PRISIONERO DEL AGUA
Premio de Novela Alba/Prensa Canaria
Alba Editorial. Barcelona
Alexis Díaz Pimienta (La Habana 1966) nos regala un gran fresco de su tierra sin tópicos ni maniqueísmos. “Prisionero del agua” es una historia de amor imposible [todos los amores son imposibles] y también la aventura de unos hombres que se lanzan al mar: metáfora de la crisis individual y social; un fresco hecho a pie de obra en una ciudad descrita con objetividad y belleza. Enildo Niebla huye de Cuba en una balsa por amor a Yindra Skármela. La Abuela, el otro protagonista, hace una huída circular, permutando, cambiando de casa, recorriendo la ciudad hasta volver al punto de partida: alegoría de la historia cubana más reciente. En esta espléndida novela hay que destacar la riqueza del lenguaje –fiesta del idioma-, el garbo del estilo narrativo, la fuerza de los personajes y la profunda y descarnada descripción de la vida diaria habanera. Es decir, todo. La literatura cubana de los últimos años se sobrepone a sus propios miedos. “Prisionero del agua” es una obra tan rica de matices, tan hecha a mano que, inevitablemente, quien la aborde terminará siendo prisionero de ella.
Alba Editorial. Barcelona
“Ser mulata, ser joven, ser cubana y vivir en España es un fastidio. Todo está bien mientras posas de ingenua, mientras dedicas todo el tiempo a enredar con tus trenzas cuanta sonrisa fácil y galanteo inútil se te atraviesan en la calle; todo está bien mientras, indefinida, te dejas arrastrar por la marea del eurocentrismo, del españolismo aséptico, del vedettismo insular y de los tópicos. Oh, los tópicos. Cuba es un trópico de tópicos. Y ahí estamos nosotras, las cimbreantes mujeres del Caribe, elevadas a la categoría inamovible de diosas del sexo y del baile: no importa que te hayas mantenido virgen hasta cumplir los veinticinco años, todo un récord en Cuba, mucho más en La Habana, y muchísimo más si tenemos en cuenta que estuve becada desde los doce años, con todo lo que significan las palabras Beca, litera, pasillo aéreo, cátedra de Educación Física, surquería de tomate, todo un campo lin- güístico que iba estrechándose hasta dejarnos acorraladas entre los sustantivos condón e himen”. Así comienza “Maldita danza”, de Alexis Díaz Pimienta, en cuyas páginas es visto el barrio de Lavapiés en Madrid a través de la mirada de una estudiante de musicología cubana y mulata. La novela muestra la vida interior de su personaje central envuelto en sus contradicciones y en lucha abierta contra los tópicos que encorsetan su vida, su forma de ser, su pensamiento. Huyendo del amor, cae en un torbellino amoroso que la arrastra por sus laberintos caprichosos y accidentados. Es una novela en la que la música, el baile y el sexo se trenzan en una ronda rítmica, marcada por un lenguaje trepidante y sensual que fuerza al lector a preguntarse si puede un baile determinar el destino de una persona. En sus páginas bailan de la mano tópicos, prejuicios, miedos, odios, amores, desamores, raza, sexo y la condición de inmigrante, todo con fondo de música clásica en un escenario en el que transcurre la vida del barrio.
E/E