LO DEMÁS QUEDA AL AZAR
Luis Arturo Guichard
Ed. Liliputienses
EL ORDEN DE LAS COSAS
Todo
estaba repartido desde el principio
A
la jirafa, un corazón de pozo profundo
A
Ulises el divino, los nudos de su balsa
A
cada siglo, su propio cuchillo afilado
A
cada máscara, un solo personaje
Al
agua, no pasar del cuello
Al
vértigo, la inmovilidad si la desea
Al
llanto de Demócrito, la risa de Heráclito
A
los amigos, más de lo posible
A
la hija única, todas las fotografías de su madre
A
los padres de todos, que nada cambie demasiado
Al
día, la amenaza del infinito
A
las vacas de peluche, el mito de Europa
A
la tierra plana, otras cosas bellas que no existen
A
la ciudad, un círculo, una línea y buena suerte
A
los libros, que valgan al menos lo mismo
que
un minuto de realidad
Al
camello, el reino de los cielos directamente
Al
lugar en que se nace, una maleta con brújula
Al
lugar en que se muere, otra (y juro que existen)
A
la mierda, tantos años de hambre
A
Narciso, un estanque limpio
A
los caminos laterales, que se vuelvan centrales
(y
a los centrales, que se vayan de fiesta)
A
la luz, ser monopolio de un solo sentido
A
los amantes, hacer largo su viaje
A
los poetas jóvenes, tres manuales de métrica
A
los poetas mayores, ver lo que veía Rilke
A
la alegría, una manzana, un Buda y un relámpago
Al
azar, todo lo demás
© Luis Arturo Guichard