Héctor Garrido
Palabrero de Doñana
(Introducción al léxico tradicional
de las Marismas del Guadalquivir)
de las Marismas del Guadalquivir)
Editorial Rueda
Madrid 2000
El autor del Palabrero, Héctor Garrido, me pasa el texto para
que lo ojee (de ojo) y lo hojee (de hoja). Y lo hago con amor por una razón
fundamental: porque con amor, libreta en mano, ha recorrido Héctor el espacio
donde trabaja (Doñana) como técnico especializado en avifauna. Este ir y venir
por el Parque Nacional de Doñana ha ensimismado de tal forma al autor que ya se
puede decir que ese mundo, antes de caza carnicera de reyes y pudientes y hoy
parque protegido, es parte esencial de su propia existencia. ¿Por qué el autor
entra, busca y rebusca las voces que han modelado y definido lo que vive, puebla
y se hace en la zona de Doñana?. Veo en ello amor por unas circunstancias de
vida especiales pero sobre todo, adelantarse antes que las nuevas técnicas
aplicadas a la lengua hagan imposible el historiarla.
Este libro-catálogo, que ordena
científicamente, de forma sistemática, una materia concreta (voces en el habla
de Doñana) tiene el mérito del trabajo en sí pero al mismo tiempo se amplía al
salvar lo que fue y poco a poco desaparecerá por asfixia en la evolución natural
de la lengua. Voces que se hablan todavía o que pacientemente fue recogiendo el
autor para la recuperación: de aves, ganadería, mamíferos, vegetación,
viviendas, caza, pesca, paisaje, convivencia de los humanos, leyendas, playa,
marismas. Todo un espacio concreto y definido en el habla que tuvo poca
evolución hasta la segunda mitad del siglo pasado y que poco a poco se pierde y
se pierde.
Antes de seguir adelante con el reseñar de
este trabajo paciente y serio de Héctor Garrido quisiera meterme dentro de la
voz palabrero, que usa como sinónimo de diccionario. Palabrero tiene en el
DRAE, como primera acepción, "que habla mucho" y como segunda,
"Que ofrece fácilmente y sin reparo, no cumpliendo nada". Y Héctor,
marchando contra corriente en su título, cambia el sentido que da la norma y
busca, precisamente, lo opuesto. Palabrero, ahora, intenta ser y por intentar
viene a ser, asiento de palabras usadas de y sobre personas, animales y
vivencias en una zona protegida del sur de España (Doñana). Y no es excepción
que tal caso ocurra: recuerden que la palabra huésped significó hasta el siglo
de Oro a la persona que recibía; en el presente, al que se recibe, es decir, lo
opuesto de su original significado aunque en el DRAE se utiliza, todavía, con
la nueva, la antigua acepción. Confidente es el "fiel, seguro, de confianza
[…] persona a quien otro fía sus secretos". Pero hay una tercera acepción
que poco a poco ha ido ganando: "la persona que sirve de espía". Y no
se puede ser bueno y malo a la vez. En este caso específico la tercera acepción
se irá imponiendo. Que vaya todo esto para apuntalar la selección de palabrero.
En ese mundo singular de Doñana, mundo
aparte, Héctor nos descubre voces que tienen significación diferente a la del
habla común, así: encaramarse, en sentido de "acurrucarse entre la vegetación"
cuando el DRAE da, "levantar o subir una persona o cosa a lugar
dificultoso de alcanzar"; empadronar en el habla de Doñana es, "podar
al árbol las ramas más gruesas" cuando en el diccionario oficial es,
"asentar o escribir a uno en el padrón o libro de los moradores de un
pueblo".
Por tratarse de una zona de Andalucía es
normal la elimina ción de la consonante final en terminación ado (influencia andaluza que ha llegado
hasta la capital de España), así en Doñana, "entreverao", con la
misma significación que en el diccionario. Una nota importante, que Garrido
reseña, es la influencia de las dos orillas del Guadalquivir que siendo ambas
andaluzas van marcando las maneras singulares de la zona de Sanlúcar de
Barrameda, por un lado y por la otra la zona del Condado, con Almonte como
punta extendida penetrando en Doñana.
El libro nace del contacto entre seres que
poblaron y pueblan el espacio de Doñana: guardas, pineros, carboneros,
pescadores, cazadores furtivos. El mérito del autor está en haber podido
dialogar y encuestar a personas que vivieron o viven ese mundo de Doñana. Y son
esos seres los que han dado y dan nombres singulares a todo lo que les ha
rodeado o rodea: aves, mamíferos, espacio, vegetación. El saber popular marca y
define las inclinaciones de la lengua que se habla y las novedades a la hora de
nombrar o por mejor decir, rebautizar lo que se ve, toca o siente. Así, muchas
veces, la diversidad de nombres a una sola cosa, a veces, por la influencia de
las dos orillas apuntadas del río en su paso por el este de Doñana: una viéndola
en la distancia; la otra, tocándola.
Hay en la colección de voces de Héctor
Garrido palabras que atraen por lo que aportan. Así el adverbio trehantié, por hace tres días
(anteanteayer, con h intercalada aspirada); uva
palma, al fruto del palmito; sopeao,
tomar la sopa fresca; yoha, como
saludo en la zona. La cura medicinal tiene espacio en este libro como, piedra viborera, hecha de forma
minuciosa con una parte del cuerno de ciervo; patero, cazador de patos; otoñá,
por la estación de otoño tan importante en la zona de Doñana; lluvias
abundantes: abundancia para los animales que pueblan el Parque; sequía,
hambruna; rocío, con significación de
fiestas y devoción mariana. Virgen del Rocío, viva en las romerías en la zona
desde el siglo XIII.
En la introducción que hace el autor a su
libro Aves de las Marismas del Odiel y
su entorno y la que hace en el Palabrero
de Doñana, que comentamos, me da pie para formular algunas conclusiones
sobre el autor y la obra: 1) Que el trabajo que realiza Héctor Garrido Guil es
fructífero porque sigue a pie juntillas su vocación; 2) Que sobrevuela en lo
que recoge y dice un gozo mantenido; 3) Que con lo técnico va un hilito de
creación literaria, pasión etnográfica y conocimientos científicos y 4) Que se
identifica con su profesión y vive su misión recreándose en el bien que
realiza. La muestra que realiza con su Palabrero
es de calidad. Y ahora podrá decirse lo que a veces ocurre: talento hereditario
que se ramifica en la diversidad.
Dr. Odón Betanzos
Academia
Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York