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(1265-1321)
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La Divina Comedia (Paraíso. Inicio. Parte III. Canto I)
Penetra el universo, y se reparte,
la gloria de quien mueve a cuanto existe,
menos por una y más por otra parte.
Yo al cielo fui que más su luz reviste
y vi lo que, al bajar de aquella cima,
a poder ser contado se resiste;
pues cuando a su deseo se aproxima
nuestro intelecto, se sumerge tanto
que la memoria ya no se le arrima.
Mas, en verdad, cuanto del reino santo
mi mente atesorar haya podido
ahora será materia de mi canto.
En mi último trabajo yo te pido
de tu valor, oh Apolo, ser tal vaso
que me halles digno del laurel querido.
Bastó hasta aquí una cumbre del Parnaso,
mas ambas necesito cuando intento
a la última palestra abrirme paso.
Entra en mi pecho, espira en él tu acento
como cuando los miembros de Marsías
sacaste de su vaina y aposento.
Oh divina virtud, si a mí te alias
para mostrar la sombra que he guardado
del santo reino en las memorias mías,
ir me verás hacia tu leño amado
y con las hojas coronar mi frente
que por ti y la materia habré ganado.
Dante Alighieri