rodea. El lenguaje desvela la parte oculta de lo cotidiano gracias a una mirada tranquila y profunda, no sujeta a los dictados de la actualidad y de lo accesorio. El hilo vertebrador del libro es la constatación de que a la realidad le basta ser lo heterogénea y misteriosa que es como para que fijemos nuestro interés en ella. Una situación rememorada y asentada en una circunstancia concreta sirve, en la mayoría de los poemas, como pórtico a la construcción de un universo simbólico en donde la subjetividad de una anécdota se diluye en beneficio de un significado general y trascendente”.
Dice Carlos Alcorta en su Sol de Resurrección (Premio José Luis Hidalgo de Poesía): “Con la mente desnuda, / vacía del pensar y el cuerpo en vilo, / bajo una luz paralizada aún / por la grave palpitación nocturna / que parece en el tiempo suspendida / en un cénit eterno, sin desplome / te detienes a contemplar las aguas / de ese mar que en su lasitud / parece una laguna. / Disfruta de esta paz la paz que goza / de sí misma en la simple imagen retenida. / Qué distinta entonces la algarabía / del recreo, del retozo de los pájaros de esta labor de un dios adormilado, / de esa morosa mancha itinerante / que el sol de sí convierte en un espejo. / En el cielo vaga desorientada / la media luna blanca de los sueños. […] Está frente a tus ojos el paisaje / aún adormecido, inmóvil, expectante / como un reo que espera el veredicto. / A lo lejos se escucha el desigual / sonido de un motor ralentizado, / el estruendo monótono / de bielas y pistones / y las voces de un joven que apacienta / el ganado. En la altura, una bandada / de patos esparcidos por el cielo / vuela hacia el noroeste. Las praderas / vacías después de la siega, tersas / como un paño viejo recién planchado / esperan que se aneguen los surcos subterráneos / y el agua vivifique las semillas / aletargadas en la tierra seca. / Ha empezado a llover, aunque hacia el sur, / las cumbres nevadas de las montañas / brillan iluminadas por un sol / incipiente y espeso que las acerca engañosamente. Es una secuela / inesperada de la luz que traza / el perfil blanquecino / de un más allá secreto e inalcanzable / para el que no hay camino de regreso. / Has elegido este lugar distante / para echar raíces y relegar / la aparente aquiescencia del pasado / a un tiempo secundario, sin dominio. / Este es ahora tu universo entero / y estas son algunas de las imágenes / que en su piedad humilde se te entregan, / aplacan tu codicia y te definen / a pesar de ti, a pesar de todos”.
© Manuel Garrido Palacios