Me gustaría ser un recién llegado a Huelva, un viajero que se asoma a ella y ensancha su admiración descubriendo la poesía que oculta este sur de sures, y saborearla más allá de los rancios tópicos con los que la perfilan los encargados del ramo, más acá de las manidas frases que alguna mente preclara –o postclara, vaya a saber– reinventa sin pudor. Abelardo Rodríguez versificaba esta pasión con elegancia: «¿Quién pudiera como tú / ver por vez primera esta playa?»; versos que encierran un deseo compartido de ver con ojos nuevos este paisaje con sus figuras, unas con brillo propio y otras rodeadas de luces a pilas para hacerse notar. «Maldita sea la poesía» responde al nombre de un libro de Uberto Stabile, al que un día habrá que reconocerle cuanto hace por la cultura en esta tierra. Se trata de una Antología hecha por el autor y por Ignacio Escuín, prologada por Ángel Petisme y publicada por Editorial Eclipsados. Se puede leer en la página 79 por qué llama Stabile «maldita» a la poesía: «Yo he visto / los mejores poetas de mi generación / desterrados, desheredados / ocultos en el fondo de los bares / y he visto sus miradas / como versos trepidantes / cabalgar hacia el final de la noche / y he visto su ternura descuartizada / por la abundancia de quienes les temen / y en su miedo los hacen grandes. / He visto la bondad en sus gestos / la rebeldía de un mundo / que no necesita ni ley ni orden para ser justo, / la testaruda razón de quienes a la vida / responden con la vida misma. / Yo he visto / una canción que no tenía letra ni remite / y ellos la entendieron. / Les he visto levantarse / contra los versos exquisitos y subalternos, / les he visto encadenarse a las excavadoras / para frenar la destrucción de su tierra / de su conciencia / y nadie los invitó a los palacios de Doñana / y mucho menos a editar poemas / bajo el sello hipócrita / de quienes lavándose la cara / ensucian el mundo. / He visto cómo se engañaban para seguir / perdiendo en un círculo de ganadores / como alacranes en mitad de un fuego / que desintegra y reduce / la inteligencia y el miedo. / Y por todo ello han sido procesados, / sentenciados, condenados / abocados a la indigencia laboral / y clandestinidad de la palabra. / Yo he visto / los mejores poetas de mi generación / romper versos a conciencia / "porque bien ya otros lo hacen / y no ha ocurrido nada". / En su profunda voluntad de cambio / en sus humanas contradicciones, / en su maldita y genial resistencia / frente al pensamiento único, / he visto los mejores poetas de mi generación / perder sus mejores oportunidades / y no ha pasado nada, / pues nada hay más digno / que ser coherente y efímero / en todo momento y verso, / esa maldita poesía que nos hace libres / frente a la tradición.»
Cierra el editor: «Sólo alguien que dedica cuerpo y alma a la poesía puede titular un libro que recoge la esencia de toda su carrera poética con una afirmación tan cargada de sentido».
Sí, me gustaría ser un recién llegado a Huelva, un viajero capaz de descubrir la poesía que oculta.
HABITACIÓN DESNUDA
Uberto Stabile
Stabile, “fiel a sus orígenes, poeta de la transición y en transición permanente”, según Fernando Beltrán, es el polo opuesto a los brillos de neón y al alzavoz de tómbola de feria. Él se entrega “a la poesía sin miedo, sin pudor; con la gratitud y el respeto de quien se entrega, en la misma medida de sus sueños utópicos, a los demás”, dice Antonio Orihuela. Promueve cultura, reúne a escritores y él, que lo hace posible, apenas aparece; se le ve perdido entre bastidores, atento al mínimo detalle, pero sin dar resbalones por los pasillos del poder efímero con la puta pancarta del “yo, yo y mi yo”. Para Uberto –así lo he visto siempre-, el eje son los demás. No se dan casos así todos los días, hartos como estamos de tanto bobo de diseño, de tanto autobombo vacío, de tanto amiguismo, de tanta nadería revestida de estupidez y de plagio –repito- inmisericorde, vergonzante. De Stabile, en el que “la irreverencia, el humor, la ironía, la rabia y la permanente sugerencia son sus herramientas más efectivas”, según José Eugenio Sánchez, hablamos los demás porque es merecedor de miles de palabra por el cúmulo de cualidades que lo tienen por centro, porque, como dice Ángel Petisme: “Cuando uno conoce a Uberto Stabile entiende por qué a los soñadores de mapas nunca les tiembla el pulso bajo el crepitar de las velas”. Hoy se habla de él con la alegría añadida de haberse publicado en Ediciones Baile del Sol, de Tenerife, su libro de versos Habitación desnuda, una antología que abarca desde 1977 a 2007, de la que, por ejemplo, dice Alfons Cervera: “He leído estos poemas como los leí siempre: con la seguridad de que siempre hay un cuchillo dispuesto a agrandar con su filo las dimensiones de la belleza: desgarrándola. Es la poesía que me gusta”. Uberto Stabile “es poeta, pero le hubiera gustado ser la lengua de Mick Jagger o el mod de Quadrophenia”, escribe Juan José Téllez. El poeta, ya queda dicho, no habla de sí mismo. Aparte de otras voces, es su poesía la que habla por él y en la que entraremos en la 2ª entrega de esta breve reseña de su libro. De momento, cerremos esta primera con la cita que lo abre, escrita por Antonio Escohotado, y que nos da un norte de su pensamiento: "De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción, elijo yo aquello que pueda o no cruzar esa frontera, soy un estado soberano y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país".
© Manuel Garrido Palacios