Uberto Stabile
Entrevista
Pregunta: “Tatuaje” es otro libro de Uberto Stabile (Editorial Atemporia), que inicia su andadura por el mundo: “Aquí, el libro. Aquí, el lector”. Preséntalo en dos trazos.
Respuesta: “Tatuaje” es una antología personal hecha desde el rigor, la osadía y la emoción, sin concesiones a lo políticamente correcto.
P: Son ya varias antologías.
R: Tres en España, dos en México y una en Portugal. Son antologías que me han publicado en las que se recogen poesías que andaban dispersas entre editoriales independientes y revistas.
P: Es una fiesta interior poder decir tan cerca y tan lejos: “He aquí mi obra”.
R: Lo es. Comienzo la gira en México D.F., sigo por Baja California, Tijuana, Ensenada, Mexicali, Saltillo en Coahuila, Monterrey en Nuevo León y la finalizo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Jalisco. Así completo un sueño que empezó hace meses en Ciudad Juárez, Sacramento y Chihuahua: recorrer la frontera mexicana leyendo mi poesía y rodando un documental sobre la poesía mexicana actual.
P: México te quiere.
R: Yo lo quiero más. Fue un amor a primera vista, desde sus volcanes al tequila, del mestizaje a su resistencia indigenista, de las novelas de Rulfo a las canciones de Chavela Vargas o Alfredo Jiménez, del universo de Frida Khalo a la poesía de Sabines, de los desiertos de Sonora a las selvas de Oaxaca y Yucatán; México es esa patria que nunca tuve y que como todo forajido construyo en mi propia huida.
P: En un poema dices: “voy despacio, despacio hacia ningún lugar”. Te sale el espíritu de adelantado que abre camino hacia…
R: Creo que lo importante no es el lugar sino la forma de llegar. Hemos construido un mundo del que ahora nos queremos bajar; perdimos valores y arrastramos en nombre del progreso el sueño que los alimentaba. Dice el poeta portugués Alberto: “¿Qué país es este donde la espera desemboca en otra espera?” Es hora de reconciliarse con esa naturaleza que nunca debimos abandonar.
P: Se dice que el novelista viene a escribir siempre la misma novela, aunque parezca otra. ¿Y el poeta?
R: Lo hermoso es volver a decirlo todo de una manera diferente. Todos los poemas son el mismo poema y cada poema es uno nuevo. Ya dijo Juan Ramón en “Espacio”: “Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir.”
P: Las fuentes son el sentimiento y qué más.
R: Son muchas, aunque sólo la emoción mide la distancia entre lo escrito y lo sentido. En cada verso nos jugamos el siguiente, por eso los mejores poemas nunca se pasan a limpio.
P: Escribir es un trabajo para unos, un placer para otros, una terapia, un dolor, una necesidad…
R: Escribir puede ser trabajo, placer, dolor, terapia, depende de las circunstancias del escritor, pero cuando surge como una necesidad entonces estamos en el mejor de los estados para hacerlo. La escritura es siempre un acto de higiene mental, que deberíamos ejercer todos.
P: En la poesía se muestra el alma con sus cicatrices, sus callos…
R: Hay dos maneras de escribir poesía, desnudo o disfrazado. También hay otra poesía posible, que no necesita ser escrita; es la que trasciende su propio género y nos reconcilia con la vida. En ella ando.
P: ¿Para quién escribe el poeta?
R: Para quien lo lea. No renuncio a ello; me emociona cuando sé que algunos poemas míos han servido a otros para recordar, amar, olvidar, soñar. Es un juego solitario para saber que no estamos solos.
P: Presentaciones en España.
R: “Tatuaje” circulará sólo en México; aquí tengo pendientes “Habitación desnuda” en Tenerife, “La línea de fuego” en Valencia y “Maldita sea la poesía” en Zaragoza.
P: Hijos, libros, el árbol de los versos…
R: Dos hijos, una docena de libros y algún árbol. Voy a sembrar el bosque de la bibliodiversidad, en contra de la deforestación intelectual de este país, que vuelve a oler a pandereta.
P: De una sola gota de lluvia sale un libro de poemas.
R: Y sin escribirlo; basta leer el poema en la misma gota.
P: Andar y andar y el viento lamiendo las pisadas. ¿Para qué andar?
R: Para seguir sintiendo el viento y el mar y la hierba y la tierra bajo nuestras cicatrices, para conocer y olvidar, para soñar; “los sueños pueden ser peligrosos, pero más peligroso es vivir sin sueños”.
© Manuel Garrido Palacios