Huelva ilustrada.
Breve historia de la antigua y noble villa de Huelva.
(Imprenta del Dr. Don Gerónymo de Castilla.
Impressor mayor de la Ciudad. 1762)
La Magestad de señor Felipe IV hizo a Huelva la merced y gracia de ser libre y exenta de la leva y saca de gente para la milicia, expresando deberselo este privilegio por estar esta villa a la legua de un brazo de mar y a una legua de ella, por lo que necesitaba su gente para la defensa de Navíos Corsarios y particularmente de moros, que se entraban hasta aquella parte captivando a sus vecinos y pescadores, y que había sufrido muchas hostilidades en la guerra con los ingleses, y por esta razón había hecho un fortín a la boca de la mar, guarnecido con siete cañones y una compañía de cien infantes, que cada día se remudaban montando la guardia. Y que atendiendo a lo referido y a los privilegios que tienen los Lugares Marítimos, y a lo arriesgada que se hallaba dicha villa si se le sacase su gente para otra defense, siendo primero la propia que la agena; y que por la misma razón se le había reservado de no concurrir con gente para Cathaluña ni Portugal, para que la tuviese prompta para acudir a las invasiones marítimas. Por todo lo que su Magestad libertó a esta villa de concurrir con gente para cualquier otra parte, por su Real Cédula, despachada en Aranjuez en 6 de mayo de 1658, de la que se tomó razón en la Contaduría de Guerra a 5 de junio de dicho año.
[...] A 26 de Octubre de 1722, passó por Huelva hacia Portugal una ráfaga de huracán, que asoló cuanto topó. Derribó el Campanario de la Iglesia [...] con tres Campanas bien grandes, una de las cuales dio fuerte golpe sobre la Bóbeda de la Capilla mayor; mas esta ni se quebrantó con el golpe, ni cedió a el violento peso. Reparose este Campanario con las cuartas partes de los Diezmos el año 1723, quedando más fuerte y hermosos que antes. Volvió a caer sobre la misma Bobeda con el Terremoto del año pasado 1755, peró quedó la Bobeda ilesa. Por Octubre de 1758, se lastimó tercera vez a la violencia de un huracán deshecho, que causó grandes estragos en toda la Costa, quedando cuarteada la bobeda y desplomado el testero de la Capilla mayor, sobre que se levantaba el Campanario.
© Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho