CARTA BLANCA
Ed. Calambur
‘La poesía de Saravia, como él mismo, se
llena de sabiduría e ingenuidad, compromiso con la vida y derrame absoluto de
imaginación comprometida con el lenguaje y las transgresiones de existencia
necesarias para la creación de un mundo propio y emocionante’
(Jesús Hilario Tundidor)
‘En Carta blanca, su cuarto libro, Rafael
Saravia sigue y ensancha el camino que expone su intemperie afectiva en busca
de las señales de la conciencia. Un itinerario que se inicia en la
autointerrogación, intelectual y corpórea ‘La genética nos conduce al hombre
que conversaba con la tierra [...] esa
que concierne al agricultor de esperanzas’, continúa con el cuestionamiento de
los vínculos amorosos ‘Sólo como presa soy consciente de ti’, y finalmente vuelca
su mirada sobre el mundo, en su calidad civil ‘Los herederos del juego quieren
vender piolets / a los lectores del Manifiesto por un arte
revolucionario independiente / y la nieve ya no limpia los fracasos cosidos
al pulóver de los / embargados’. En palabras de Víktor Gómez, ‘Lo genético es
desbordado por la intensidad de la experiencia vital y la toma de conciencia
frente al otro, sea amante, sea pueblo, sea un tiempo herido por sanar y
resarcir’.
Rafael Saravia, fundador del Club Cultural
Leteo y Ediciones Leteo, realiza una intensa labor como gestor cultural y
editor, de la que se han derivado los reconocidos premios Leteo. En el ámbito
literario, preparó y prologó la edición del libro homenaje a Antonio
Gamoneda El río de los amigos (Calambur,
2009), así como, junto a Jocelyn Pantoja, Barcos sobre el agua natal. Poesía
hispano- americana desde el siglo XXI (2012). Ha participado en antologías y ha
publicado los libros de poemas Pequeñas conversaciones (2001, 2009), Desprovisto
de esencias (2008) y Llorar lo alegre (2011)
© Calambur
(pág. 61)
ANTES Y DESPUÉS DE LOS PANES
Confundir
el pan con la necesidad
es como
asumir el pecado con la boca abierta
ante la
mano de domingo vestido de capellán e iglesia,
vestido
de oficio y cárcel para el que cree en la bondad
como
símbolo de los calendarios quebrados.
Convencer
es estéril, decía Benjamín.
Por eso
ya no quedan voces en Hyde Park,
se
alquilan las licencias de los oradores,
se
saldan las atalayas
y los
crepúsculos se quedan, ya sólo
con los
sonidos ornitológicamente asequibles.
Convencer
es estéril,
confundir
el pan con la necesidad también,
Por eso
se nos impone el golpe,
la
traqueotomía al profesor que sólo cojea,
amputación
de conciencias,
castración
del fecundador de libertades.
Por eso
la quietud.
O tal
vez... todo lo contrario.
© Rafael Saravia