ALOSNO
(Un comentario de 1922)
...nido de águilas, ciudadela de comerciantes de Salónica... al llegar a la estación, aparece el pueblo allá como árbol legendario. Un campesino ofrece una yegua de alquiler; una peseta. No importa si uno no sabe montar. El animal es guiado por un perro de caza, entre mastín y pachón, que llevará el camino de este lugar de nómadas, empresarios, corredores de mundo, jugadores de ley. Al sentir el silencio con que sus calles envuelven al forastero, nadie creería estar en la cuna de los ruidosos fandanguillos, de las armoniosas canciones. Uno se pregunta, ¿qué gente aventurera, más astuta y belicosa, situó en tan raro aislamiento este pueblo, sin la situación defensiva de otros, y que conserva su postura y espíritu de mercader más que de guerrero, de fenicio más que de romano? Cetrinos, menudos, ágiles, portugueses por su arrojo, italianos por músicos, hebraicos por negociantes, los alosneros se expatrían y van en busca de la suerte con tanto tesón como acierto; los Lazo tenían factoría de bacalao en Terranova y fletaban barcos con gentes del pueblo para que trabajaran allí; Juan Magro, alosnero, fue uno de los primeros gobernadores que hubo en México. Machado Núñez llegó a Presidente de la República de Guatemala; fueron de Alosno los primeros españoles que le dieron auge a la ciudad de Trinidad, y quizás a su pesar, son inconfundibles de pies a cabeza. Del Alosno eran todos los consumeros de España. ¡Y cómo regresan a la tierra, con su amor intacto, ya potentados! Vuelven a continuar la historia de sus abuelos en costumbres, ritos, fiestas. Cantan y bailan la noche y el día de San Juan, feria más de alegría que lonja de contrataciones. Y siguiendo un ritual antiguo, irán a lavarse, bajo los auspicios de la Luna o de los luceros, a la fuente legendaria. En Huelva observé a un hombre cuya narración formaba cerco. Pregunté quién era: 'Un alosnero que viene de Italia donde posee una fábrica=. Las mujeres parecen las obligadas a guardar la pureza de las tradiciones, a ser el contraste con sus antiguallas de las modernidades que el hombre trae de sus correrías, aunque ellas también colocan sus dineros en negocios.
© Federico Navas (Revista La Esfera, 1922)
© Foto: Héctor Garrido (1992)